Mario Alonso Puig: «El ego es un gran espejismo que no puede guiar nuestras vidas»
Miles de personas escuchan cada día las enseñanzas de Mario Alonso Puig, el médico que dejó la bata para hacer cirugía interior y ayudar a reconstruirnos por dentro. Pionero e influyente. Sus palabras no suenan a lecciones morales, sino a ciencia, conciencia y experiencia. Sus reflexiones sirven para sanar las enfermedades que no salen en las radiografías, pero capan el ánimo. Entre lo físico, lo mental y lo espiritual, este doctor de las esencias humanas acelera el conocimiento propio y extirpa culpas, miedos, tumores del ego y tendencias a suicidar nuestra felicidad. Este cirujano con porte de traumatólogo zen endereza autoestimas correctas entre los trampantojos y los esperpentos de la vida real con la autoridad de una honestidad labrada a mano en más de dos décadas de prestigio internacional.
Mario Alonso Puig es el número uno en las pistas de la motivación científica y por eso se lo rifan en eventos y, por eso, es un youtuber sin ser youtuber, porque sus píldoras de sabiduría se consumen como medicina en la red de redes.
Tiene público de todas las edades. Habla al fondo. Hace cirugía interior. Remueve las hierbas secas y riega las semillas que todos tenemos dentro para ser felices sin filtros. Ni optimismo de dibujos animados, ni pesimismo decapante crónico. Su receta es un realismo antropológico que nos ayuda a conocernos, a sacarnos partido, a equilibrar la autoestima, a crecer, a explorar, a vaciar las nubes negras y a que salga el sol en nuestras vidas ordinarias.
Mario Alonso Puig es cirujano, especialista en aparato digestivo. Durante dos décadas y media trabajó entre quirófanos, hasta que sus propios pacientes le hicieron ver que las enseñanzas que acompañaban a la maña de su medicina eran también terapia curativa. Entonces se quitó la bata, salió del hospital, cogió al bisturí interior y se puso a hacer cirugía reconstructiva en el ánimo, el espíritu y la mente de mucha gente. Lleva 23 años practicando esta cirugía que no se enseña en las facultades de Medicina, pero que tiene todo que ver con nuestra salud global.
Con su ciencia, su experiencia, sus maestros y su propio itinerario interior, cose nuestra fragilidad humana y la consciencia de la solidez de la que somos capaces cuando afloran los tsunamis. Fragilidad y solidez.
Cristal y mármol. Dos paños fríos conectados por una naturaleza coherente. Hay muchas personas que suben al escenario a explicarnos qué debemos hacer, qué debemos sentir, cómo salimos de un túnel o cómo aprovechamos nuestros talentos para sacar la mejor versión de nosotros mismos. Algunos lo hacen con autoridad, porque no son oportunistas sobre las tablas. Son, precisamente, los que no van de gurús y los que no han perdido la inocencia de seguir aprendiendo de los demás. Es el caso de este doctor, pionero, influyente, sereno, discreto, sugerente, animante y realista, que te envuelve con su voz y te hace repensarte por dentro hasta la médula para aprender a vivir.
No es un gurú. No vende humo –“al que vende humo no le interesa ser coherente”, dice–. Pocos más apropiados para rescatar personas que alguien que cree en el ser humano con todas las fuerzas de su empirismo.
“Me he dado cuenta que cantidad de personas serían capaces de vivir de manera radicalmente distinta, con más salud y más bienestar, con un empujoncito de autoestima”.
LAS CLAVES DE SUS ENSEÑANZAS
El discurso de Mario Alonso Puig integra tres dimensiones humanas “intrínsecamente unidas”: cuerpo, mente y Espíritu. “A nivel físico, cuidar el cuerpo es esencial para evitar el desgaste. No dar importancia al ejercicio, a la nutrición o al reposo puede degenerar en patologías evitables, por ejemplo, del sistema nervioso central.
Descuidar la mente estando constantemente preocupados por lo que puede suceder, llenos de culpa por lo que pasó o angustiados por mil cosas, produce una tensión, un desasosiego permanente y una falta de paz interior que también tiene sus repercusiones físicas. Lo físico y lo mental se pueden distinguir, pero no separar.
La dimensión espiritual es tremendamente importante, porque el ser humano tiene anhelo de lo eterno y eso solo se encuentra en los demás. Necesitamos al otro para descubrirnos, crecer y evolucionar. Esta esfera se puede resumir en tres elementos: la gratitud, el amor y el perdón. Si la dimensión espiritual está a la intemperie, afecta a la salud física y a la salud mental”.
