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Scariolo y la Selección Española de Baloncesto: un ‘Caso Harvard’ para directivos

Pedro Ruiz| 19 de septiembre de 2022

“Igual se empezarán a enterar de que nosotros tenemos algo más a nivel colectivo que no permite multiplicar los valores individuales en función de las capacidades de entrar en un discurso de equipo sin egos con generosidad con altruismo con disponibilidad al trabajo. Ese es nuestro plus”. Las palabras pertenecen a Sergio Scariolo, entrenador de la Selección Española de Baloncesto reciente campeona de Europa, pero podrían pertenecer a cualquier gurú empresarial de gran éxito. Por ello, entender cómo se ha logrado ese éxito puede convertirse en uno de esos ‘casos Harvard’ que tanto gustan a directivos. 

 

CASO SCARIOLO: EL TALENTO NO LO ES TODO

En primer lugar, una de las lecciones centrales que ha dejado el triunfo de la selección española es derribar algunos mitos que ahora sobrevuelan la esfera empresarial. En especial, la de acumular un gran volumen de talento individual a cualquier coste. Así, España llegó al torneo europeo con un gran número de bajas de jugadores de élite, mientras otras selecciones atrajeron a auténticas estrellas mundiales con caché NBA. Algunas de ellas, incluso, con la vitola de ser el mejor jugador del mundo, Giannis Antetokounmpo, haberlo sido recientemente, Nikola Jokic, o apuntar a serlo muy pronto, Luka Doncic.

Esa circunstancia le llevó a caer a plomo entre las apuestas por ser el campeón. “Se fijan demasiado en las individualidades”, exclamó Scariolo durante la rueda de prensa posterior a la final. Y es que tener a los mejores jugadores del mundo ayuda, a veces la acumulación de talento es casi imposible de derrotar (como en el caso de la selección de Estados Unidos), pero salvo esos casos excepcionales el resto de la película es muy diferente. De hecho, a las selecciones que contaban con esos extraterrestres (que diría el genial Andrés Montes) no las ganó España, sino otras selecciones ‘peores’.

Al final, lo más importante termina siendo conocer el equipo para trazar el camino más factible hasta la meta. Eso no solo implica una actitud de juego, en el caso de España con clara vocación de ganar los partidos desde la defensa, sino también de buscar sinergias en el equipo propio. Scariolo conocía muy bien las virtudes individuales de sus jugadores, por lo que se puso a explotarlas. “Multiplicar los valores individuales en función de las capacidades de entrar en un discurso de equipo”, que diría el entrenador. 

 

BUSCA SINERGIAS ENTRE LAS PIEZAS DE TU EQUIPO

Algunos ejemplos de ello son la conformación de los quintetos de forma que las capacidades de unos ayudaran a los otros. Así, que Lorenzo Brown y Willy Hernángomez coincidieron en más del 90% de los minutos que jugaron no es casualidad. Obviamente, como los dos pilares del equipo debían jugar muchos minutos, pero va más allá. Un creador que juega a la perfección el pick and roll, bloqueo y continuación, y un cinco finalizador sigue siendo uno de los pilares del baloncesto. Los nostálgicos seguro que recordarán el mundial de 2006 cuando Grecia aplastó a toda la pléyade de estrellas de la selección estadounidense con algo tan rudimentario. Brown y Hernangómez juntos se complementaban a la perfección permitiendo eso de “multiplicar los valores individuales”.

Pero para que los dos lucieran, el resto de los componentes debían acompañar. Así, en el primer quinteto o el titular se les acompañaba Jaime Fernández, Xavier López Arostegui y Jaime Pradilla. El primero y el segundo en posiciones exteriores ofrecían por un lado creatividad para crear en el cinco contra cinco, en especial Fernández, además de amenaza exterior. Arostegui, por su parte, ofrecía también intensidad defensiva. Al igual que Pradilla, el joven ofrecía intensidad y partía como el cuatro español con mayor capacidad de tiro, lo que liberaba la zona para que Brown y Hernangómez tuvieran el espacio suficiente.

Pero si bien ese quinteto estaba creado para jugar en posicional, el segundo se creó para romper partidos a base de contraataques. La punta de lanza era la defensa intensa en perímetro, en especial bajo la batuta de Alberto Díaz y Rudy Fernández, para robar y correr. Una modalidad que necesitaba de un cinco mucho más móvil como Usman Garuba. Pero también necesitaba un equilibrio ofensivo para cuando no se pudiese correr y sobresalen los nombres de Dario Brizuela y Juancho Hernangómez. Ambos, la verdadera amenaza exterior de la selección. De hecho, la final se rompe gracias al acierto en el triple de ambos.

 

SCARIOLO: LÍDER EN MOTIVACIÓN 

Así, sobre el papel, los cincos equilibrados de España han sido una de las claves de la victoria. También luego como se han combinado ambos. Por ejemplo, Díaz y Rudy terminaron jugando muchos de los minutos claves en los partidos, dada su intensidad defensiva. Pero hay otro factor vital como es la motivación. En ese aspecto Scariolo es un auténtico especialista. Así, los jugadores españoles no sólo funcionaban como un reloj, sino que su desempeño ha estado claramente por encima de sus capacidades individuales. Una parte es que se han encontrado sinergias con otros compañeros, pero es evidente que la motivación ha ayudado.

Sin ir más lejos, Willy se merendó literalmente al que es el mejor jugador defensivo del mundo Rudy Gobert en la final. En ese desenlace ayudaron los compañeros, pero especialmente que el español se creyó que podía hacerlo. Díaz dejó sin anotar a la estrella alemana Dennis Schoereder en los últimos siete minutos de la semifinal. Rudy, el factor X de España, no solo hundió a los finlandeses a base de triples, sino que fue el artífice de una charla en el vestuario para cambiar de rumbo los cuartos de final. Juancho liquidó a Francia desde el triple pese a que su campeonato no había sido del todo bueno.

En definitiva, Scariolo ha demostrado llevar a la cima eso de que lo colectivo supera a lo individual gracias a encontrar sinergias entre ellas. La magistral dirección del seleccionador ha dejado un gran número de lecciones que muchos directivos pueden extraer para sus equipos. Aunque hay más como el estudio del rival (la defensa de ayudas en el poste alto frente a Gobert es un ejemplo de ello) o la dirección también de un equipo en la sombra (los otros jugadores que jugaron en las ventanas). 

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