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Spotify contra las cuerdas: podría dejar de ser gratis para no desaparecer

Pedro Ruiz| 11 de enero de 2023

El 3 de abril de 2019, Spotify salió a bolsa sin que su fundador, Daniel Ek, hiciera sonar la campana de la Bolsa de Nueva York. La razón es que casi por primera vez, al menos para una compañía de un tamaño considerable, su debut bursátil se hizo por ‘listado público’ y no por la tradicional OPI (Oferta Pública Inicial). La apuesta fue arriesgada, porque nadie se encargó de fijar un precio objetivo o de estabilizar las operaciones iniciales, pero también exitosa, ya que se convirtió en uno de los grandes estrenos de los últimos años. 

Ahora, casi cuatro años después, la evolución de la compañía parece seguir en ese segundo plano que Ek quiso mantener desde el principio. Y es que a día de hoy todo el mundo ha oído hablar del descalabro de Meta (Facebook), Tesla o Netflix, pero muy pocos saben que Spotify se ha hundido con más fuerza. De hecho, durante bien entrado el 2022 estaba entre las tres compañías tecnológicas que más caían, junto a Snap y DoorDash, al perder cerca de un 80% de su valoración

Un castigo terrible que no hace más que constatar que la compañía atraviesa por un momento delicado. Y es que, a diferencia de lo que ocurre con otros nombres propios de esa lista ‘negra’, Spotify presenta deficiencias que pueden hacer dudar de su viabilidad. Especialmente, en el aspecto financiero, donde: los ingresos se desaceleran, los costes crecen rápidamente, la deuda ya tensa el balance y los flujos de efectivo (el oxígeno de cualquier empresa) empiezan a fallar. Lo peor de todo es que no parece haber solución a la vista, ya que ni el modelo de negocio ni los cambios introducidos están haciendo efecto.

 

EL NEGOCIO EMPIEZA A DESFALLECER

Pese a que la valoración de empresas es una asignatura especialmente compleja, en la práctica puede resumirse a un par de apartados imprescindibles. El primero es reconocer el momento vital de una compañía para saber en qué fijarse. Las startups son firmas de rápido crecimiento que buscan alcanzar un tamaño crítico, por lo que los puntos claves son el número de usuarios, el dinero que abonan esos usuarios (los ingresos) y los costes en que se incurren. Spotify durante años se ha medido así, y además con buenos resultados.

 

Spotify
Daniel Ek, fundador de Spotify.

 

Pero eso no dura eternamente. Así, si entre el 2016 y el 2018, el crecimiento de ingresos fue del 78,1%, en los siguientes se redujo hasta el 42% y en 2022 apenas alcanza el 22%. A esa desaceleración se le une que los costes empiezan a afectar a la compañía. En el pasado año, los costes crecieron más deprisa que los ingresos (26% contra 22%) por primera vez en la vida de la compañía. Por último, esa descompensación le lleva a engordar los números rojos: en 2017, Spotify acumulaba pérdidas por 2.500 millones, que en 2021 escalaron hasta los 3.300 millones. Y solo en los nueve primeros meses del año pasado se sumaron otros 159 millones más.

A pesar de ello, todavía hay una cifra más problemática para Spotify: la evolución de sus flujos de efectivo. En pocas palabras, esa partida detalla lo que cobra y gasta la compañía (en dinero real) y cómo se distribuye. Al final, es imprescindible porque las empresas necesitan dinero para funcionar, de ahí que se asemeje al oxígeno en el cuerpo humano, y los flujos te muestran si lo que genera es suficiente para su operativa o necesita obtener dinero de otro sitio (endeudarse).

