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Las empresas se preparan para el desabastecimiento ante la amenaza de los transportistas

Pedro Ruiz| 8 de marzo de 2022

Las derivadas de la guerra entre Rusia y Ucrania sobre la economía española se multiplican. La última es la amenaza cada vez mayor de los transportistas de frenar su actividad si persiste la escalada de precios. Una hipótesis que parece cada vez más factible a medida que se puede materializar un embargo del petróleo ruso. De hecho, las principales casas de análisis a nivel mundial empiezan a colocar el precio del barril de Brent por encima de los 200 dólares en algún momento próximo. Una situación que elevará las tensiones existentes a niveles nunca vistos.

“Si la situación sigue así y el precio de la gasolina no para de subir, no queda más remedio que tener que parar”, explica un empresario dedicado al transporte. “Somos entre 40 y 45 conductores autónomos y de momento solo lo estamos hablando, pero si las empresas que nos contratan no nos pagan más, pararemos seguro”, señalan otras voces del sector. Y es que a medida que el precio de los combustibles escala a valores históricos, cada vez son más los transportistas —autónomos o no—, que están dispuesto a paralizar todavía más España.

Una situación que empieza a ser crítica por varios motivos. El primero y más importante es que no parece que la escalada haya acabado. Más bien todo lo contrario. Y es que Rusia es el segundo máximo exportador de petróleo del mundo, con casi cinco millones de barriles cada día, una cantidad que es prácticamente imposible de sustituir en la actualidad. El segundo es que a pesar de las elevadas cifras por el enfrentamiento bélico, en realidad, la espiral inflacionista ya había comenzado anteriormente, por lo que es muy difícil pararla.

 

EL TEMOR DE LOS TRANSPORTISTAS: EL PETRÓLEO A 200 DÓLARES

La escalada de los precios de los combustibles viene de atrás, pero este pasado domingo 6 se alcanzó uno de los picos históricos. “Ahora estamos hablando con nuestros socios y aliados europeos para considerar de manera coordinada la posibilidad de prohibir la importación de petróleo ruso», anunció Antony Blinken, secretario de Estado de Estados Unidos. Al día siguiente, los mercados explotaron. El crudo Brent alcanzó casi los 140 dólares, el doble que hace tres meses, mientras que ahora se especula que ese precio alcance los 200 dólares si la guerra en Ucrania empeora.

Pero las tensiones, obviamente, vienen de atrás. Así, el equilibrio entre la demanda y la oferta de petróleo en el mundo estaba descompensada ya el año pasado. El principal problema ha venido por el lado de la producción. Así, el suministro de crudo se ha mantenido limitado como resultado de la falta de inversión, hasta el punto de que la propia OPEP no ha podido cumplir objetivos. El desfase se cree que puede alcanzar el millón de barril por día, lo que ha llevado el precio del petróleo cerca de los 100 dólares. Aunque el efecto ruso puede llevarlo al siguiente nivel.

Rusia produce unos 4,5 millones de barriles de petróleo por día, además de otros 2,5 millones adicionales en otros productos relacionados. Se trata de una capacidad tan ingente que un bloqueo a las reservas rusas no puede ser reemplazado por otro proveedor, ni siquiera una combinación de todos ellos. De hecho, los bancos de inversión señalan que el gran productor mundial, Arabia Saudí, podría incrementar su producción solo en un millón de barriles extras. Incluso toda la OPEP no alcanza a dos millones adicionales, mientras que la suma de Canadá, Brasil y Guyana sería muy inferior a un millón más.

 

LAS DIFÍCILES ALTERNATIVAS

Aun así, el bloque occidental está intentando buscar alternativas. Una es acudir a las reservas estratégicas, que suponen unos 60 millones de barriles de petróleo. El paso adelante sería histórico ya que solo se ha recurrido a este colchón de emergencia en un par de ocasiones: la guerra de Irak-Kuwait en 1990, el huracán Katrina en 2005 y la guerra civil de Libia en 2011. Pero tampoco es una solución a largo plazo ya que solo serviría para unos meses. La otra opción es apoyar que las compañías inicien nuevas perforaciones, pero las firmas petroleras siguen molestas con EE.UU. y otras partes del mundo por criminalizarlas continuamente.

También se está recurriendo a otros países como Venezuela o incluso Irán. Pero no será ni mucho menos instantáneo, de hecho, las instalaciones del país sudamericano deberían construirse de nuevo, prácticamente. Al final, la situación parece abocada a semanas o incluso meses de petróleo alto y combustibles en máximos. Justo lo que temen los transportistas en España y en Europa, y apuntan directamente a los gobiernos. Al fin y al cabo, la mitad de la factura que pagan ahora mismo son impuestos y una rebaja de las tasas ayudaría a controlar la situación.

Aunque esa respuesta tampoco parece llegar de momento. Gobiernos como el español parecen no querer saber nada del tema, pese a los movimientos de otros como los polacos. Es más, la intención es hacer un pacto de rentas para frenar precisamente el aumento de los pagos, por ejemplo, a transportistas y trabajadores. Por ello, se prevén movimientos importantes en las próximas semanas si, como se espera, la situación no mejora; y uno de ellos puede ser un parón en los transportes. Y es que las verdaderas consecuencias de la guerra todavía no han empezado a llegar a Europa.

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