Shein al descubierto: de las maratonianas jornadas laborales a su red en paraísos fiscales
Una media de 75 horas semanales y un solo día libre al mes. En algunos casos, las jornadas semanales pueden alcanzar las 98 horas. Así, son las condiciones laborales para el grueso de la mano de obra que está utilizando Shein en su conquista del mundo. Y es que la firma china se ha convertido en el minorista de moda más grande del mundo, con una valoración mayor que la suma de las dos siguientes: Inditex y H&M.
La cadena de moda rápida china lo está logrando gracias, básicamente, a tres claves: los precios ínfimos para sus productos. Una investigación de la Universidad de Delawere, liderada por Sheng Lu, descubrió que los productos de Shein en Estados Unidos son entre un 40 y un 60% más baratos. Un reclamo que ya por sí solo es llamativo, pero se vuelve irresistible en mitad de un aumento de los precios del resto de marcas. También a las puertas de una posible recesión para la economía estadounidense.
El segundo factor diferencial es inundar el mercado de modelos distintos. Un componente que, además, consigue con un margen increíblemente abultado respecto a sus competidores. Así, solo el año pasado Shein fue capaz de ofrecer hasta 1,3 millones de prendas diferenciadas, según la investigación liderada por Lu. Esa cantidad supone multiplicar por cuatro la capacidad de Zara y por seis la de H&M.
Por último, destaca su increíble capacidad para analizar casi en tiempo real los datos que le llegan de los consumidores. Hasta el punto de que al grupo se le conoce como el TikTok de la moda. Solo el hastag #sheinhaul en el que se acumulan los vídeos de millones de jóvenes abriendo sus paquetes de ropa de la marca china tienen más de 4.000 millones de visualizaciones.
LOS INTERROGANTES QUE GENERA SHEIN
La suma de los tres factores han convertido a Shein en un fenómeno valorado entre los 100.000 y los 150.000 millones. Pero no todo el mundo es tan optimista con la compañía, para muchos esconde demasiada información. Y no solo se trata de cifras económicas que no desvelan siquiera sus inversores como Tiger Global o General Atlantic, sino otros más profundos.
“Shein genera una amplia variedad de preguntas debido a su falta de transparencia (…) particularmente, sobre sus cadenas de suministro”, alegaba recientemente uno de los columnistas estrella de The Economist. Además, Schumpeter, como se llama la columna, iba más allá y se preguntaba acerca de su compromiso con la sostenibilidad, las condiciones de trabajo en sus fábricas y su abastecimiento de materias primas. “Todo es relativamente desconocido”, concluía.
Sin embargo, a medida que la compañía ha ido creciendo sí han aparecido informes sobre sus dudosas prácticas. En especial, enfocados a esa inmensa red de proveedores, sus relaciones laborales con los trabajadores y las condiciones. Incluido también la extensa red mundial de sociedades incrustadas en paraísos fiscales que utiliza.
Entre esos estudios sobresale uno ejecutado por la organización suiza Public Eye, que se especializa en “garantizar” que empresas y políticos asuman su responsabilidad para respetar los derechos humanos en todo el mundo.
ASÍ APROVECHA SHEIN LAS NECESIDADES DE LOS INMIGRANTES EN GUANGZHOU
El corazón de Shein se encuentra en la ciudad portuaria china de Guangzhou. Se trata de la tercera urbe más grande del país y tiene entre sus principales características su cercanía a Hong Kong. También es reconocida por contar con un gran número de residentes extranjeros y de inmigrantes ilegales procedentes de Oriente Medio, Europa del este, el Sudeste Asiático o de África. De hecho, se le conoce como ‘la Capital del Tercer Mundo’. En cuanto a la población china, un parte sustancial son migrantes rurales.
La investigación de Public Eye detalla como la confección de un vestido simple apenas retorna tres yuanes (unos 42 céntimos) al trabajador
Esa multiculturalidad que parece anecdótica es, sin embargo, una de las claves del éxito de Shein. En especial, para el caso de lograr mano de obra muy barata y que esté dispuesta a aceptar largas horas de trabajo. Unas condiciones que, incluso, son peores de las que considera legales el Gobierno chino para los trabajadores chinos.
Todo empieza en el distintivo organigrama del conglomerado chino. Una característica de su éxito es la fuerte distinción que hace con sus proveedores. También de los beneficios que consigue de que estos subcontraten a su vez el trabajo. Solo en el distrito de Panyu, dentro de Guangzhou, Shein mantiene un red de 300 a 400 proveedores, además, de otros 1.000 subcontratistas. Esos últimos, que suponen el grueso de la mano de obra de la compañía, son los encargados de fabricar los modelos más simples y también más baratos.
Pero no tienen las fabricas en el propio Panyu, sino que las mantienen deslocalizadas en zonas como Jiangxi, Guangxi o Hunan. La característica que une a estas regiones son los bajos costes de la mano de obra. De hecho, la investigación de Public Eye detalla como la confección de un vestido simple apenas retorna tres yuanes (unos 42 céntimos) al trabajador.
