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Lorenzo Silva: «Cada vez creo más en la literatura y menos en todo lo demás»

Alvaro Sanchez Leon| 12 de septiembre de 2022

Pocos autores han cosechado una carrera literaria con más regularidad, más nivel de producción de calidad y más reconocimiento. Y pocos escritores como él lubrican un éxito permanente sin despegarse de la sociedad para la que escriben y a la que transforman positivamente con sus letras. En 2022 ha publicado tres libros, y este otoño verá la luz la nueva novela de Bevilacqua y Chamorro. Silva es un Planeta de literatura y una novela discreta de conciencia cultural y social.

Lorenzo Silva (Madrid, 1966) es uno de los escritores españoles más literarios, más asentados, más regulares, más prolíficos, más libres, más honestos, más versátiles y más comprometidos, de verdad. Su historia es una historia aparentemente ordinaria de talento, esfuerzo, sacrificio, voluntad, disposición, trabajo, curiosidad, ilusión y disciplina que tuvo su origen en un deseo adolescente y remoto de dedicarse a la literatura y que hoy se ha convertido en una extraordinaria realidad, no por el poder de la magia, o por el punch de las redes, sino por el tesón incesante de la orfebrería de sus letras, el acierto de sus propuestas, el reto de reinventarse en sus textos y un tono humano empático y elegante, claro y valiente a la vez, de saber ser y estar en el mismo mundo en el que se leen sus libros sin caer en la tentación de evadirse a la burbuja de la estratosfera cultural.

Silva ha engendrado más de ochenta libros desde que en 1995 publicara Noviembre sin violetas. En 1997 fue finalista del Premio Nadal con La flaqueza del bolchevique, y desde entonces su carrera ha sido un ejercicio de constancia en ascenso que se consolidó en 2012 con el Premio Planeta por La marca del meridiano. Antes y después, hay miles de páginas en decenas de libros de narrativa, de no ficción, de viajes, de novelas infantiles y juveniles, con parada especial en su serie policiaca protagonizada por Rubén Bevilacqua y Virginia Chamorro.

Un escritor influyente y permanente en la sección de novedades con éxito, ajeno a la espuma de ocasión. Un influencer de verdad con tres décadas de jurisprudencia y, por eso, uno de los premiados en los Influencers Awards 2022 otorgados por esta cabecera que embellece sus páginas con las voces y los rostros que influyen real y positivamente, porque nos ayudan a ser mejores.

Con el lorenzo del verano a la parrilla, escuchamos sus reflexiones en un rincón de Getafe. Ante una amplia cristalera de transparencia luminosa, rebobinamos y contemplamos sus horizontes. El hombre y el escritor son una misma persona coherente que, lejos de sucumbir a los encantos de la torre de marfil, está más pegado al asfalto de lo que muchas plumas de su tiempo han conseguido normalizar en la naumaquia vital de las sociedades líquidas.

¿Qué tiene en la cabeza en estos momentos en relación con su profesión?
Tengo la cabeza en la necesidad de escribir literatura sobre todo y por encima de todo. He escrito todo lo que puede escribirse: colaboraciones para medios de comunicación, prólogos, guiones de cine, de televisión… Y después de picotear aquí y allá, cada vez creo más en la literatura y menos en todo lo demás. La literatura es el sitio de mi recreo. Es el lugar en el que no tengo límites y en el que nadie me dice: “Cuenta con tres páginas y media” o “este tema sobre el que escribes no sienta bien en no sé dónde”. ¡Eso me da igual en la literatura! Es más, si no sienta bien en varios nosedondes, mejor.

«CADA VEZ CREO MÁS EN LA LITERATURA Y MENOS EN TODO LO DEMÁS»

 

Si hacer más literatura es la primera obsesión, la segunda pregunta es: ¿Cómo?
La otra idea que me ronda permanentemente la cabeza es qué debo hacer dentro de la literatura. Lo que tengo claro es que no puedo hacer lo que ya he hecho, porque eso es morir. Acabo de terminar de escribir la decimotercera novela sobre Bevilacqua y me alegra haberme retado para hacer en ella lo que nunca había hecho, como, por ejemplo, contar a fondo una historia de amor de las que marcan una vida. Además, he tratado de innovar en la manera en la que cuento la resolución del crimen sobre el que gira la novela.

Silva

 

¿Qué literatura le interesa?
Me interesa más la literatura en sí. Me da igual si la sustancia a la que le doy tratamiento literario es realidad o  ficción. La literatura necesita un qué interesante y atractivo, emocionante y entretenido, si no, para qué; pero, al final, la literatura es, sobre todo, un cómo. Eso lo están olvidando algunas personas que se dedican a este oficio. Hay gente que cree que una historia es una sucesión de hechos impactantes contados de cualquier manera, y en eso no puedo estar de acuerdo.

¿De dónde bebe para crear?

La vida misma está atestada de cosas que contar. Tengo planificados con precisión los próximos dos años, que se traducirán en tres libros, pero en mi cabeza conviven una docena de historias largas, y sé que no las voy a poder escribir todas porque no me da tiempo para hacerlas como quiero, porque una novela requiere un tiempo de reflexión, un tiempo de documentación y un tiempo de ejecución, y los tres son tiempos largos. No puedo escribir dos novelas a la vez, pero sí puedo trabajar en varios proyectos paralelos. Para mi escritura, bebo de lo que tengo alrededor. Las historias sobre las que voy a escribir nacen de acontecimientos que han sucedido recientemente y no muy lejos. Una de ellas ocurrió en Palma de Mallorca hace años y ocupó unas pocas líneas en las páginas de los periódicos.

