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¿Y se acabó la contaminación?

Silvia Leal| 10 de diciembre de 2020

contaminación

 

¿Quién no envidió a Michael Knight en la serie de televisión El coche fantástico? ¡Vaya suerte que tenía el justiciero! Interpretado por David Hasselhoff, el protagonista luchaba contra el crimen organizado siempre asistido por KITT, su amigo y compañero, un automóvil autoconsciente con una marcada personalidad, muy inteligente y que, además, hablaba. Esta serie logró cautivar a la sociedad de la época y aún permanece como todo un referente para el mundo de la automoción.

Y, desde entonces, todos deseábamos que la ciencia nos permitiera disfrutar cuanto antes de las prestaciones de un coche así y la verdad es que este sueño no ha tardado mucho en cumplirse. Conocimos a KITT en los ochenta y tan solo unas décadas después muchas de las cosas que en ese momento eran simple ficción de televisión ya están inventadas.

KITT era un Pontiac Firebird de 1982 con motor delantero y tracción trasera, un coupé biplaza que, al presionar el botón Turbo Boost, aceleraba de 0 a 100 km/h en dos segundos y que era capaz de coger, en los primeros capítulos de la serie, una velocidad máxima de 320 km/h. Sin embargo, el tiempo avanzaba y la tecnología de la serie también, por lo que en la cuarta temporada la velocidad ya pasó, en modo persecución, a los 482 km/h.

No obstante, una de las cosas más fascinantes de KITT eran su locuacidad y conciencia. Por esa razón, cuando a Elon Musk le preguntaron por Twitter si sus coches llegarían algún día a tenerlas, igual que KITT, respondió simplemente «sí», no dejando lugar a malas interpretaciones ni a las dudas. Lo que no sabemos es cuándo sucederá.

¿Vendrán a socorrernos con un «KITT te necesito»? Estas eran las palabras que usaba su dueño para pedirle ayuda a través de su codiciado reloj, porque KITT era capaz de conducir solo. Era un modelo de coche autónomo, algo que avanza muy rápido entre los fabricantes del sector, aunque todavía podría tardar en llegar por el freno que supone la falta de una regulación mundial armonizada.

En la actualidad, el 33% de los accidentes mortales son el resultado de una distracción, el 29% de una velocidad inadecuada y el 23% están asociados al consumo de alcohol o las drogas. En pocas palabras, son fruto del factor humano y, por esa razón, confieso que me encuentro entre quienes esperan que todo esto avance tan rápido como sea posible.

Sin embargo, ¿cuál es el precio a pagar? De hecho ¿os lo estáis preguntando ya? KITT era un coche fascinante y un compañero de viaje sin igual. Pero… ¿cuánto contaminaba? ¿Era respetuoso con el medioambiente? ¿O esto no era para él una prioridad?

Hoy todos sabemos que en este punto KITT ya ha sido superado por otra tecnología: por los coches eléctricos. Por todo ello, ¿no es maravilloso poder presumir de una de esas etiquetas “Cero emisiones”? ¡¡¡Y lo es!!! Pero no nos engañemos, estos coches también le pasan factura al ecosistema puesto que se mueven gracias a la electricidad almacenada en sus baterías y, aunque eso no emite CO2, el proceso para la obtención de su energía sí que lo hace.

En concreto, según el Informe Well-to-Wheels del Centro Común de Investigación de la Comisión Europea, las emisiones generadas por un vehículo eléctrico están de media en un total de 58 gramos de CO2 por kilómetro recorrido… Es decir, igualmente hay un importante trabajo por hacer para eliminar la huella ambiental.

La buena noticia es que hay mucho esfuerzo detrás para que cada vez sea mayor la parte de la producción eléctrica que provenga de fuentes renovables, lo que reduciría enormemente el daño final sobre el planeta, lo que, sin embargo, no evitará que su circulación igualmente deje una huella.

En pocas palabras, aunque vamos por buen camino, su producción, compra y conducción también exigen que tengamos un comportamiento muy responsable…

 

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