LAS DIFÍCILES CONDICIONES PARA LOS TRABAJADORES RASOS
Con esos costes es sencillo poder colocarlo luego a precios muy bajos en el mercado. Además, la forma de trabajar de Shein con sus proveedores y subcontratistas prácticamente exige que se pague por el trabajo hecho. En la escala más baja de la producción los trabajadores no tienen salario mínimo y solo cobran por lo que entregan. Eso supone jornadas maratonianas de unas 75 horas semanales y en las que no hay más de un día libre al mes.
Aun con tantas horas es difícil para un trabajador de clase baja que pueda llegar a fin de mes. De hecho, en las momentos de mayor demanda su sueldo apenas alcanza los 3.500 yuanes (unos 470 euros), lo que está por debajo del salario medio en China que ronda los 600 euros. Tampoco cuentan, obviamente, con un contrato que les asegure y las condiciones en las fábricas de salubridad y seguridad suelen ser muy malas. “No quiero pensar en lo que sucederá si se produce un incendio allí”, señaló una de las investigadoras.
Pese a todo, los trabajadores entrevistados no parecen descontentos. Una de las razones es que pocos pueden aspirar a mucho más siendo inmigrantes. Otra es que ven la posibilidad de ascender para ganar más dinero. Shein no cuenta con un sistema estratificado que apoye el desarrollo de sus trabajadores en capas más bajas, pero su política de pagar por prenda sí ayuda a ello. Al fin y al cabo, los empleados con más experiencia que pueden confeccionar prendas más elaboradas, y más caras, ganan más dinero.
AMBO, LA SALA DE MÁQUINAS LOGÍSTICA DE SHEIN
Así, Shein cuenta con una mano de obra “más cualificada” a la que paga mejor o promueve a sus proveedores a hacerlo. Al oeste del llamado Shein Village, el centro neurálgico de la compañía en Guangzhou, se encuentra el Honghui Properties Building. Se trata de un edificio lleno de talleres de confección, cada unos con 200 trabajadores de media, donde se confeccionan piezas más elaboradas y donde todo está más regulado.
En esas fábricas más profesionalizadas las condiciones son similares al resto. En concreto, con jornadas de 11 horas como mínimo y con un máximo de uno o dos días libres cada mes. Pero los salarios son bastante mejores. Un cartel de reclutamiento frente a la entrada de la fábrica enumera los salarios mínimos: Cortar hilos: 4.000 yuanes. Embalaje: 5000 yuanes. Planchado: 7000 yuanes. Todos ellos mejoran sustancialmente a los de sus ‘compañeros’ menos profesionalizados.
Finalmente, los empleados que más directamente están vinculados a Shein son los que trabajan en los centros logísticos. En este caso, la investigación de Public Eye encuentra el epicentro de la red de la firma china: un enorme almacén que se denomina Ambo que emplea a unos 10.000 trabajadores y que alquila al gigante logístico, Prologis.
Allí, en Ambo, no hay días libres ni se para nunca. También se trabajan más hora. De hecho, la jornada laboral puede alcanzar las 100 horas en los momentos de demanda más altos. El sueldo también reconoce: “si está dispuesto a trabajar por dos, puede lograr un ingreso atractivo de 7,000 yuanes [alrededor de 987 euros]”, se señala en el informe de Publi Eye. Un sueldo que en temporada alta puede ser todavía más alto.
SU EXTENSA RED EN LOS PARAÍSOS FISCALES
Guangzhou Xiyin International Import & Expor, ubicada en el distrito de Panyu, es la sede de Shein al menos desde 2017. El grupo cuenta con hasta 14 subsidiarias dedicadas a la fabricación. Aunque la oficina central desde la que se dirigen las actividades está en Hong Kong y es propiedad de Zoetop Bussines. La empresa también administra los derechos de marca internacional del grupo Shein.
Zoetop, a su vez, es el centro neurálgico de la red de compañías de Shein que están repartidas por diversos paraísos fiscales. Una de ellas es Beauty of Fashion Investment que tiene su sede en Islas Vírgenes. Pero sus vínculos van más allá. También se encuentran ramificaciones en las Islas Caimán en el caso de Elite Depot, en Delawere para Shein Fashion Group o Dublin, donde reside su negocio en Europa con Infinite Style Ecommerce.
Más allá, el grupo logra que los investigadores pierdan la pista. Por ejemplo, la parte europea está ligada a otras marcas como Epro E-Commerce, ZAGG Inc, 4Care GmbH, YesAsia.com Ltd o Wolt Enterprise Oy. Cada terminación señala el país en el que se ubican, por ejemplo, la terminación GmbH es de Alemania. Para los derechos de la marca en Estados Unidos el grupo usa la empresa de Roadget Businnes que está ubicada en Singapur.
En definitiva, la red fiscal articulada por Shein no es menos opaca que su política de proveedores. Aunque eso no es un problema. De hecho, ambas están creadas así para sacar el mayor beneficio posible de las circunstancias. Y lo está haciendo sin que nadie parezca levantar la voz en contra de su operativa poco escrupulosa. Muchos menos la generación que la encumbra. Y eso que decían estar más concienciados que ninguna otra sobre los derechos o el consumismo.