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Álvaro Gago, a cámara lenta

Coche Echarren| 9 de abril de 2024


Álvaro Gago, gallego formado en Chicago, Londres y Madrid, decidió un día volver a su terriña, bajar el ritmo y dedicar todo el tiempo posible a la crianza de sus hijos. Sabía que sus películas hablarían del mundo que le rodeó de niño, ese al que regresaba. Y allí estaba, entre muchas otras personas invisibles “de las que no se habla en los libros de historia”, Ramona: una mujer cargada de responsabilidades en una sociedad donde solo se sobrevive trabajando sin descanso y soportando el machismo. Esa Ramona real está en el origen de la de Matria, con la que la actriz María Vázquez obtuvo la Biznaga de Oro en el Festival de Málaga y la nominación a la última edición de los Goya. También Gago fue nominado como mejor director novel por un largometraje tan realista que en muchas secuencias parece documental.

¿Cómo es trabajar con María Vázquez (a quien entrevistamos hace unos meses en esta revista)?
Trabajar con ella es un privilegio. Es una actriz muy completa. Yo destacaría sus ganas de vivir, su hambre de conocimiento, que cree en sí misma, pero que no tiene un gran ego. Aprende mucho, todo el tiempo, es una esponja. Para hacer Matria lo fue, demostró que es muy flexible y que tiene mucha capacidad de adaptación. Es una actriz con un gran sentido del compromiso y con una determinación sabia.

¿Qué tienen que ver las ganas de vivir con ser buena actriz?
Son sus ganas de aprender, su curiosidad por la vida y por entender a la gente. Yo creo que eso no es que sea importante para ser buen actor o actriz, es que es fundamental. Y ayuda a desarrollar otra cosa muy necesaria para interpretar bien, que es la empatía.

Los gallegos tienden a decir que viven en un matriarcado, pero en tu película queda claro que eso no es cierto.
Sí, eso del matriarcado gallego es un mito y cuando lo cuestionas generas debate. Con ganas y mucha mano izquierda, hablábamos de cuestiones complicadas como esta tras las proyecciones. Esa imagen de la mujer gallega que carga con todo se asocia a poderosa cuando no tiene ningún poder real.


Mucha carga de trabajo y poca libertad en una sociedad que la juzga con dureza.
Sí, es un poco eso… Yo cuestiono al espectador o a la espectadora con la película. Yo le digo: “Si esto es el matriarcado, con una mujer tan sometida… pues vaya ‘m*’ de matriarcado”. Ese argumento de “en mi casa manda mi mujer” es un poco falso… Lo dicen hombres que no comparten las responsabilidades.

Matria también hace pensar que el sostén de eso que llamamos patria está formado por mujeres.
Sí, la sociedad se sostiene gracias a esas personas explotadas que además se ocupan de los cuidados y que son, en su mayoría, mujeres.

¿Existe un cine gallego?
Las etiquetas me cuestan un poco. En Galicia, por fortuna, tuvimos una serie de personas que impulsaron una política de ayuda al creador o creadora y hoy estamos recogiendo los frutos de aquella ayuda. Alimentaron las ganas de hacer. Sí veo algo común en lo que se está haciendo en Galicia: hay un deseo de conectarse con la tierra. Mucha gente se ha formado fuera y ha vuelto con ganas de vivir ritmos más conectados con el campo.

¿Y un cine español?
En el cine español las cosas están cambiando. Hay ganas de trabajar de otra manera, sin desmerecer lo que se ha hecho hasta la fecha. Hay nuevas formas de entender el trabajo, se están abriendo los procesos de creación. Hoy día somos capaces de pasar cuatro años escribiendo un guion y luego destrozarlo en el rodaje si surge algo que funciona.

Así es como trabajas tú, ¿verdad? Permites que los actores y las circunstancias modifiquen tu guion.
Sí, pero por un lado está la voluntad de que sea así y, por otro, está el poco tiempo que tenemos para rodar. Pero sí, desde mi lugar que es la dirección, escucho, comparto y cuento con la parte creadora de los actores.

¿En Matria hay mucha aportación de las intérpretes?
Sí, sí, por supuesto. No solo de María, sino de todos y todas, también de la gente no profesional que tiene papel en la película. Busco personas que se ajusten a lo que quiero, pero también soy flexible para adaptarme y permitir que ellos cambien diálogos o acciones.

¿Cómo va Porto Alegre, tu próximo proyecto?
Va lento porque tengo dos niños pequeños: quiero acompañarlos en su crianza y tengo la aspiración de pasar mucho tiempo con ellos.

¿Vuelve a ser importante el feminismo?
El feminismo está presente en mi día a día, en toda mi vida. Lo que no sé es si en Porto Alegre habrá una denuncia concreta como en Matria. Pero, en todo caso, siempre tendré una manera de filmar y de mirar relacionada con el feminismo. Una manera que no victimiza, que dignifica.

¿Qué es la belleza para ti?
Es una pregunta difícil… y es probable que te respondiera una cosa diferente cada día. Diría que belleza es dar, es generosidad.


Foto (c) Aurélie Lamachère

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