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Xavier Sala i Martín: «Si Jeff Bezos hubiera sido español, hoy Amazon no existiría»

Miguel Angel Gomez| 10 de mayo de 2024

Xavier Sala i Martín (Cabrera de Mar, Barcelona, 1962) es un reputado economista que ejerce como profesor en la Universidad de Columbia (Nueva York). Siendo muy reconocido por sus estudios sobre crecimiento económico, campo en el que es considerado uno de los economistas más destacados, y en un momento de tanta incertidumbre como el actual, Influencers se ha puesto en contacto con él para arrojar algo de luz ante el incierto panorama que vivimos.

Empecemos por la pregunta del millón, pues es algo que afecta a particulares, empresas, países… ¿Qué evolución cree que van a tener los tipos de interés durante el segundo semestre de este año?
No lo sé. Eso solo lo sabe Christine Lagarde. Bueno, creo que no lo sabe ni ella. Va a depender de cómo evolucione la inflación.

Pues hablemos entonces de inflación, ¿podemos pensar que ya está controlada?
Creo que hay cuatro escenarios posibles. (1) Aterrizaje suave: la inflación cae rápidamente al 2% sin que haya recesión. (2) Aterrizaje con turbulencias: a la inflación le cuesta más caer y la economía se desacelera o hay una pequeña recesión de 2 o 3 trimestres. (3) Aterrizaje forzoso: la inflación solo se controla a base de mantener los tipos altos durante mucho tiempo y eso causa una recesión (ese es el escenario que vivimos en los 80 para acabar con la inflación de los 70). (4) No aterrizaje: la inflación no baja durante muchos años. En 2022 y 2023, cuando la inflación se disparó, Larry Summers convenció al mundo entero de que el escenario más probable era el (3) y ese era el consenso entre los economistas. Algunas publicaciones y algunos analistas como Nouriel Roubini decían que el escenario más probable era el (4), e incluso hablaban de que ¡habíamos regresado a los años 70! Durante el último trimestre del año pasado, sin embargo, parecía claro que lo más probable era el escenario (1), algo que Paul Krugman había dicho desde el principio. Por eso todos los expertos, e incluso los mercados, pensaban que los tipos empezarían a bajar en marzo de 2024. Pero los datos de diciembre de 2023 y enero de 2024 no fueron buenos y ahora el consenso es que estamos en el escenario (2). Por eso, las autoridades monetarias ya han anunciado que hasta la segunda mitad del año no se podrán bajar los tipos. Conclusión: no tenemos ni idea de si la inflación ya está controlada.

Y para darle más emoción, habrá elecciones presidenciales en Estados Unidos el próximo mes de noviembre. ¿Cómo pueden afectar dichas elecciones a la economía mundial en función de quien las gane?
Pienso que el impacto más importante que el presidente de los Estados Unidos puede tener en la economía mundial en la actualidad es a través de las relaciones con China. Muchos pensaban que la absurda guerra comercial que Trump empezó acabaría con el ascenso al poder de Biden. Pero ha resultado que Biden tiene exactamente la misma política con China que su predecesor. Es cierto que tiene mejores maneras, pero no diferentes políticas. Por lo tanto, en ese aspecto concreto, los dos son exactamente lo mismo. En el aspecto interno, Biden defiende un gasto público mucho mayor y una expansión del déficit fiscal que está generando una deuda que puede acabar siendo insostenible. Y Trump seguramente propondrá reducciones impositivas importantes que también generan déficits y deudas insostenibles. En este sentido, pues, también son un poco lo mismo. Finalmente, la gran diferencia estará en el apoyo a Ucrania. Trump ya ha dicho que dejará de ayudar a Ucrania mientras que la retórica de Biden es la contraria (digo retórica porque la realidad es que hace unos meses que las ayudas se han paralizado bajo su mandato). Si gana Trump, eso va a significar que los europeos deberemos gastar más en defender los valores democráticos amenazados por Putin, y eso querrá decir que veremos un aumento sustancial en el gasto militar. Quizá esa sea la gran diferencia entre los dos.

“SI GANA TRUMP, ESO VA A SIGNIFICAR QUE LOS EUROPEOS DEBEREMOS GASTAR MÁS EN DEFENDER LOS VALORES DEMOCRÁTICOS AMENAZADOS POR PUTIN”

Pues para aumentar el gasto habrá que intensificar la fiscalidad. ¿Cómo es la que rige en nuestro país?
La fiscalidad en España es excesiva, como lo es en todos los países del entorno. La razón es que el sector público en Occidente se ha sobredimensionado y se dedica a realizar tareas que no le corresponden y para las que no está preparado. La teoría económica nos dice que el Estado debe corregir los fracasos del mercado, pero los Estados occidentales no solo realizan esa tarea muy mal (solo hay que mirar la falta de competencia que el Estado debería estar garantizando), sino que se han expandido hasta ocupar espacios económicos que no tienen nada que ver ni con externalidades, ni con monopolios, ni con bienes públicos, ni con ningún tipo de fracaso de mercado. Eso tiene dos consecuencias, a cuál más negativa: la primera es una fiscalidad abusiva; la segunda, un exceso de regulación que ahoga la economía.

