2021: El año de la economía
Acabamos de dejar atrás un año complejo, atípico y que no olvidaremos. Pese a todo, esperamos no tener que volver a vivirlo, al menos y cumpliendo los ciclos históricos, hasta dentro de otros 100 años como ya ocurrió en generaciones pasadas con la mal denominada Gripe Española.
A principios de 2020, todos los analistas pensaban que iba a ser un año bueno para los mercados financieros, habiendo analizado todos los factores que se presentaban y que terminarían con muchas incertidumbres, que incluso veníamos arrastrando años atrás. Sin embargo, la realidad fue otra. Superó con creces a la ficción y ni el mejor novelista hubiera podido imaginar lo que nos quedaba por vivir. Con la llegada de una de las mayores crisis que hemos vivido tan solo equiparable a la Gran Depresión del 29 o a la II Guerra Mundial provocada por lo que a priori, sería algo no iba a tener un gran impacto en nuestro país, y en el transcurso de unos pocos días nos preparábamos para situaciones tan inéditas como asombrosas que paralizaron la vida. Terminó definiéndose como una Pandemia Mundial y su origen se situaba en un pueblo pequeño de China que la generalidad de ciudadanos no sabía ni qué existía y que sin embargo, algo más de un año después, no se le escapa a nadie: Wuhan.
Acabando 2020 se consiguieron resolver muchas de las dudas que nos habían acompañado incesantemente a lo largo del año. A consecuencia de la covid19, todas las farmacéuticas estudiaron a contrarreloj e invirtieron muchos recursos para ser los primeros en sacar la vacuna que nos iba a salvar de esta catastrófica situación. Además de actuar como tabla de salvación la rentabilidad acompañaría sin duda, este escenario porque al final, lo importante en los mercados financieros es que eso sí se ha convertido en una realidad y ahora sí es cuestión de tiempo poner fin a esta situación en la que todavía nos encontramos en la actualidad.
Ante esta situación, todos los Bancos Centrales actuaron al unísono inyectando en mercados y en entidades financieras (incluso de forma directa a la economía real, como el caso de la Reserva Federal) cantidades indecentes e históricas de dinero, que ni aún ahora somos capaces de asimilar para dar la confianza suficiente a los mercados y evitar que esta crisis conyuntural no se convierta en una crisis aún mayor en términos financieros, al aportar todo tipo de estímulos fiscales para intentar salir de la mejor manera de esta situación, manteniendo los tipos de interés muy bajos en el largo plazo.
Si hacemos una panorámica mundial de lo que ha ocurrido paralelamente, nos encontramos con que en Estados Unidos, Donald Trump ha pasado a la historia, perdiendo en lo que se convirtieron unas controvertidas elecciones, hasta el último minuto en Georgia, y perdiendo así, todo el poder que tenían ya no solo en el Gobierno sino también en el Senado, lo que permitirá a Joe Biden aprobar con más alegría el gasto público y colocando las medidas económicas que considere sin la oposición ni el bloqueo de los republicanos.
Al otro lado del mundo y también in extremis, se puso punto final al divorcio entre el Reino Unido y la Unión Europea, después de años de negociaciones. Se convirtió en otro asunto que aun siendo importante quedó resuelto en 2020, aunque es cierto que el impacto en los mercados quedó sin apenas fuerza a finales del mes de noviembre.
Con todas estas dudas despejadas, podemos decir que lo que dejamos atrás es un año 2020 marcado por unos mercados inyectados de una altísima volatilidad que hizo que sufrieran un fuerte desplome -más del 30%- tras la llegada de la pandemia acabando el año en máximos históricos, tal y como ocurrió con los mercados americanos.
Dejamos atrás, por tanto, un año en el que como en todos, ha habido vencedores y vencidos. Pero en este la pugna se ha vivido de una manera diferente. En el lado de los vencedores encontraríamos, sin duda, al Sector Tecnológico y Farmacéutico, seguido del consumo (de lujo) y las utilities. En el lado de los vencidos, encontraríamos el Sector Turismo y todas aquellas empresas que se encontraban con el pie cambiado y con el balance de sus compañías inclinado hacia una situación financiera que les complicaría infinito el poder sobrevivir.
Analizadas estas cuestiones, encontramos que finalmente 2020 ha sido un año mucho mejor para los mercados financieros de lo vaticinado sorpresa tras sorpresa a lo largo del mismo. Como en una novela, al final, todo lo que tenía que salir bien salió mejor de lo esperado. Por tanto, esperamos continuar en esa línea de mejora afrontando un año que ojalá sea el año de la Economía y el año en que los mercados se hayan anticipado a ésta, como dice la historia. Apresurémonos, seamos ágiles en las campañas de vacunación para hacer inmune lo antes posible a la mayor parte de la población, y que toda la liquidez que existe en la actualidad en los mercados, y el acceso al crédito barato por los costes bajos de financiación de los que disponemos ahora, hagan que este año sea definitivamente el Año de la Economía para que podamos olvidar este annus horribilis que ya forma parte del pasado.