 

SPOTIFY EMPIEZA A QUEDARSE SIN OXÍGENO

Y la realidad es que esa evolución en Spotify es cada vez peor. Empecemos por lo principal, que es el dinero que obtiene realmente por su negocio, lo que se conoce como ‘Flujo Operativo’. Intuitivamente se entiende que es esencial, ya que si al desarrollar una actividad te cuesta dinero no es un negocio, sino un hobby. En el caso de la plataforma tecnológica sueca la buena señal es que no pierde dinero, pero su negocio cada vez le genera menos. En 2019, cuando la empresa salió a bolsa, esa cifra fue de 573 millones, mientras que en 2021 cayó a 361 millones y en los nueve primeros meses de 2022 apenas llegó a los 116 millones

A ese flujo operativo hay que restarle otro ‘flujo’ el de ‘inversión’, ya que se trata del dinero que la compañía utiliza para invertir (no confundir con los costes normales). En este caso, la partida en 2021 fue de 187 millones, lo que se sitúa por debajo de las cifras de 2020 y 2021. Esa caída ha ayudado a la compañía a mejorar sus cifras financieras, en especial, a no tener que endeudarse más de la cuenta. Aunque no siempre es buena noticia, ya que reducir notablemente la inversión puede limitar los ingresos futuros, por ello siempre hay que mantener un delicado equilibrio.

 

La alternativa para Spotify puede terminar siendo eliminar la opción de sus cuentas gratis.

 

Un equilibrio que Spotify no ha sabido mantener. De hecho, los últimos datos publicados por la compañía evidencian que los 116 millones logrados por su operativa no son capaces de cubrir los 322 millones que lleva invertidos en el último año. Eso implica que la compañía necesita financiación exterior, lo que eleva sus deudas, debilitando su posición financiera. De hecho, la firma emitió hasta 1.300 millones de dólares en deuda convertible, la cual en caso de impago se puede transformar en acciones, una característica que acelera las caídas en Bolsa cuando la cosa va mal. 

 

¿PODRÍA ELIMINAR SPOTIFY SUS CUENTAS GRATUITAS? 

La suma de todos esos contratiempos financieros no deja en buen lugar a Spotify, pero tampoco debería de ser algo insalvable. Al fin y al cabo, las empresas alternan momentos de solidez con otros en los que aparecen ciertas tensiones. Pero sí hay algo que puede complicar mucho más las cosas: un modelo de negocio decadente y que la Dirección no es capaz de levantar. Quizás ese es el principal reto que tiene Spotify sobre la mesa. 

Spotify lanzó un modelo de suscripción híbrido que ha sabido explotar notablemente, en especial, gracias a que su gratuidad ha atraído a un gran número de usuarios a los que se intenta fidelizar. Con ello, la base de clientes supera ampliamente a cualquier otra compañía similar. Pero esa fortaleza también puede ser una debilidad si con el tiempo no eres capaz de rentabilizar adecuadamente a ese grupo que se beneficia del servicio gratuito. Algo que ha terminado por ser fundamental, como demuestran Apple y Amazon.

Cuando Apple lanzó su servicio de música dio a los usuarios un periodo de prueba de tres meses, para después pasar a ser de pago. En pocas palabras, lo que venía a decir ese modelo es que si después de ese tiempo no ha fidelizado al usuario no merece la pena seguir perdiendo dinero. Amazon, por su parte, entiende su plataforma musical como un complemento de algo más grande, Prime, con lo que rentabilizarlo. La respuesta de Spotify ha sido ir más allá en cuanto a servicios con la creación, por ejemplo, de su área de podcast. Una apuesta que no ha traído, por el momento, el rendimiento esperado.

Al final, los directivos de la compañía se ven envueltos en un laberinto del que es difícil salir. Los intentos por ‘convencer’ a sus usuarios a ser premium no termina de funcionar; la idea de crear un híbrido, con publicidad, como ha hecho Netflix no sirve, porque ya es la base de su negocio actual. Y mientras, las tensiones financieras aprietan a los directivos para buscar soluciones.

La alternativa puede terminar siendo eliminar la opción de sus cuentas gratis y mantener precios más bajos con anuncios. Al fin y al cabo, fuerzan a muchos a unirse al grupo premium sin perder por el camino a los que ya pagan. Además, renunciar a una parte de la publicidad, en un momento de baja inversión, no parece un problema muy grande. Por último, los costes disminuirían notablemente. Aun así, es una apuesta demasiado arriesgada, por lo que la pregunta es: ¿se atreverá Daniel Ek a cambiar el modelo que le llevó al éxito? Y en ese caso, ¿será suficiente?

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