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El mundo ya no quiere a Pablo Picasso: ¿Es hora de quemar sus obras?

Pedro Ruiz| 23 de junio de 2023

Pablo Picasso es una de las efemérides de este 2023. En concreto, el pasado 8 de abril se cumplieron 50 años de su muerte, por lo que los homenajes y los recuerdos a la figura del pintor se arremolinan a lo largo de este año. Sin embargo, Picasso llega a la cita en uno de sus peores momentos, y es que los nuevos entendidos de arte (incluidos los nuevos artistas) han puesto el foco en la monstruosa figura de su persona desechando sus contrastada genialidad artística. Un viraje que puede acabar para siempre con sus obras y su valor económico. 

Picasso fue uno de los grandes genios artísticos, ya no solo del pasado siglo, sino también de la historia. Y quizás fue esa genialidad el único motivo por el que el público en general desconoce el tipo de persona que fue también el pintor. En especial, cuando se habla del trato que el español dispensaba a las mujeres a las que vejaba y maltrataba, entre otros tratos despreciables. También su gusto por las mujeres excesivamente jóvenes. 

Quizás no hay mejor ejemplo de lo anterior que su obra Mujer con un collar amarillo, una retrato hecho en 1946 de la modelo Françoise Gilot. Así, no solo por el hecho de que la modelo del cuadro, Gilot, era la pareja de Picasso en ese momento, pese a tener 40 años menos, sino que en el cuadro luce en su mejilla izquierda una marca de una quemadura de cigarrillo que fue infligida por el propio artista, según se cuenta. El caso del retrato anterior solo es la punta del iceberg de un elemento del que su propia nieta decía que una vez perdían su virginidad con él “se deshacía ese ellas” y que llevó al suicidio a dos de sus parejas.

 

¿PUEDE DESAPARECER EL MERCADO DE PICASSO?

Una de las grandes virtudes del Picasso artista no solo fue su forma de hacer arte, sino también la cantidad que hizo. De hecho, Picasso es el artista más prolífico de la historia con unas 13.500 pinturas, 34.000 ilustraciones para libros, unos 100.000 estampados y más de 300 esculturas. Esas cifras han hecho del portafolio del artista un mercado en sí mismo, en el que se pueden encontrar obras que van desde pocos miles de euros a otras que se venden por decenas de millones de euros.

 

Picasso
En el retrato de ‘Mujer con collar amarillo’ se puede apreciar la quemadura que Picasso habría infligido a la que entonces era su pareja.

 

Además, por si fuera poco esa prolífica carrera, su genialidad se ha ido redescubriendo, lo que ha elevado el valor de sus obras. Así, desde 1999, los precios de las obras de Picasso han crecido el doble de rápido que el precio medio en el mercado de arte, lo que ha convertido al pintor en un filón para coleccionistas y casas de subastas. No obstante, ese impulso al alza parece haber tocado su techo, precisamente por esa otra cara del artista, la de su persona. 

Un ejemplo de lo anterior se puede apreciar al estudiar las bases y las influencias en las que se fijan los nuevos artistas, al fin y al cabo, son los artistas, más que nadie, los que impulsan a los artistas del pasado en el futuro. Picasso ya no aparece entre ellas, como sí lo ha hecho (incluso de forma dominante) durante las últimas décadas. “Habiendo entrevistado a docenas de ellos, jóvenes y mayores, pocos citan a Picasso como inspiración. Marcel Duchamp, sí. Felipe Guston, sí. Louise Bourgeois, a menudo” explican desde The Economist sobre lo que ya catalogan como un “cambio monumental”.

 

EL VIEJO DILEMA: ¿EL ARTE O EL ARTISTA?

Pero la falta de inspiración a los nuevos artistas por parte de la figura de Picasso no es la única señal de los problemas por los que atraviesa la firma del pintor español, también hay otras más evidentes como los continuados ataques por parte de personajes públicos. Un ejemplo de ello es la figura de Hannah Gadsby, comediante e historiadora del arte, que ya en 2018, en un programa (Nanette) emitido por Netflix, acusaba al pintor de “misógino” y evidenció su “odio” hacía él. Ahora, más recientemente, Gadsby ha lanzado una exposición en el Museo de Brooklyn en Nueva York apoyada por Catherine Morris, curadora sénior de la colección de arte feminista de dicho museo, y Lisa Small, curadora sénior de arte europeo también del museo, que busca desacreditar al pintor. 

Algo menos pretenciosa es Claire Dederer con su obra Monsters en la que se pregunta cómo actuar cuando se estudia o se disfruta de personas que «hicieron o dijeron algo horrible e hicieron algo grandioso». La realidad es que es un dilema muy antiguo para el que no hay una respuesta satisfactoria. Al fin y al cabo, ¿A quien se castiga si se prohíben o se destierran las obras de un artista como Picasso? Está claro que si el artista siguiera en vida la cosa sería diferente, pero con el muerto es probable que los mayores damnificados sean los amantes del arte y futuros artistas, al no poder contemplar sus obras. 

En definitiva, a medida que el mundo ha empezado a cambiar los ojos con los que contemplan a Picasso también lo hace el valor de sus obras. Una espiral de devaluación de precios que, por ejemplo, ya en su día afectó a otros genios como Salvador Dalí o Balthus. Por el momento, ese destrozo en su imagen y en el bolsillo de sus coleccionistas no es tan visible en el caso del pintor malagueño, pero es evidente que cada vez son más los que se alejan de su figura y eso ya ha puesto nerviosos a galerías de arte, casas de subastas y coleccionistas millonarios que temen perder el jugoso negocio que siempre ha representado Pablo Picasso.

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