Obi-Wan Kenobi, ¿la mayor decepción del año?
La serie dedicada a Obi-Wan Kenobi ha llegado a su fin esta semana, provocando división de opiniones entre el público. Desde los que se han sentido profundamente decepcionados, hasta los que han llorado con su final. Analizamos sus virtudes y defectos, así que si todavía no has acabado de verla deja de leer aquí (obviamente, vienen spoilers).
EL HYPE
Habría que empezar hablando de las altas expectativas que había generado la serie, que son las que suelen traer las mayores decepciones (no puede defraudarnos algo que no esperásemos previamente). El hype de Obi-Wan Kenobi estaba por las nubes. Es uno de los personajes más queridos del universo Star Wars, y el hecho de que Ewan McGregor volviese a interpretar el personaje era algo muy deseado. Cuando se anunció además que Hayden Christensen repetiría como Darth Vader, el fandom enloqueció.
De repente, los haters que le machacaron al interpretar a Anakin Skywalker en la primera trilogía (cronológicamente hablando) le amaban. Muchas veces, tiene que pasar el tiempo suficiente para que aprendamos a apreciar las cosas. Y ahora, veinte años después de aquellas películas, tras haber visto la tercera trilogía (la de Disney), ya no nos parecen tan malas. La nostalgia ha hecho su trabajo, y ya hasta defendemos sus virtudes en público.
LA SERIE
Bien, con las cartas sobre la mesa, pasemos a analizar la serie que nos ocupa. Hay que admitir que la sonrisa se quedó un tanto congelada al correr a devorar los nuevos episodios. Uno esperaba algo épico, a la altura del personaje. Y encontraba una serie Disney. Con una calificación de no recomendada para menores de 12 años, lo que significa que no va a haber ni violencia extrema, ni palabras malsonantes (de sexo ni hablamos). Y con un presupuesto más ajustado que el que habría tenido una película (ganamos en metraje, con seis capítulos, pero perdemos en la espectacularidad de las escenas de acción y los efectos especiales).
Esto tampoco tendría que haber sido malo. La reducción de presupuesto se salva con un buen guion. Y tampoco hemos buscado nunca en Star Wars gore, tacos ni erotismo. El mayor problema de Obi-Wan Kenobi es ser un personaje tan famoso. Ya conocemos su pasado (es una secuela) y también su futuro (es una precuela).
Tiene muy poco recorrido. Sus orígenes ya están más que trillados, y no tiene sentido explorarlos. Su destino final, y el del resto de personajes principales, también los conocemos de memoria. Sabemos que, por mucho peligro que puedan correr, no van a morir en esta serie.
A estos problemas no se han debido enfrentar The Mandalorian ni Rogue One, los dos mejores estrenos de la franquicia en los últimos años. Trajeron personajes nuevos, independientes de los grandes hilos argumentales del canon oficial. Sus guionistas los pudieron moldear casi desde cero, con una mayor libertad creativa. Pueden ser malos y terminar redimiéndose, pueden ser buenos y caer en el lado oscuro, pueden matar a su hermano por las ansias de poder o pueden morir por salvar un bien mayor. En cualquier caso, nos van a sorprender.
LOS MALOS
Teníamos muchas ganas de conocer a los nuevos malos de Obi-Wan Kenobi: los inquisidores, encarnados por Rupert Friend (Gran Inquisidor), Moses Ingram (Reva, Tercera Hermana) y Sung Kang (Quinto Hermano). Pero han sido decepcionantes. Parecían una copia descafeinada de los Cenobitas (la secta interdimensional liderada por Pinhead en las películas de la saga Hellraiser).
Al final, el verdadero antagonista de la serie ha sido Darth Vader. No en vano, es uno de los mejores villanos que ha dado el séptimo arte. Pero, para empezar, Hayden Christensen se ha podido lucir bien poco. Sabíamos que escasamente le íbamos a ver sin el casco negro (salvo en algún flashback, o en pleno tratamiento termal). Pero además, la voz del personaje volvió a ser doblada por James Earl Jones, que a sus 91 años ha repetido la hazaña. Un puntazo a nivel nostálgico, pero un límite más para que Christensen pueda demostrar su valía como intérprete.
