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La tecnología disruptiva, una montaña rusa de sensaciones para los inversores

Pedro Ruiz| 23 de mayo de 2022

Emociones fuertes. Los inversores que elijan como rama de inversión lo que se conoce como tecnología disruptiva deben estar preparados para todo. Algunos encontraran las nuevas Facebook o Amazon obteniendo grandes revalorizaciones. Otros, en cambio, elegirán a algunos de los competidores que se queden por el camino o que sean adquiridos por otras más grandes. Y es que hay pocas cosas más rentables que apostar por las tecnologías que van a cambiar el mundo. Aunque también hay pocas cosas que sean más difíciles para un inversor, incluso siendo profesional o muy especializado, que acertar con la adecuada.

La tecnología disruptiva se define como los avances tecnológicos que podrían mejorar la función cognitiva humana y las capacidades físicas, así como transformar la forma en que vivimos y hacemos negocios. Una descripción que engloba áreas tan distintas como el software, el propio internet, la realidad virtual, los vehículos autónomos o el blockchain (las criptomonedas) como paradigma del cambio radical en el mundo de las finanzas. Pese a esas diferencias todos comparten una idea central cómo es la de hacer que el mundo funcione más fácil.

Y también más eficiente. Por suerte, todas esas tecnologías están consolidadas y en mayor  o menor medida van a cambiar el mundo. Pero lo que no se sabe es cuál de ellas puede tener más penetración en la sociedad (más ganancias) y mucho menos las empresas o los activos dentro de ellas que van a triunfar.

Eso es lo realmente difícil, en especial, porque en algunos sectores no se aprecian grandes nombres porque forman parte de algunas empresas ya establecidas. El negocio en la nube es un buen ejemplo de ello. En la actualidad, los grandes ganadores son Amazon con AWS, Microsoft con Azure y Google con Cloud Platform.

Pero por detrás hay un gran número de firmas con enorme potencial y menos conocidas. HashiCorp salió a bolsa en Nueva York en diciembre con una valoración de 8.000 millones, cerca de tres veces más que su valoración en 2020. CloudFix se presentó en Las Vegas con un servicio que cobra una suscripción para ejecutar la configuración de un cliente a través de un software que optimiza su rendimiento en la nube. Cloudflare ayuda a sus clientes lanzó un nuevo servicio de almacenamiento de datos que no cobra por las salidas digitales.

Otras firmas emergentes son Cloudwiry o Zesty. Incluso gigantes como Oracle no son conocidos por este negocio pese al incremento de sus ventas.

 

TECNOLOGÍA DISRUPTIVA: DE LA REALIDAD VIRTUAL AL MUNDO CRIPTO

Otra peculiaridad de esta megatendencia de inversión es la facilidad con la que se pueden hibridar los sectores. Algo que es difícil de hacer en otros muchos. Un buen ejemplo de ello es la relación cada vez más estrecha entre los desarrollos de la realidad virtual y del mundo cripto. Obviamente, no se solapan, pero se entienden cada vez más de forma conjunta bajo un nombre ahora ya muy conocido: metaverso. Así, la primera tecnología debe ofrecer la capacidad inmersiva para el usuario. Para ello, los gigantes tecnológicos cada vez están apostando más por ello.

Todo empieza en dos mundo: la realidad virtual normal (VR) o la aumentada (AR) en la que las imágenes de la computadora se superponen a la visión del mundo del usuario. Se sigue con los artículos necesarios para ellos como son los auriculares especiales, un apartado en el que hay una guerra frenética. Meta va a lanzar Cambria, su kit de realidad virtual más novedoso. Pero todos la siguen. Microsoft va a hacer lo propio con HoloLens, Google última Iris y Apple puede presentar los suyos a final de año. Incluso otras como ByteDance, dueña de TikTok, Sony y Snap están entrando o ya están dentro del negocio.

El siguiente paso es monetizar un mundo así. Más allá de los videojuegos o las posibilidades audiovisuales como retransmisiones, el metaverso también quiere ser un mundo real. Eso implica que la gente pueda hacer sus compras a través de él, incluso tenga sus propiedades dentro de ese mundo. Entonces, las monedas virtuales deben ser la clave en este proceso.

De ahí, que muchas criptomonedas estén ligadas a sus propios metaversos. También los esfuerzos y el crecimiento de la llamada Web.3 como una evolución del actual comercio electrónico. Pero cuidado con las expectativas, ya que los Bancos Centrales preparan sus propias monedas digitales para ser utilizadas en estos espacios.

 

DOS LECCIONES DEL COCHE AUTÓNOMO

El último gran pilar de esta megatendencia es la evolución de la tecnología del coche autónomo. También probablemente es la más conocida de todas ellas, tanto por su sencillez explicativa (un coche que funciona solo) como por los años que se lleva advirtiendo de que ya estaba ‘casi’ lista. Lo de ‘casi’ lista es importante porque lleva así ya una década y la realidad es que no está cerca de implementarse. De hecho, se prevé que para los vehículos tarde en llegar todavía entre cinco y diez años, como mínimo. Y aunque para camiones podría verse antes, no demasiado pronto.

Aun así esos dos hechos explican un paradigma del campo de la tecnología disruptiva que no conviene olvidar. También explica otro principio de lo difícil que es avanzar en sector sector en concreto. En principio, se pensaría que es más fácil hacer un coche autónomo que un camión, tanto por tamaño como por peligrosidad. También sería más rentable, al ser más. Pero los incentivos no funcionan así.

Los camioneros han sido una de las profesiones no cualificadas mejor pagadas y más demandadas con el auge del comercio electrónico. De hecho, absorben una parte importante del margen, eso es lo que empuja a las compañías a apostar más por su desarrollo. Además, los viajes en camión más abundantes son por grandes autovías y eso es más fácil automatizar, de hecho, ya se podrían hacer. En cambio, los vehículos lo tienen más difíciles, ya que se utilizan en mayor medida dentro de ciudades un desafío para la que la IA no todavía está preparada.

El artículo puede leerse en el especial de Megatendencias publicado en la revista Influencers.

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