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Estrasburgo: El corazón palpitante de Alsacia

Alvaro Sanchez Leon| 3 de diciembre de 2021

Estrasburgo es el corazón palpitante de Alsacia: una ciudad señorial con marcado acento europeo, aire medieval, sabor universitario, olor a tradición y una catedral en el epicentro que es un volcán de belleza y un imán incontrolable. La capital francesa está abierta al mundo y sorprende por ser acogedora durante todo el año. Pero hay un momento especial para adentrarse en su universo. Este paraíso alsaciano que parece de cuento, pero es de verdad, se encenderá el próximo 26 de noviembre para convertirse de nuevo en la capital de un espíritu estético desbordante en el tiempo de Navidad.

El gran abeto de la Plaza Kléber es el icono de la Navidad en Estrasburgo

Si la pandemia lo permite, Estrasburgo retomará el 26 de noviembre la puesta en marcha uno de los mercado de Navidad más antiguos de Europa, en pie desde 1570, cuando los lugareños lo bautizaron como “mercado del niño Jesús”. Tras la conquista de las mascarillas y la tiranía de las distancias sociales, si la pandemia lo permite, esta Navidad será diferente a la anterior, pero igual que todas las navidades precedentes en esta ciudad francesa desde hace 450 años.

La Navidad en Estrasburgo goza de una fama excepcional, y por eso cada año cerca de dos millones de visitantes se plantan en sus esquinas para disfrutar del evento. Durante más de un mes, la ciudad se impregna de un ambiente festivo, comercial y espiritual sin parangón en el resto de Europa.

 

El mercado navideño

Casi cinco siglos después, la navidad típica alsaciana, auténtica, cálida y generosa conquista el panorama. El epicentro de este espíritu estético está en el Christkindelsmärik -no se preocupe, no hace falta pronunciarlo con precisión desde que tenemos acceso a Google Maps…-, que es uno de los mejores mercados europeos de Navidad y se extiende al aire libre por la parte antigua de la ciudad con un sabor particular.

Mercado de Navidad en la plaza de la catedral

La plaza Broglie, al pie de la Ópera, y sus plátanos cortados en forma de parasol perfectamente alineados, acogen el Christkindelsmärik. En él se encuentran puestos de decoración navideña de una riqueza excepcional y también el tradicional vino caliente con sus aromas de canela, clavo y cítricos…

Durante las cinco semanas en que permanece operativo el mercado de Navidad, Estrasburgo se llena de luces con encanto, desde que cae la noche, y se ilumina así su dimensión mágica. El abeto gigante de la plaza Kléber es su máxima expresión: treinta metros de maravillosa naturaleza viva traída desde los Vosgos con una decoración majestuosa que se enciende a las 17.00 horas. El árbol se ha convertido en el embajador de una ciudad bañada por la luz de la Navidad.

 

Lugares con encanto

Además de las joyas estructurales de la ciudad -la catedral, la Petite France, la Grande Îlle, el río, sus riberas, sus museos, su vida…- hay esquinas de Estrasburgo que se vuelven imprescindibles en Navidad. Por ejemplo, la rue des Orfèvres, una de las calles más fotogénicas de la capital en esta época. Las fachadas se visten de sus mejores galas y deslumbran también sus callejuelas adyacentes.

Una postal de la Petite France en Navidad

Llegar al mercado de Navidad por la Porte des Lumières, tapizada con la inscripción ‘Estrasburgo, capital de la Navidad’ en letras gigantes, es como adentrarse en un cuento de hadas. La Porte des Lumières se encuentra en la rue du Vieux-Marché-aux-Poissons, muy cerca del Museo Histórico.

En la plaza Benjamin Zix se organiza cada Navidad un pequeño mercado lleno de intimismo. Situado en el corazón de la Petite France, ofrece un escenario particularmente emblemático. La rue de Maroquin es una arteria repleta de restaurantes. Aquí, las iluminaciones, más bien sobrias, contrastan con fachadas resplandecientes y creativas. La rue Mercière desemboca en la catedral y ya tiene un encanto crónico que en Navidad se sublima. Normalmente, unos ángeles luminosos refuerzan la magia del encuadre.

Navidad en el muelle que riega la Petite France

Para pasearse tranquilamente lejos del bullicio de los mercados, nada mejor que deambular por el muelle des Bateliers. La promenade aux Étoiles, donde resplandecen decenas de astros luminosos, ofrece unas vistas espléndidas de la catedral y el mercado de la terraza del Palacio Rohan, otro de los grandes atractivos de la ciudad.

 

Navidad por dentro y por fuera

Detalle del mercado de Navidad en la plaza de la catedral

Si durante todo el periodo de vida del mercado navideño la luminosidad y la magia dominan el exterior, Estrasburgo vive también esos días de catarsis interna, tratando de conectar con el espíritu más coherente de la Navidad. Todos los lugares de culto -católicos, protestantes y ortodoxos- están abiertos al público. Hay que estar atentos para no perderse los conciertos de villancicos y las originales exposiciones que acogen los templos, que se convierten en el espacio de la Navidad personal más trascendente.

Alsacia, tierra de tradición, celebra la Navidad con pasión. Además de Estrasburgo, varios pueblos y ciudades organizan su mercado navideño en lugares encantadores. Los de Ribeauvillé, Riquewihr, Kaysersberg, Colmar, Eguisheim, Mulhouse, Obernai y Haguenau son los más visitados. Intimistas, acogedores, respetuosos con algunas costumbres ancestrales… Desde hace años fomentan el conocimiento de la artesanía local y cada vez despiertan más entusiasmo.

 

Un guiño gastronómico

Detalle del mercado navideño del centro de Estrasburgo

La Navidad de Estrasburgo también se cuece en las mesas. La capital francesa acoge ahora mismo 33 restaurantes con estrellas Michelin, lo cual avala que Alsacia es una de las regiones francesas mejor provista de restauración de alta gama. Más allá de esos manteles, quizá elitistas, hay propuestas culinarias para todos los gustos y para todas las escalas de bolsillos.

Los entendidos dicen que no es de recibo pasar por Estrasburgo sin degustar sus platos más emblemáticos: la choucroute y la tarta flambeada -es una tradición compartirla y degustarla por la tarde-. Y, mejor, si es en los célebres winstubs, establecimientos que ofrecen una gran variedad de especialidades -con nombres a veces impronunciables-, pero siempre sabrosas y acompañadas por los mejores vinos de la región donde la cordialidad lo riega todo.

Y ojo a los vinos, porque los blancos de Alsacia han conseguido una reputación que va más allá de las fronteras nacionales. Entre grandes caldos, vinos de la tierra y una excepcional diversidad de cepas, el nivel de producción vinícola en esta región es muy elevado. La ruta de los vinos de Alsacia, además de su maravilloso trazado en las laderas de los Vosgos, resulta una aventura muy atractiva si queda tiempo entre mercado y mercado.

 

Fotos: Oficina de Turismo de Estrasburgo

 

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