Estos son los peligros de la moda de las bebidas energéticas en los adolescentes por culpa de los streamers
Todas las tardes, se conecten al canal de Twitch que se conecten, los adolescentes lo primero que ven es a su creador de contenido con unas latas de bebidas energéticas en la mano. Esta publicidad constante ha hecho que en los últimos años el consumo de este tipo de refrescos se haya incrementado entre los grupos más jóvenes de la población.
Lo cierto es que desde hace mucho tiempo, los streamers, influencers y cualquier otro tipo de creador de contenidos se había acostumbrado a recibir unas jugosas ofertas de publicidad de grandes marcas de bebidas energéticas, como Red Bull, a cambio de mostrarla continuamente en sus directos.
Esto es algo a lo que en marzo el Ministerio de Consumo puso fin, al comenzar la tramitación de un decreto ley para regular la publicidad de alimentos y bebidas insanos dirigidos a niños y adolescentes, pese a la oposición de la industria alimentaria.
Esta norma iba dirigida a todas las comunicaciones comerciales de madres o padres, educadores, docentes, profesionales de programas infantiles, deportistas, artistas, influencers, personajes famosos (reales o de ficción), que por su trayectoria sean susceptibles de ser un ejemplo para los menores.
Con esta normativa, se esperaba poner fin a un gran problema que salpica a los menores, que no es otro que la obesidad infantil y los malos hábitos alimenticios. Esto se impulsa a pesar de la gran rentabilidad que le sacan tanto los creadores de contenidos como las propias compañías de comida o bebidas no recomendables para menores.
Las comunidades le dan el mismo trato que al alcohol
Ahora, las Comunidades Autónomas han decidido dar un paso más allá, en concreto con las bebidas energéticas ante su auge entre los menores de edad por los problemas de salud que traen aparejadas.
EL 45% DE LOS ESTUDIANTES ESPAÑOLES ENTRE 14 Y 18 AÑOS TOMAN BEBIDAS ENERGÉTICAS DE FORMA HABITUAL
Según los datos registrados en la última encuesta sobre uso de drogas en enseñanzas secundarias en España (ESTUDES), elaborada por el Ministerio de Sanidad y publicada en 2021, casi la mitad de los estudiantes habían consumido bebidas energéticas en el último mes, siendo la prevalencia mayor en hombres (50,7%), que en mujeres (39%). En concreto, el 45% de los estudiantes españoles entre 14 y 18 años toman bebidas energéticas de forma habitual. Los jóvenes son uno de los grupos poblacionales más expuestos al consumo de estos estimulantes.
La primera en tomar cartas en el asunto ha sido Galicia. El presidente de la Xunta anunció en una rueda de prensa en el Parlamento autonómico que estaban trabajando en una ley que permita «limitar el consumo» de bebidas energéticas entre menores de edad. Por el momento no se sabe muy bien como lo harán. A partir de que Galicia haya puesto sobre la mesa este problemas, otras siete autonomías han decidido seguir su ejemplo.
Aragón, Baleares, Castilla-La Mancha y el País Vasco son las autonomías en las que sus gobiernos regionales prevén estudiar la regulación de estas bebidas, aunque hay comunidades como Castilla y León y la Comunidad Valenciana donde ya se ha comenzado a abordar esta cuestión. En Navarra también se están planteando esta decisión, aunque no han llegado a una conclusión todavía.
La oficina de Salud Mental y Adicciones de la Comunidad Valenciana ha iniciado un estudio sobre este asunto, dado que el 45% de su población joven consume bebidas energéticas. La Generalitat solicitará al Ministerio de Sanidad la convocatoria de un Consejo Interterritorial para abordar el problema de adicción a las bebidas energéticas.
Por su parte, el consejero de Sanidad de Castilla y León, Alejandro Vázquez, cree que se trata de un asunto que «hay que estudiar bien» porque «tiene muchos componentes», por lo que el Ejecutivo regional adoptará una decisión una vez que se analicen «todas las variables».
MUCHOS DE LOS ADOLESCENTES QUE CONSUMEN REGULARMENTE ESTE TIPO DE BEBIDAS ENERGÉTICAS SUFREN TAQUICARDIAS, AUMENTO DE LA TENSIÓN ARTERIAL O ARRITMIAS
Estas son las consecuencias de las bebidas energéticas en los adolescentes
Quizás, lo primero que debemos explicar, es qué es una bebida energética. Según las definen los expertos en nutrición, estas bebidas contienen cafeína en combinación con otros ingredientes como taurina, guaraná y vitaminas del complejo B.
Según explica a Europa Press Hilario Sosa, pediatra del Grupo Hospiten, «las bebidas energéticas se componen principalmente por una cantidad de café que oscila entre los 200 y 400 mg, que es lo relativo a tres tazas de café. A esa cantidad, que supera la dosis máxima de cafeína diaria recomendada, se le añaden productos como ginseng, taurina, complejos vitamínicos y azúcar en cantidades importantes».
Es por esta enorme cantidad de cafeína, que muchos de los adolescentes que consumen regularmente este tipo de bebidas energéticas sufren taquicardias, aumento de la tensión arterial o arritmias. El impacto sobre la salud de estos menores es tal que, incluso, hay algún caso que se ha relacionado con la muerte súbita en jóvenes.
En el aspecto neurológico puede provocar insomnio, irritabilidad, estrés, ansiedad e incluso daños renales secundarios a los problemas cardiovasculares, aunque, apunta «los efectos por el consumo a largo plazo aún están por estudiarse».
Según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria (AESAN), «el consumo de más de 60 miligramos de cafeína en adolescentes de 11 a 17 años puede provocar alteraciones del sueño». La falta de sueño es uno de los principales desencadenantes de la obesidad y trastornos en la mente de las personas. Además, su consumo frecuente puede generar hipertensión, pérdida de densidad ósea, osteoporosis, bajo bienestar psicológico, físico, educativo y general, entre otras consecuencias.
El consumo de este tipo de bebidas energéticas, como ya hemos visto, trae consigo multitud de problemas sobre la salud de los menores que les afecta tanto a corto como a largo plazo. Atajar este tema de raíz es crucial para la vida de los adolescentes. Sin embargo, a nivel social, su consumo les da un estatus de prestigio por todas las referencias que les rodean diariamente. Es por eso que la única manera de ponerle fin es mediante una estricta regulación que prohíba su consumo a los menores de 18 años, como si de alcohol se tratase, impulsada en toda España.