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Zuckerberg dilapida 75.000 M$ en el aniversario de Meta

Pedro Ruiz| 21 de octubre de 2022

El 6 de marzo de 2019, Mark Zuckerberg anunció que Facebook daría un nuevo giro en su estrategia de negocio. El multimillonario habló entonces de crear “una plataforma centrada en la privacidad” en torno a WhatsApp, Instagram y Messenger, en la que los mensajes estarían codificados de extremo a extremo, de modo que ni siquiera la propia Facebook pudiera leerlos. La idea, poco explícita, posibilitaría a la tecnológica brindar a compañías y particulares servicios y, en especial, ir más allá en su plataforma de pagos y cobrar por ello.

Pese a que el nuevo modelo de negocio parecía poco ambicioso, comparado con las megalómanas ideas de los excéntricos multimillonarios de Silicon Valley, pocos dudaron de él. Al fin y al cabo, la última gran remodelación del proyecto Facebook, allá por 2012, fue todo un éxito. Y es que la corazonada de Zuckerberg de centrarse en las aplicaciones móviles y desechar en cierto sentido los PC le llevó a adquirir dos compañías, principalmente, que a día de hoy son verdaderos gigantes: WhatsApp e Instagram. También le valió para multiplicar en poco tiempo la valoración de la compañía desde los 60.000 millones en 2012 hasta superar el billón de dólares.

Pero con el paso del tiempo, la fe ciega en Zuckerberg se ha convertido más bien en resignación. Por un lado, porque la compañía está aturullada entre un sinfín de problemas: su buque insignia, Facebook, como red social, se ha quedado obsoleta; Apple; los políticos estadounidenses y europeos parecen haberse puesto de acuerdo para poner todo tipo de impedimentos al desarrollo de su negocio; y su gran amenaza, TikTok, se ha convertido en un competidor terrible. 

 

DE FACEBOOK A META PASANDO POR LIBRA

Por otro lado, e incluso más importante, que la compañía no es capaz de sobreponerse a dichos contratiempos. De hecho, parece desnortada en mitad de un nuevo cambio transcendental, el tercero, que llega además cuando el segundo no se ha culminado. Al menos, satisfactoriamente. Y es que uno de los golpes más duros que recibió la firma fue el triste final de su proyecto de criptomoneda, libra (Diem), con la que iba a crear todo un ecosistema de pagos. La idea se anunció en junio, poco después de dar las primeras pinceladas de su plan, pero terminó chocando contra tantos impedimentos, especialmente políticos, que se abortó definitivamente.

Ahora, el problema parece que vuelve a ser el mismo. Hace exactamente un año, Zuckerberg anunciaba que la compañía enterraba el nombre de Facebook para convertirse en Meta. La decisión se podía leer desde varios puntos de vista: una era que al eliminar el nombre de Facebook de la empresa se conseguía mejor aislar el negocio de su marca menos de moda. Otra era que se trataba de una estratagema en este caso para aislar al negocio de una marca que tras muchos años de problemas estaba asociada a una muy mala reputación. La última es que con ese movimiento conseguía poner en la diana su nuevo objetivo de convertirse en sinónimo de la llamada próxima gran revolución: el metaverso.

 

Mark Zuckerberg, fundador de Meta (Facebook).

 

Probablemente todas ellas tienen parte de razón, aunque en mayor proporción la tercera. Y es que la sincronización del lanzamiento fue impecable. Hace un año, las búsquedas en Google de «metaverso» se dispararon y Wall Street avivó la exageración. Según Bernstein, una firma de análisis, el término apareció 449 veces en las llamadas de ganancias del tercer trimestre del año pasado, frente a las 100 del segundo trimestre del 2021. Además, añadió que puede llegar a generar cerca de 2 billones de ingresos anuales potenciales. Por su parte, Jefferies, un banco de inversión, señaló que aunque el fenómeno puede estar a más de una década de distancia, tiene el potencial de alterar “casi todo en la vida humana”.

 

META DILAPIDA 27.000 M$ EN EL SUEÑO DE ZUCKERBERG

Pero como pasó con ese segundo giro estratégico ideado por Zuckerberg, el tercero también parece estar consolidándose de mala manera. Y, lo peor de todo, es que no está siendo por falta de inversión. Y es que Reality Labs, la división de metaverso de la empresa, ha acumulado hasta ahora pérdidas de 27.000 millones de dólares. Además, la compañía sigue adelante con su plan de tener en nómina a más de 10.000 personas en su primer año de vida. Y, por último, tampoco ha cesado en su afán de sacar productos: el 11 de octubre, Meta presentó unos auriculares Quest Pro más avanzados y el propio Zuckerberg mostró un prototipo de hardware que incluye un dispositivo de entrada neuronal que se lleva en la muñeca; además, un Quest 3 y Quest Pro 2 ya están en proceso.

Un avance tan extraordinario como costoso. Tanto, que la compañía parece estar perdiendo la fe de hasta sus seguidores más aguerridos. ¿Cuánta de esa convicción ha perdido? En términos económicos se podría decir que ha dejado por el camino casi un 60% de sus fieles y unos 500.000 millones de dólares, unos 75.000 millones del propio Zuckerberg, según su evolución bursátil en el último año. Pero quizás esa caída podría resultar excesiva. Al fin y al cabo, una forma de entender el Metaverso es el de una plataforma de realidad virtual interactiva en la que tanto existe una relación social -como red social-, como económica -de pagos (¿con su propia moneda?)-.

En definitiva, los últimos cambios de Facebook podrían ser una parte de algo mucho más grande que está por llegar. Y aunque en la actualidad la palabra metaverso parece ya caduca, su verdadero potencial es todavía ilimitado. Al fin y al cabo, sus fundamentales siguen estando ahí: la primera es que a medida que los ordenadores son más potentes, las experiencias que generan son más inmersivas. La segunda es que sus elementos físicos y software, como los auriculares de realidad virtual o las criptomonedas, ya son comunes entre las nuevas generaciones. Por último, que los jóvenes ya conviven con ese ecosistema, aunque de manera incipiente. En definitiva, todo sigue igual que hace un año; por ello, no convendría enterrar a Zuckerberg tan rápido.

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