Cómo solucionar en 20 minutos problemas de visión complejos con las lentes ICL
Las lentes ICL, también llamadas lentes de colámero implantables, son una opción de corrección de la visión cada vez más común entre los usuarios que deciden someterse a este tipo de intervención. Ya son más de un millón las lentes implantadas en el mundo a través del procedimiento refractivo, que consiste en introducir la lente en el ojo a través de una pequeña incisión corrigiendo así el defecto refractivo.
Se trata de un tipo de lente intraocular que ofrece múltiples beneficios a las personas que tienen miopía, hipermetropía y astigmatismo. Los principales atractivos de este procedimiento son la biocompatibilidad con el ojo, la alta definición de la visión, la opción de que sea removible (por si en un futuro cambiara la graduación) y, sobre todo, el hecho de que es una intervención que no modifica la córnea, al contrario que otros procedimientos más habituales, como el láser.
Monsalud García es una profesional de la salud que llevaba desde los 5 años con gafas y, al igual que muchos otros pacientes, un día decidió no seguir dependiendo de ellas. “Con las gafas nunca he llegado a ver bien, ya que tenía 8 dioptrías de miopía y 3 de astigmatismo. Era un problema conduciendo, ya que no podía ver las indicaciones hasta tener el cartel casi encima”, nos cuenta.
Todo cambió cuando descubrió la lente intraocular ICL, ya que asegura haber aumentado considerablemente su calidad de vida desde que ha sido intervenida. Acudió a la Clínica Lasik Center por recomendación de diferentes conocidos que acudían al centro. “El médico me recomendó la solución perfecta: la lente intraocular ICL. Una vez que me explicó en qué consistía, me di cuenta de que no era nada complicado, al contrario, y fue lo que me terminó de convencer”.
Monsalud nos comenta que el procedimiento en la Clínica Lasik Center fue muy fácil de principio a fin. El preoperatorio consistió en no utilizar lentillas en los 4 o 5 días previos. Y dos horas antes de la cirugía, utilizar unas gotas para dilatar la pupila. “La operación en sí es muy breve. No llega ni a 10 minutos por ojo, y no notas nada. Dolor no tuve, en absoluto. Fue increíble que, en pocos minutos, tras poner la lente, ya fuera capaz de ver correctamente objetos que estaban a distancia. Después de tantos años, me pareció un milagro”, nos comenta entre risas. Durante los días siguientes, solo hay que utilizar unas gotas de antibiótico y pasar la revisión del médico.
Además de la importancia de poder realizar deporte sin gafas, Monsalud incide en el importante cambio que supone a nivel profesional. “El paso de tenerte que poner la mascarilla cuando entras en una habitación a ver un paciente y que el cristal se te empañe, a tener una lente, es magnífico”. Asegura que desde el principio se sentía muy tranquila. “Sabía que estaba en muy buenas manos en la Clínica Lasik Center desde que me explicaron la cirugía. Estoy contentísima tanto por la intervención, como por el trato, la lente… por todo. Es muy cómodo y los resultados se ven en el mismo momento”.