Se dice que fue el poeta Gonzalo de Berceo, en el siglo XIII quien acuñó esta expresión en su obra Vida de Santo Domingo de Silos, donde escribía que «quería hacer una prosa en román paladino, en el que suele el pueblo hablar a su vecino». Pues justo eso es lo que voy a intentar yo, explicar qué es esto del Low Code, No Code, en un lenguaje que todos podamos entender.
No es por casualidad que veamos este concepto a más y mayores, según GARTNER, en el 2024, el desarrollo de aplicaciones de bajo código (Low Code) será responsable de más del 65% de la actividad de desarrollo de aplicaciones. Cuanto menos, la cifra llama la atención ¿verdad?
Low-code es un enfoque de desarrollo de software que requiere muy poca (a veces, hasta ninguna) codificación para crear aplicaciones y procesos. Es como si en lugar de tener que construir un muro ladrillo a ladrillo, nos diesen el muro hecho o bloques más grandes que el ladrillo, que facilita y acelera el levantamiento del mismo.
Una plataforma de desarrollo low-code utiliza interfaces visuales con una lógica muy simple y funciones de arrastrar y soltar en lugar de escribir líneas y líneas de código. Estas herramientas intuitivas permiten a los usuarios sin conocimientos formales de codificación o desarrollo de software crear aplicaciones para muchos propósitos. ¿Podríamos entonces hablar de la democratización de la programación? Sí, es un gran salto hacia ese concepto.
Como ya he comentado en alguno de mis artículos, una de las razones por las que no se está yendo más deprisa en lo que a la #digitalización se refiere, es la falta de entendimiento entre las áreas de negocio y de tecnología. Pues bien, este enfoque de desarrollo de software viene a ayudar a resolver este problema. Ya estamos viendo (y esto no ha hecho más que empezar), cómo profesionales que llevan mucho tiempo en el área de operaciones o negocio, son capaces, con una previa formación en “Alfabetización Digital”, de crear código, ayudando así a la, tan necesaria, automatización de procesos y transformación digital sin necesidad de estresar a los departamentos de Tecnología.
Aclarado el concepto de low code, apare una nueva terminología, que me veo obligada a mencionar por proximidad a la anterior. Me refiero al concepto, No-code. Aunque la línea entre los dos es muy sutil, existen algunas diferencias clave.
Así como las plataformas No-code están al alcance de la mano de cualquier usuario empresarial final, las plataformas Low-code requieren de esa alfabetización digital mínima a la que hacia mención anteriormente. Podríamos hablar de tres niveles en términos de exigencias formativas. El Primero, que podríamos colocar visualmente en la base de una pirámide, que requiere conocimientos fuertes en programación (a lo que hemos estado acostumbrados toda la vida). El Segundo, intermedio, al que pueden llegar personas de negocio con una formación o conocimientos extra (lo que se ha dado en llamar en el mundo anglosajón como up-skilling) y el Tercero, el nivel superior al alcance de cualquier usuario final acostumbrado a manejar aplicaciones ofimáticas, móviles y demás, de uso cotidiano.
Para terminar, decir que las plataformas No-Code (sin código) nacen a partir de la necesidad que los usuarios finales tienen al respecto de ciertas problemáticas con las que conviven en su día a día y que son comunes a otros usuarios que desarrollan su labor en la misma o en diferentes industrias (solemos referirnos a ‘casos de uso’). Ahora bien, al basarse en una capa de interfaz de usuario preestablecida es cierto, que la flexibilidad es menor, pero aun así, MERECE LA PENA.
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