Sonsoles Ónega: «Uno no deja nunca de ser periodista»

En un espacio abierto entre dos grandes edificios nos espera, conversando con algunos compañeros, Sonsoles Ónega Salcedo (Madrid, 1977). Estamos en la sede de Atresmedia, en San Sebastián de los Reyes: un laberinto de cristal y ladrillo, coronado por su emblemática antena, donde la televisión no duerme.
Como el tiempo apremia, y más en la televisión, comenzamos la sesión fotográfica en un pasillo largo, vibrante, casi cinematográfico, donde cada paso parece avanzar entre informativos, platós y decisiones editoriales. Más que una producción, parece un encuentro entre la luz y una mujer que entiende el lenguaje de las cámaras casi tan bien como el de las palabras. No hay pose forzada ni necesidad de repetir.
Terminamos la sesión entre las redacciones de Antena 3 y La Sexta, donde se teclea la actualidad a quemarropa. Después vino la conversación, distendida pero sincera, donde se cruzan confidencias, ironía y respeto. Porque cuando dos profesionales se sientan a hablar, lo que ocurre no se puede guionizar.

UN APELLIDO QUE MARCÓ EL CAMINO
Hija del también periodista Fernando Ónega y de Marisol Salcedo, Sonsoles quiso contar historias muy pronto: “Desde pequeña me recuerdo escribiendo. Supongo que en aquellos años adolescentes escribía de mí, de mis dolores y mis lamentos, aunque luego sí que empecé a escribir de lo que veía en el mundo que me rodeaba. Eso, sumado a un entorno familiar periodístico muy apasionado con el oficio, supongo que me puso el camino muy fácil”, recuerda.
De haberse criado en un contexto diferente, Sonsoles cree que habría sido veterinaria, porque le encantan los animales “en todas sus versiones, desde los insectos hasta las especies grandes, pero supongo que era muy complicado: requería hacer ciencias puras, por lo que lo desestimé por incapacidad. Al final lo que hice fue letras puras y tanto mi hermana como yo nos encaminamos hacia el periodismo, lo que fue un disgusto en casa porque mi padre no quería”.
Con solo 17 años empezó a dar sus primeros pasos periodísticos en la revista Ecuestre “porque montaba a caballo y competía en doma clásica. Entonces me pareció muy útil escribir la crónica deportiva de los concursos”. Terminó licenciándose en Periodismo por la Universidad CEU San Pablo, junto a una generación que ella considera “prodigiosa”, pues además de compartir clase con Elsa Pataky, se estaban formando allí grandes periodistas como Ana Pastor y Jota Abril, además del escritor Juan Gómez-Jurado, entre otros.
Ser hija de Fernando Ónega le ha concedido la posibilidad de cobijarse bajo su sombra “a diario. Es mi consultor en la intimidad y, desde luego, mi referente a nivel profesional. De pequeña era el padre-imán, por la manera en la que vivía el oficio. Yo recuerdo verlo hablando por la radio, enviando artículos por el extinto fax o diseñando la cabecera del periódico con el tipómetro… Él siempre nos ha impulsado tanto a mi hermana como a mí, aunque de forma inconsciente”.
En verano de 1999 finalizaba la carrera de Periodismo y, justo en aquel mismo año, estaba naciendo la cadena CNN+ en España. “Fue un espacio maravilloso de aprendizaje periodístico, pero sobre todo de contratación, porque yo había hecho prácticas todos los años de carrera y no tuve opciones de quedarme en ninguno de los sitios en los que había estado. Dedicarme a la televisión no estaba en mis planes; primero, porque no creía que tuviera atributos; y segundo, porque me gustaba mucho escribir y me habría encantado trabajar en un periódico y hacer grandes reportajes. Pero acabé en la tele porque te contrataban”, explica Sonsoles.
Tras su paso por la cadena Cuatro, 2008 sería un año trascendental en la trayectoria profesional de Sonsoles Ónega, al incorporarse a los servicios informativos de Telecinco, donde ejercería durante diez años como cronista parlamentaria destacada en el Congreso de los Diputados. “Ha sido el periodo más largo de vida. Era la segunda legislatura de Zapatero, cuando estaba todo a punto de joderse como la Lima de Zavalita. El bipartidismo ya comenzaba a dar síntomas de agotamiento, la ‘sordera’ de los dirigentes políticos empezaba a ser preocupante y faltaban pocos años para que esa nueva política, que se hizo vieja en poco tiempo, aterrizara en el hemiciclo. Fueron diez años maravillosos en los que vivimos una abdicación de un rey, la coronación de un nuevo rey, una reforma de la constitución en tiempo exprés, y la llegada de nuevos partidos como Podemos y Ciudadanos que lo cambiaron todo, hasta la forma de relacionarnos con los políticos. De ahí aprendí que no existen verdades absolutas, que nadie la tiene y que todos atesoran algo de razón; y me hizo tener una visión muy amplia y rica del país en el que vivimos. Ahora me preguntas por las diferencias que veo hoy: sobre todo la falta de diálogo y de líderes políticos. En aquella época, aunque ya estaban en objetiva de cadencia, Pérez Rubalcaba y Mariano Rajoy eran capaces de llegar a acuerdos o, al menos, disimular el desencuentro. Ahora creo que la épica está en la división, en la diferencia, y no en todo aquello que podría hacer a los políticos ponerse de acuerdo”, señala.
Entre 2018 y 2022, Sonsoles Ónega estuvo al frente del programa de actualidad Ya es mediodía, en Telecinco, al mismo tiempo que ejercía como analista política en el espacio radiofónico La tarde de COPE. En 2020, amplió su registro profesional al ponerse al frente de las galas dominicales de La casa fuerte, su primer reality en prime time. Ya en 2021 y 2022, también condujo el programa vespertino Ya son las ocho. Uno de los grandes giros de su carrera se produjo en julio de 2022, cuando se incorporó a Atresmedia Televisión, convirtiéndose en el rostro de un nuevo formato para Antena 3: Y ahora Sonsoles. Una trayectoria marcada por su versatilidad y por haber sido testigo privilegiado de la transformación de los medios desde la primera línea.