Entonces, ¿qué se hace en otros países que, en su opinión, deberíamos hacer también aquí y no hacemos?
Si la pregunta se refiere al sector público, lo que hacen es ser mucho más eficientes. Uno de los estados considerados hoy día como modelo de la cosa pública es el de Singapur. El gasto público en Singapur representa el 10% del PIB. En España es del 47%. ¿Cómo consiguen hacer las cosas mejor en Singapur que en España cuando gastan casi una quinta parte de los recursos? La respuesta es la productividad. Es decir, son más eficientes: dan mejores incentivos y se exige más productividad a los funcionarios públicos, hay más asunción de responsabilidades, se castiga muy duramente la malversación y la corrupción, y se elimina lo que no funciona. En España (y en Europa), las instituciones que no funcionan, los partidos que roban y los funcionarios que no trabajan se mantienen durante años sin que nadie haga nada para evitar que sigan viviendo del dinero de los contribuyentes.

Pues para que los contribuyentes puedan tributar, es necesario que trabajen. ¿Qué podemos esperar del empleo en una situación como la actual?
El problema del desempleo en España es la regulación. Mirando los datos históricos de desempleo, uno no puede dejar de maravillarse (negativamente, claro) por el mal funcionamiento del mercado laboral. No es normal que, ni en las mejores épocas de máximo crecimiento económico, la tasa de paro baje por debajo del 10%. Al acabar el franquismo se cometieron errores monumentales y se diseñó una regulación que ha condenado a toda una generación de jóvenes a tener trabajos precarios y de baja remuneración. Y el precio todavía no se ha acabado de pagar.

También influye el nivel de formación de los trabajadores. Usted, que es profesor en Estados Unidos, ¿qué percepción tiene del nivel del sistema educativo en España?
Bajo. Y es una pena porque España debe de ser el país que más reformas educativas ha llevado a cabo en las últimas décadas. El problema es que, en lugar de cambiar el sistema para dotar a los jóvenes de las capacitaciones que van a necesitar en un mundo laboral complejo y con tecnologías cambiantes, el debate político en el ámbito de la educación se ha centrado en si “la nota de religión cuenta para la media” o si la educación “españoliza” suficientemente a los niños catalanes (Wert dixit). Mientras los políticos utilicen a los niños y las niñas como herramienta para atacar a sus adversarios, el nivel educativo será bajo y los más perjudicados serán esos niños y esas niñas.


¿Cree que es razonable pensar que, más pronto que tarde, la edad de jubilación se elevará hasta los 70 años?

Cuando el canciller Otto von Bismarck introdujo la seguridad social en Prusia en 1889, la edad de jubilación era de 70 años. En aquel momento, la esperanza de vida era de 40,32 años. Eso quiere decir que, al principio, casi nadie se jubilaba porque, al llegar a la edad de retirarse, la mayoría de ciudadanos estaban muertos y, los que estaban vivos, vivían pocos años más. En 1916, la edad de jubilación en Alemania se redujo hasta los 65 años y esa edad ha quedado como un fetiche sagrado que hay que mantener como sea a pesar de que la esperanza de vida casi se ha duplicado. Hoy día los jubilados pueden esperar vivir y cobrar pensiones durante 15 o más años después del retiro. Eso crea dificultades para financiar un sistema de pensiones de reparto que toma las contribuciones de los trabajadores y lo reparte entre los jubilados. El problema se agrava cuando tienes una generación enorme, como la del baby boom de la postguerra, seguida de una generación diminuta como la del baby bust: una generación de pocos trabajadores debe financiar con sus contribuciones a una enorme generación de jubilados que, además, viven cada vez más años. No hay que ser muy listo para ver que, para financiar eso, solo se puede (a) aumentar las cotizaciones, (b) reducir las pensiones o (c) aumentar la edad de jubilación (o una combinación de las tres). La economía no es magia. Los números son los que son y no hay más.


Hablando de crecimiento empresarial, ¿es diferente el acceso a la financiación para las empresas si se encuentran en EE.UU. o en España?
En España las finanzas están excesivamente dominadas por la banca. Casi por definición, los bancos tienen aversión al riesgo y, por lo tanto, solo financian proyectos que tengan muchas garantías, como las hipotecas. Eso excluye, también por definición, aquellos proyectos innovadores que pretenden introducir tecnologías que todavía no se sabe si funcionarán y que no tienen garantías patrimoniales. Si Jeff Bezos hubiera sido español, hoy día Amazon no existiría porque ningún banco lo hubiera financiado.

Tampoco existirían ni Google, ni Meta (antes Facebook), ni OpenAI, ni Nvidia, ni Intel, ni Microsoft, ni Apple. Con esto no quiero decir que los bancos españoles sean malos. Los bancos americanos, donde esas empresas sí han aparecido, son igual de aversos al riesgo. Lo que pasa es que aquí en Estados Unidos (digo aquí porque hablo desde New York) hay maneras de financiar proyectos innovadores que no pasan por la banca, como los Venture Capitalists, que financian proyectos tecnológicos en Silicon Valley. Además de arriesgarse, esos VC ofrecen asesoría empresarial y financiera a los innovadores que están empezando. Creo que esa es la diferencia fundamental entre Estados Unidos y España en cuanto a financiación.

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