Ana Torrent: «Siempre te queda algo de la niña que fuiste»
La niña de El espíritu de la colmena (Víctor Erice, 1973) sigue ahí cuando miras ahora a Ana Torrent. Y es probable que quien más claro la vea sea el director, que ha vuelto a contar con ella en su cuarta película 50 años después. En Cerrar los ojos, Torrent comparte protagonismo con Jose Coronado y Manolo Solo. La cinta, que se estrena este otoño, ha provocado en el Festival de Cannes una ovación de más de 7 minutos. Promete convertirse, como cada largo del director, en mito de nuestro cine.
¿Es diferente, como director, el Víctor Erice de hace 50 años del actual?
Yo a Víctor como director realmente lo he conocido de adulta porque cuando hice El espíritu de la colmena era una niña de 6 años, no una actriz… Para mí no fue un director, sino un señor muy amable y cariñoso que me decía cosas… Imagino que ellos tenían sus trucos para conseguir lo que querían de mí. Pero es ahora cuando puedo valorarlo como director, y me encanta trabajar con él.
¿Intuyes que Cerrar los ojos será otro icono del cine español?
Creo que será una película de peso porque contiene una reflexión importante sobre lo que significa el cine, sobre la memoria… En ella hay muchas referencias a los cambios que ha habido en estos años. También habla de la identidad, de la amistad, del amor, de la paternidad… Es autobiográfica, poética, contiene reflexiones poderosas y tiene una gran belleza. Será una película importante.
¿Significa algo para ti el hecho de volver a trabajar con Erice 50 años después?
No soy mucho de creer en los números ni en esas casualidades pero para mí sí es muy importante mi reencuentro con Víctor. Hubiera sido igual si hubieran pasado 47 o 51 años… Quizá habría que preguntárselo a él. No sé si para él tiene importancia.
¿Este trabajo te ha llevado a rememorar tus 6 años?
Sí, trabajar ahora con Víctor me ha recordado muchas cosas de esa niña que empezaba por casualidad, sin saber lo que estaba haciendo. Hay mucha diferencia con cómo hago todo ahora, claro. Pero ha habido muchos recuerdos, sí. El primer día de rodaje fue muy bonito mirarnos, fue emocionante.
¿Queda algo de aquella niña?
No sé qué queda de aquella niña porque no me gusta analizarme, pero pienso que siempre queda algo de lo que has sido… Cuando miro a los demás, de adultos y de niños —ya sea en foto o en el recuerdo—, encuentro que hay algo en la mirada, en la expresión, que sigue igual… También hay una vida entera por medio con muchos cambios, claro. Si intento pensar en cosas que mantengo, puedo decirte que sigo con las mismas ganas de aprender, la misma curiosidad… Y sigo siendo tímida, aunque menos. De todos modos, como te decía, no soy muy de analizarme.
¿Cómo fue ese momento en Cannes en que los aplausos no cesaban?
El aplauso fue muy bonito. Además, nosotros no habíamos visto la película hasta ese visionado… Fue emocionante. En Cannes el público es muy amante del cine y creo que eso se notó.
¿Cuál es tu sitio en el mundo?
Llevo 30 años viviendo entre Madrid y Nueva York, y me apasionan las dos ciudades, cada una me ofrece cosas distintas. Pero si tuviera que elegir una de las dos, me quedaría con Madrid, que es donde está mi familia.
¿Qué llevas en el bolso cuando viajas?
Siempre llevo algún relajante porque no me gusta nada volar. También agua, frutos secos o chocolate… y auriculares para oír mi música.
¿Un libro?
Ahora mismo me estoy leyendo La herencia de Eszter, de Sándor Márai, y lo estoy disfrutando mucho.
¿Qué es para ti la belleza?
La belleza tiene que ver con un estado, con una emoción.
¿Se han cumplido tus deseos infantiles?
Todos mis deseos infantiles tenían que ver con la familia, así que creo que sí, que se han cumplido todos.
¿Alguno por cumplir?
Por ahora se están cumpliendo todos… pero a veces tengo sueños que son muy personales y no quiero hablar de ellos. Respecto a los de mi carrera, creo que se están cumpliendo. Estoy en un momento muy bonito, lo estoy disfrutando mucho y me siento muy agradecida.
foto Sergio Lardiez