«Me preocupa que cualquier ciudadano pueda erigirse en periodista»
¿Qué echa de menos del periodismo de antes y qué celebra del de ahora?
Echo de menos los tiempos, que eran más tranquilos que los de ahora. Y eso que me crie periodísticamente en CNN+, que era la televisión del “está pasando, lo estás viendo”, y había que contarlo cuanto antes mejor. Pero, aun así, había maestros y jefes para los que la noticia confirmada era la que se contaba. Nunca nos equivocamos adelantando una noticia que fuera mentira o con un titular equivocado. Yo creo que ahora estamos en un momento de demasiadas prisas, eso sacrifica el rigor; y la abundancia de información ha provocado el tiempo de mayor desinformación de cuantos hemos vivido últimamente. Hay tal avalancha de información que exige al ciudadano hacer una criba que no siempre está dispuesto a hacer, o que no tiene tiempo para hacer. Antes, las cuatro o cinco cabeceras mandaban, no sé si eso es bueno o malo, pero había una jerarquía. Ahora parece que todo vale, y eso me preocupa. Como también me preocupa que cualquier ciudadano pueda erigirse en periodista. Esto puede ser un poco ‘proteccionista’, pero yo creo que el periodista se ha formado para contar noticias y manejar la información, luego lo hará mejor o peor, o se per vertirá y se prostituirá según qué intereses, pero lo normal es que el periodista esté formado y tenga las reglas básicas de lo nuestro: el deber de confirmar, de contar verdades… cosas básicas que te enseñan en la universidad y que para mí siguen vigentes. Si no te operarías con alguien que no fuera cirujano, pues no pongas el derecho a la información en manos de quien no tiene formación alguna.
Me gustaría hablar de su rivalidad con Ana Rosa Quintana.
Yo, rivalidad, ninguna. Hemos tenido competencia en el mismo horario, y para mí competir con una de las grandes de la televisión es un reto vertiginoso y existe un componente personal que sería absurdo obviar: hemos compartido unos años muy bonitos de mi vida, muy duros de la suya, e indudablemente ese componente emocional ha estado presente durante el año y los meses que hemos competido. Se ría ridículo obviarlo.
¿Se siente ganadora?
Jooder [silencio]. Es que sueño con ella a veces.
¿Y cómo es ese sueño?
[Risas]. Los sueños no se cuentan, se realizan.
Son ambas periodistas muy influyentes. ¿Qué opina del feminismo?
Me da miedo que de tanto manosearlo acabe provocando bostezo a la hora de hablar de los asuntos de las mujeres que todavía necesitan ser arreglados y ajustados. No tenemos ahora mismo un problema de derechos ni de libertades, porque de eso ya se encargaron las que nos precedieron, y gracias de Dios, pero aún existen muchas desigualdades silenciosas e invisibles que son las más difíciles de detectar, para las que nos necesitamos fuertes, vigorosas y creíbles. Y ahí es donde me da miedo que el feminismo se desvirtúe un poco.
Es madre, escritora, presentadora… ¿Cómo se organiza una mujer que parece llegar a todo?
Pues divorciándome.
[Silencio]
Es muy difícil hacerlo todo, eso es evidente, y hay una renuncia muy importante de una cosa que no se compra y que se llama tiempo. Para poder hacerlo todo he renunciado a tiempo de ocio, tiempo social y tiempo familiar. Me ha costado un matrimonio, espero que no me cueste ahora mi noviazgo, pero ya he aprendido que lo que tienes que hacer es ‘escaletar’ mucho la vida. Si yo te cuento todo lo que he hecho antes de llegar aquí… te sorprenderías.
Si quiere saber qué opina Sonsoles Ónega de las facultades de periodismo, de la presión de los datos de audiencia, del ‘lenguaje inclusivo’, de cómo está viviendo que una novela suya se vaya a convertir en serie de televisión y lo que supuso para ella ganar el premio Planeta, entre otras muchas cosas, pida la revista Influencers en su quiosco.
Fotos (c) Jesús Cordero