A pesar de la gran cantidad de gente que pasa sus últimos días en hospitales, éstos pueden ser un lugar difícil para morir. Tanto como para el enfermo como para la familia, generalmente abocada a frías salas de espera, incómodos sillones y abarrotados espacios comunes.

Las salas de espera tradicionales podrían tener los días contados.
Esto es lo que quieren cambiar en Irlanda. Un programa piloto, llamado Design & Dignity Programme, ha creado habitaciones para que los familiares del enfermo tengan un sitio cómodo para hacer frente a los momentos difíciles. La experiencia de prueba ha durado seis meses, con un presupuesto de cerca de 50.000 dólares. Los participantes en el proyecto desarrollaron un espacio tranquilo y calmado, con colores más vivos y una luz cálida opuesta a los fluorescentes de hospital. Cuadros en las paredes y una pequeña cocina completan el conjunto.
Tras la toma de contacto, en la que los familiares de los pacientes reaccionaron positivamente, el programa será ampliado a otros hospitales del país. Cada habitación costará entre 6.000 y 60.000 dólares, sugiriendo un amplio espectro de prestaciones.
Por otro lado, Paul Roscoe, un veterano trabajador en el sector de la sanidad, ha fundado la startup Docent Health. Esta compañía trata de mejorar la experiencia para el paciente, acercando a los hospitales las prácticas de los mejores hoteles de cinco estrellas y de los restaurantes de moda.
Si bien el proyecto no está tan avanzado para llegar a esos niveles, ya ha sido testado. Durante la prueba piloto, el quipo de Roscoe contactaba con un paciente que tenía una cita para cirugía. Le asignaban un «enlace» que mediante una tablet estaba en contacto permanente con el paciente, el cual le comentaba su experiencia hospitalaria y sus deseos. Con esta primera prueba, Docent Health recabó datos para aumentar el alcance de sus servicios y hacer la estancia del paciente infinitamente más cómoda.
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