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Throning: cuando el amor es una estrategia de poder (y visibilidad)

Ángel Sánchez| 8 de abril de 2025

Por qué la Generación Z está redefiniendo las relaciones con una mirada más pragmática (y viral) que romántica decantándose por el throning.


“Dime con quién sales y te diré qué puesto ocupas en la pirámide social”. Esta máxima, actualizada para la era TikTok, podría explicar la última tendencia emocional –o más bien estratégica– que arrasa entre los más jóvenes: el throning.

En un mundo donde la notoriedad digital es una moneda de cambio tan valiosa como el amor (y a veces más), el throning consiste en emparejarse con alguien que mejora tu estatus social, económico o mediático. No por amor romántico, sino por amor al trono. O, al menos, a los privilegios que vienen con él.

Y no, no es nuevo. Lo que sí es nuevo es que ahora se hace con absoluta consciencia, se nombra como si fuera una categoría más de Tinder, y se comparte públicamente sin ápice de culpa. Bienvenidos al amor 3.0.

Qué es el throning, exactamente

El término proviene del inglés ‘throne‘ (trono), y alude a la estrategia de vincularse sentimentalmente con alguien cuya posición permite acceder a círculos de poder, lujo o visibilidad. En el throning, la pareja es una palanca. El vínculo, una inversión. Y la relación, una plataforma.

¿Ejemplos? ‘Influencers’ emergentes que comienzan a salir con celebrities consolidados. Estudiantes de universidad que buscan pareja entre hijos de millonarios. Creadores de contenido que apuntan a noviazgos que garanticen virales conjuntos. Nada es casual. Todo es cálculo.

Y lejos de ocultarlo, muchos lo exhiben. En TikTok, el hashtag #throning ya suma millones de visualizaciones, con vídeos que mezclan humor, confesiones y guías prácticas para lograr un match estratégico. Porque en la era de la economía de la atención, la pareja ideal no es solo quien te hace reír… sino quien te hace crecer (en seguidores).

De la realeza a los reels

El throning no nació en internet. La historia está repleta de alianzas amorosas por conveniencia. Reyes y reinas que se casaban para consolidar imperios. Estrellas de cine que unían carreras en matrimonios de portada. Lo novedoso es la democratización del fenómeno: hoy cualquiera puede aspirar a un ‘ascenso social por contacto sentimental’, siempre que se mueva en el entorno digital adecuado.

Las redes sociales han convertido el amor en contenido y la pareja en branding. Y eso cambia las reglas del juego. Ya no basta con ser guapo, simpático o detallista. Ahora hay que ser ‘posicionable’. Tener buena cámara, comunidad activa y un feed estéticamente coherente. Un fenómeno que avanza en paralelo a lo que ya exploran las apps de citas más modernas, como contamos en nuestro artículo ‘Ligar en tiempos de inteligencia artificial’.

El amor se sube en vertical y con filtros. Y si no se puede monetizar… quizás no sea rentable.

¿Amor interesado o interés amoroso?

Los críticos del throning lo ven como una perversión de los afectos, una muestra de que las emociones han sido completamente absorbidas por la lógica capitalista. Pero otros lo interpretan como una adaptación racional a un sistema en el que el capital simbólico es tan determinante como el económico.

“Si las relaciones amorosas siempre han estado atravesadas por la conveniencia, ¿por qué escandaliza que ahora se hable de ello abiertamente?”, se preguntan los defensores del throning. Para ellos, es simplemente una forma de supervivencia emocional en una jungla digital hipercompetitiva.

Además, el throning también se produce en ambos sentidos. No solo hay personas que ‘suben’ al emparejarse. También hay otras que disfrutan del poder de ser elegidas por su estatus. Es una simbiosis. Una estrategia. Y para muchos, una forma de empoderamiento.

throning

Influencers digitales y throning: ¿relaciones de verdad o colaboraciones encubiertas?

En el mundo de los influencers digitales, el throning se ha convertido en una práctica habitual, aunque no siempre reconocida. La pregunta ya no es solo “¿están juntos?”, sino “¿por qué están juntos?”. ¿Hay amor o hay campaña conjunta? ¿Comparten cama o estrategia de contenidos?

Algunas relaciones duran lo que un contrato de patrocinio. O lo que tarde en desaparecer el interés mediático. Otras, sorprendentemente, evolucionan hacia vínculos reales. Porque sí, el amor también puede nacer del interés. Y no hay algoritmo que lo impida.

Pero lo que está claro es que muchas de las parejas más seguidas en redes se han formado no solo por atracción personal, sino por compatibilidad de públicos, formatos y objetivos. El amor, en tiempos de engagement.

El nuevo mapa del deseo

Si algo demuestra el auge del throning es que la Generación Z no tiene miedo a redefinir lo que significa enamorarse. Para ellos, los afectos no están reñidos con la estrategia. Y la admiración personal puede ir de la mano con la conveniencia.

En el fondo, se trata de una forma de aspirar a más. De construir una vida mejor. De buscar oportunidades también en el amor. Como quien elige una universidad o una empresa, algunos jóvenes eligen pareja con los mismos criterios: ¿me aporta?, ¿me impulsa?, ¿me lleva donde quiero estar?

Puede sonar frío. Pero también puede ser la forma más honesta de amar en una sociedad hiperconectada.

¿Es el throning una tendencia pasajera o la nueva normalidad emocional? Todo indica que, al menos por ahora, ha llegado para quedarse. Y que seguirá evolucionando.

Tal vez lo siguiente sea el micro-throning: relaciones de conveniencia a escala local, con microinfluencers o figuras relevantes en nichos concretos. O el reverse throning: figuras públicas que buscan pareja anónima para reconectar con lo real. O incluso el AI-throning: relaciones entre humanos y asistentes virtuales con proyección mediática.

El futuro sentimental será tan líquido como el presente. Pero, eso sí, siempre con storytelling.

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