Y lo ocurrido en el capítulo 3, cuando llega el primer enfrentamiento entre Kenobi y Vader, también dejó bastante que desear. Cuando, en La guerra de las galaxias (el Episodio IV, para entendernos), Obi-Wan se acercaba a la Estrella de la muerte, Darth Vader notaba su presencia antes de que aterrizase siquiera. Aquí, al maestro Jedi le basta con esconderse tras una puerta para escabullirse de él. Por no hablar de la forma en que se salva tras la paliza que le propina Vader, gracias a un simple fuego que el propio señor oscuro había levantado con chascar los dedos. ¿De verdad no podía atravesarlo, o simplemente apagarlo?
¿LO MEJOR?
Los personajes femeninos han sido los más logrados. Ha sido un puntazo ver la versión infantil de la Princesa Leia (Vivien Lyra Blair), correteando junto a Obi-Wan. Su adolescencia debería ser el siguiente spin-off de la franquicia. Y Tala, la oficial imperial interpretada por Indira Varma, ha traído carisma y novedad a la serie. Como novedad tuvo Vect Nokru, el cazarrecompensas que anecdóticamente está encarnado por Flea, el bajista de Red Hot Chili Peppers.
El tema de si lo ocurrido en la miniserie se contradice o no con el sagrado canon oficial es un tema aparte. Revisando La guerra de las galaxias (sí, el Episodio IV), ni se dice ni se desdice que Leia conociese a Kenobi en su infancia, simplemente le manda el famoso mensaje holográfico insertado en R2D2: “Ayúdame, Obi-Wan Kenobi, eres mi única esperanza”. Y cuando es atrapada por Darth Vader, parece conocerle ya: “Darth Vader, solo tú podrías ser tan osado” (el hecho de que Vader no la reconozca como hija suya es otra historia, propia ya de la trilogía original).
Respecto al reencuentro entre Kenobi y Vader en dicha película, el segundo le comenta al primero: “Te he estado esperando, Obi-Wan. Por fin volvemos a encontrarnos. Ya se ha cerrado el círculo. Cuando me fui, no era más que un aprendiz. Ahora yo soy el maestro”. Algo con lo que todos dábamos por sentado que no se habían vuelto a ver desde el combate en el planeta volcánico Mustafar (Episodio III), pero que tampoco se contradice de forma directa.
El caso es que todos estábamos deseando ver cómo se enfrentaban otra vez. La serie ha pecado de volver a contarnos lo mismo, en lugar de explorar otros caminos: la tristeza y la culpa de Kenobi por ver cómo su alumno se convierte en el peor Sith que el lado oscuro pueda dar, y el debate interno entre el bien y el mal del propio Anakin/Vader.
Pero sarna con gusto no pica, y el último capítulo (sin duda, el mejor de todos) ha conseguido salvar el balance final de la producción. Un nuevo enfrentamiento épico, con Obi poniendo su famosa postura de ataque y partiendo el casco negro para poder mirar directamente a la cara a su viejo amigo. Gracias a lo cual, podemos ver y escuchar directamente a Christensen decir eso de: “Yo no soy tu fracaso, Obi-Wan. Tú no mataste a Anakin Skywalker. Yo lo hice”. Un buen cierre, con Kenobi consiguiendo su redención, que se redondea gracias a sus encuentros finales con Leia, Luke y hasta su antiguo maestro, Qui-Gon Jinn (es decir, Liam Neeson).
Conclusión: una vez más, no nos gustó la sopa, pero pediremos dos tazas (raro será que los más fans no volvamos a verla, o que hasta nos la compremos en formato físico). En cualquier caso, nos ha entretenido. ¡Que la fuerza os acompañe!