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¿Será el agua un combustible?

Redaccion| 4 de abril de 2017

La ciencia busca nuevas fuentes de energías renovables. El agua podría ser una de ellas.

La concienciación sobre la necesidad de cuidar el medio ambiente ha conseguido que en los últimos años sean muchos los gobiernos y empresas que han apostado por las energías renovables. El sol o el viento son hoy fuentes comunes para la generación de energía, pero el aumento de la demanda ha llevado a algunos científicos a explorar nuevas vías que garanticen el suministro durante las próximas décadas sin depender de fenómenos meteorológicos: no todas las regiones pueden beneficiarse de las energías solar o eólica, o al menos no con la intensidad necesaria. Para remediarlo, algunos científicos exploran una nueva vía: el combustible solar. En la meta de este camino está utilizar el agua como combustible que permita producir energía.

El combustible solar utiliza la luz del sol para convertir el agua o el dióxido de carbono en sustancias químicas con capacidad de combustión. Pero estas reacciones químicas necesitan otros componentes para convertirse en realidad, ya que el uso directo de la luz solar no produce este deseado efecto por sí mismo.

Hasta ahora, los científicos han buscado materiales que puedan servir como fotoánodos, que activan la producción de combustible solar al ayudar al flujo de electrones. Investigadores del Laboratorio de Berkeley han identificado hasta 12 posibles candidatos para este proceso.

Con algunos de estos materiales se realizaron experimentos en laboratorio. Los investigadores descubrieron que el oxígeno y el vanadio, entre otros, tenían una estructura electrónica compatible, lo que hacía de ellos compuestos favorables para la oxidación del agua.

Gracias a esta investigación es posible conocer nuevas formas para utilizar el agua como fuente de energía directa. Ya existen técnicas que utilizan el agua para la producción de energía: en los países nórdicos es muy frecuente el uso de la energía undimotriz, que utiliza el movimiento de las olas para generar electricidad. Se instalan en el océano unas plataformas con boyas en la superficie que recogen el movimiento de las olas y lo transmiten hacia unas turbinas submarinas.

También existe la energía mareomotriz, que aprovecha la crecida de las mareas. Esta técnica, sin embargo, sólo es aplicable en lugares en los que la diferencia entre la marea alta y la baja sea superior a los cinco metros. De nuevo, peculiaridades que están empujando al mundo científico a encontrar nuevas formas de producir energías renovables sin depender excesivamente de los caprichos de la naturaleza.

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