Cuando se lleva muchos años manteniendo el éxito, ¿cómo se innova el cómo?
El cómo es la suma del arte de narrar y el arte de escribir. El arte de narrar encadena los sucesos de una manera que no resulte ramplona. Ejercer este arte de manera atractiva lo practica un narrador durante toda su vida. Según mi padre, yo empecé a contar historias cuando tenía 2 años. Desde entonces vengo pensando en cómo se cuenta una historia para atraer a los lectores, más allá de irles metiendo sustos. Esto es un aprendizaje permanente. En cierto modo, pienso que es ruin abusar de algo que te ha funcionado. Cualquier narrador honesto necesita demostrarse a sí mismo que es capaz de inventarse otra cosa que funcione. Este es un trabajo permanente sobre tus historias y sobre las que cuentan otros, porque, al final, todos somos animales imitadores.

En cuanto al progreso de la escritura, creo que beber de otros ayuda a crecer, aunque en esta ocasión se trate de un trabajo más solitario. Dar con la tecla del estilo y la voz exige un encierro en el que destilas lo que has asumido en un parto exclusivamente personal.

«LEVANTAR UNA NOVELA DE 550 PÁGINAS Y QUE TODO SE TENGA EN PIE CON SENTIDO SIN QUE ESTÉ MAL ESCRITA EXIGE MUCHAS HORAS DE TRABAJO»

 

Sus novelas con cada vez más corales.
Efectivamente, cada vez hay más personajes. Calculo que en la última conviven medio centenar. Realmente, a mí no me interesa solo afinar mi voz como narrador, sino afinar la voz de todos y cada uno de los personajes para que el coro tenga armonía, dimensión y profundidad. En esto también me han ayudado mucho las lecturas. Una autora que me inspira profundamente en esta línea es Svetlana Alesksiévich. Para mí es la mejor escritora viva y la que mejor sabe darle forma al coro.

¿Qué es un escritor y qué es un sucedáneo?

Existen muchas formas de ser escritor, y yo no ostento el metro-patrón. De todas formas, tengo una intuición un poco alarmante en estos tiempos que he contrastado muchas veces. Cuando una intuición se contrasta muchas veces, no digo que se convierta en conocimiento objetivo empírico, pero quizá se acerque… Creo que últimamente hay personas que se están equivocando de carril. Escribir una novela no es escribir capítulos para una serie de Netflix. Conozco el lenguaje audiovisual y es otro código, por eso digo que se equivocan de vía.

¿Se equivocan también de vía las editoriales y los premios?
Si hay un público y un negocio que mantienen puestos de trabajo y pagan la Seguridad Social, no tengo ninguna objeción moral a eso. Lo que tengo es una objeción personal estética como lector. Hay un subconjunto de la oferta editorial ante la que cada vez tengo menos fe.

Este año ha publicado La forja de una rebelde, La mano de Esther y Nadie por delante. En estas semanas saldrá el nuevo de Bevilacqua y Chamorro. Cuatro libros en menos de un año. Aquí hay una vocación extensa con producción notable y sin descuidar la calidad.
En 2022 ha habido un par de accidentes. La mano de Esther es un conjunto de relatos escritos durante los años anteriores que se han recopilado ahora. La forja de una rebelde la escribí en 2021. La idea era publicarla entonces, pero los editores, con buen criterio, prefirieron postergarla para que no coincidiera en las librerías con Castellano. Los dos libros planificados para este año eran Nadie por delante –un conjunto de relatos en el que llevo siete años trabajando– y la nueva novela.

Yo trabajo muchas horas, porque considero que la literatura es trabajo, al menos la que yo hago. Quizá la de Rimbaud no, porque la poesía es otra cosa y tiene más que ver con iluminaciones y con momentos de intuición especial, que no son mecanismos psicológicos esotéricos. Levantar una novela de 550 páginas y que todo se tenga en pie con sentido sin que esté mal escrita exige muchas horas.

¿Qué panorama social contempla en la relación entre los ciudadanos del siglo XXI y los libros?

En la sociedad española siempre ha habido personas que viven absolutamente al margen de la ilustración. En las circunstancias sociales actuales, creo que es un fracaso nuestro, como sociedad, que la mitad de la población no abra nunca un libro.

De la mitad que lee, la casuística es muy diversa. Hay personas que leen solo el libro de moda, el más publicitado, que no sabemos si es un libro o un panfleto de autopromoción de un influencer, que siempre será un libro hasta cierto punto. Otras personas apuestan por enriquecer más sus contenidos, aunque sus elecciones para la lectura giran en torno a parámetros cómodos con prioridades especialmente vinculadas al entretenimiento. Y hay un diez por ciento de la población que manifiesta una evidente pasión por la lectura y por todo lo que guarda relación con la cultura. Son personas que mantienen una interlocución muy profunda con los libros. En ese porcentaje –uno de cada diez ciudadanos– existen personas de todas las generaciones, también jóvenes. En ese reducido grupo de lectores selectos debemos pensar cuando escribimos, porque se puede caer en la tentación de bajar el nivel pensando en ampliar el coto de lectores y hay gente que no se conforma con que le entretengas un poco y escribas sin faltas de ortografía.

 

Si quiere leer la entrevista completa, pida la revista Influencers en su quiosco o acceda a la versión digital que podrá encontrar aquí.

 

 

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