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¿Hacia dónde nos lleva la tecnología?

jcastro| 24 de junio de 2022

Diseñador de sueños o traductor de lenguaje animal -junto con hacker legal, las tres profesiones favoritas de los niños según un estudio elaborado por Samsung e IPSOS– quizás hoy en día nos sigan pareciendo meros productos de la imaginación infantil. Sin embargo, lo cierto es que el 85% de los trabajos que habrá en 2030 todavía no han sido inventados y el caldo de cultivo que los puede hacer realidad ya existe.

«El 85% de los trabajos que habrá en 2030 todavía no han sido inventados»

Me refiero a tecnologías como la inteligencia artificial (IA), la realidad aumentada (RA) y virtual (RV), el blockchain, los drones, el IoT, la robótica o la impresión 3D, los 8 avances que PwC identificó como los de mayor impacto sobre todos los sectores. Casi una década después, las previsiones se han confirmado, desbloqueando un mundo que parecía salido de una historia de ciencia ficción.

Y todo indica que solo estamos en el inicio. Vamos hacia un futuro, no demasiado lejano, de experiencias inmersivas, hiperconectividad, automatización de extremo a extremo… En definitiva, nos encaminamos hacia el metaverso. La palabra clave: convergencia.

 

LA TECNOLOGÍA YA ESTÁ MUY PRESENTE EN NUESTRO DÍA A DÍA…

La IA impregna nuestras vidas. Y no solo con previsiones meteorológicas o recomendaciones personalizadas. Los modelos fundacionales, como GPT-3 o DALL-E, permiten escribir poesía, desarrollar código, componer música o generar imágenes con una calidad indistinguible de la que produce un ser humano. Está en la base de los asistentes robóticos o de los vehículos sin conductor y se ha convertido en un pilar clave de las operaciones empresariales. Además, combinada con la genómica, puede ayudarnos a desarrollar la medicina personalizada de precisión, mejorar nuestra herencia genética o lograr un suministro sostenible de alimentos y energía. El siguiente paso será la utilización de la computación cuántica y la inteligencia exponencial, que añade el factor emocional a la ecuación para desarrollar máquinas más humanas, llegando finalmente a la AGI o inteligencia artificial general.

También tenemos la realidad extendida, que engloba a la aumentada, la virtual y la mixta. Ya se está utilizando para ofrecer una experiencia más inmersiva a los consumidores en el sector retail y para mejorar la formación interna en los puestos de trabajo. A medida que los precios bajen y su uso se generalice, podría suponer un impulso de 1,5 billones de dólares a la economía mundial para 2030. O el blockchain, actualmente en boca de todos por su vinculación con las criptomonedas y los NFT, cuyo mercado ya alcanza los 41 mil millones de dólares.

«En 2025 habrá más de 50.000 millones de dispositivos conectados al IoT»

Y no olvidemos la impresión 3D, los drones, la robótica y el IoT. Para daros una idea de la dimensión que adquirirán, algunas cifras: se espera que, para 2030, las impresiones 3D o 4D sustituirán a casi el 10% de los procesos de fabricación; la previsión de la TCAC de los drones en Europa es del 40,7%; en 2025 habrá más de 50.000 millones de dispositivos conectados al IoT y el número de instalaciones anuales de robots industriales crecerán en cerca de 600.000 este mismo 2022. La industria será la gran beneficiada, pero no la única.

 

PERO SOLO ESTAMOS AL INICIO DEL CAMINO

Las perspectivas que nos dibujan estas tecnologías son muy ilusionantes, pero es cuando convergen cuando se desbloquea su máximo potencial. Por ejemplo, combinando blockchain, IoT e IA desarrollamos lo que McKinsey llama una arquitectura de confianza, que nos permite asegurar la autenticidad de los datos, verificar identidades o realizar transacciones seguras automáticamente, garantizando el cumplimiento y de forma más rentable. Su impacto será importante en sectores como el sanitario, los servicios públicos o la industria, entre otros.

Además, de la convergencia del IoT, el modelado y las analíticas surge la capacidad de crear representaciones virtuales, tanto de procesos como de interacciones o espacios, que nos permiten realizar test y formaciones de forma más segura recreando diferentes escenarios sin las consecuencias del mundo real.

En pocos años también surgirá una automatización de nueva generación de extremo a extremo. Sus palancas son la robótica, el IoT, los gemelos digitales y la impresión 3D y 4D, y los mayores beneficios, más agilidad y eficiencia. ¿El secreto? Sistemas que son capaces de aprender y tomar decisiones inteligentes por sí mismos, permitiendo a las personas centrarse en tareas de mayor valor añadido.

Y en lo que se refiere a la conectividad, IA, IoT, blockchain y, por supuesto, 5G y edge computing nos llevan a un mundo completamente conectado capaz de procesar volúmenes ingentes de datos a gran velocidad para conectar de forma más inteligente personas, dispositivos y sistemas.

 

BIENVENIDOS AL METAVERSO

Todas estas innovaciones colaborando juntas es lo que impulsa al metaverso. Es cierto que todavía no existe una conceptualización clara de él y quizás sea pronto para saber a ciencia cierta en qué acabará convirtiéndose. Algunos lo ven como un producto o un servicio, otros como un espacio e, incluso, un momento. Sea como sea, son muchos los que lo consideran la próxima gran revolución de internet, especialmente si se desarrolla según los fundamentos descentralizados de la Web3, que permitiría empoderar a ciudadanos y creadores de contenidos otorgándoles la experiencia, el control y la monetización.

«Cuando las BCI sustituyan a las pantallas, será cuando asistamos a la verdadera fusión entre mundo real y virtual»

En el corto plazo, el metaverso sigue estando muy vinculado a la realidad extendida, pero cuando las BCI (interfaces cerebro-ordenador) sustituyan a las pantallas, será cuando asistamos a la verdadera fusión entre mundo real y virtual.

Es cierto que todos estos escenarios no están exentos de controversia y plantean la necesidad de abordar retos importantes. Pero no lo es menos que desatan grandes oportunidades para vivir, y trabajar, de una forma más inteligente, segura, transparente y sostenible. Y, quién sabe, quizás las generaciones futuras puedan ser diseñadores de sueños.

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