Mario Alonso Puig cree en la felicidad, que define como “la capacidad de amar sin condiciones”. ¿Y qué frena ese afán en nuestras vidas? Según sus estudios, “la autovenganza es el origen del gran sufrimiento humano. La mayor parte de las personas creen que no merecen ser felices y se ven en la necesidad de autoboicotear toda posibilidad de ser amados por otros, de ser exitosos en la vida, de experimentar la abundancia… Se pasan la vida saboteando sus propios esfuerzos. ¿Por qué? Porque hay una querencia muy profunda en nuestro inconsciente que nos dice: ‘Tú no mereces ser feliz’. Por eso, cualquier cosa que te lleve a ser feliz genera un sentimiento de angustia y soledad que deriva en este juicio: ‘Si me siento así de bien, algo horrible me va a pasar’, para que nos acostumbremos a vivir en la oscuridad. Los seres humanos tenemos miedo a la luz, a ser felices. Y el motivo de todos esos miedos es que pensamos que no nos merecemos las cosas buenas, un gran error en el que incurrimos sin darnos cuenta. Si uno cree que no merece lo bueno, creará las condiciones para que no suceda”.
En ese sentido, querer es poder, pero no un querer pasivo, melancólico, teórico y voluntarista. Y en ese querer, para él, el eje es nuestra relación con los demás. En concreto, destaca que “desde el punto de vista espiritual, la calidad de vida está fundamentalmente relacionada con estar rodeado de personas que dan cariño y a las que damos cariño. Las relaciones humanas son el elemento más importante en la felicidad, porque la felicidad es el resultado del encuentro con los demás. Podemos estar física y mentalmente comprometidos con dificultades, pero si tenemos cerca personas que nos quieren, aprecian y valoran, navegaremos por la vida mejor que quien tiene una salud de hierro y muchos recursos, pero se sabe solo”.
CULPA, PERDÓN, EGOS Y MIEDO
Dos factores importantes que nos ayudan a avanzar sin tapujos por la senda del crecimiento interior, según él: gestionar la culpa y saber perdonar. Sobre el peso de la culpa, afirma que “es causa de enfermedad. ¿Cuál es la diferencia entre la tristeza y la culpa? En la tristeza, yo siento profundamente el dolor por algo cometido o perdido. En la culpa, arremeto o contra mí, o contra otras personas. En la culpa hay un elemento de ira que persigue un castigo, y el castigo no lleva a la corrección. De la venganza contra uno o contra los demás no puede salir nada nuevo. La tristeza invita a la reparación, la culpa es rabia paralizante”.
Sobre la necesidad de perdonar para levar anclas, señala que “la persona que es capaz de amar sabe perdonar. La persona que perdona no quiere hacer daño a quien ha hecho daño, sino que corrija su conducta”.
Más píldoras de sabiduría para andar el camino de nuestras biografías con salud interior: ¿Hay que domar el ego? “Si percibo el ego como una bestia a la que tengo que domar, lo acabaré reforzando. Para mí, el ego es una estructura que tengo que ser capaz de trascender para ir más allá. Lo que yo hago es tener claro en mis decisiones, en mis pensamientos y en los sentimientos que percibo si proceden del ego o del ser. Cuando proceden del ego, siento miedo, angustia, tensión, irritación, importancia… Cuando proceden del ser, siento alegría, serenidad, confianza. Mi forma de trascender el ego es prestar cada vez más atención a la voz del ser.
«La voz del ego me lleva a rivalizar, la del ser me lleva a encontrarme con los demás. La voz del ego quiere que yo brille; la voz del ser quiere que ilumine».
La voz del ego me lleva a rivalizar, la del ser me lleva a encontrarme con los demás. La voz del ego quiere que yo brille; la voz del ser quiere que ilumine. Captar ambas realidades en nuestra vida nos ayuda a elegir seguir la voz del ser siempre que podamos, que siempre irá en oposición absoluta a la voz del ego”.
¿La voz del ego es la mentira?
Claro. El ego es el gran espejismo. Nos parece una voz real, pero es ficticia y mentirosa, aunque a veces la convirtamos en nuestra guía. La voz del ser, que habla desde la parte más profunda de nuestra naturaleza, es verdad porque conoce la realidad.
Conversamos. Más allá de la piel, los huesos, los cartílagos, los vasos sanguíneos y los órganos, vamos como en laparoscopia hacia la esencia humana. Hablamos del miedo desatado en la pandemia: el miedo a sufrir, a morir, a la incertidumbre.
Podrás leer la entrevista completa en el número de julio-agosto 2022 de la revista Influencers.
Foto destacada (c) Patricio Sánchez-Jáuregui