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Perú estudia sancionar a Repsol tras mentir acerca del vertido de petróleo

Pedro Ruiz| 21 de enero de 2022

Repsol se enfrenta a un grave problema internacional. Así, el desastre natural producido por el derrame de petróleo en la refinería La Pampilla, operada por la firma española que preside Antonio Brufau, ha traspasado todas las fronteras. Además, deja muy señalada a la petrolera por mentir a las autoridades peruanas restando importancia al vertido. Ahora, el grupo no solo se enfrenta a una crisis de reputación, sino que podría ser peor. Y es que el Gobierno de Perú busca sancionar a la compañía, según señaló el propio ministro de Medioambiente, Rubén Ramírez.

El punto problemático que podría llevar a Repsol ante la justicia peruana es sí contaba o no con la capacidad suficiente para ejecutar el plan de contingencia. En principio, la compañía española se excusa en que el incidente fue fortuito y que el desastre se ocasionó por un “fenómeno marítimo imprevisible”. En concreto, una corriente en el océano muy fuerte debido al terrible terremoto, y posterior tsunami, provocado por la erupción del volcán en la isla de Tonga. Así, la petrolera solo pudo activar esa hoja de ruta para emergencias. De hecho, en un comunicado la empresa señaló que “desde que ocurrió el accidente, se activó nuestro plan de contingencia y hemos desplegado una serie de acciones”.

Pero la actuación de la compañía española no ha dejado satisfecho al Gobierno peruano. “Ese plan de contingencia, podríamos decir de cajón, lo tienen todas las empresas. La aplicación es otro tema, si ellos no tenían en este caso la metodología y no contaban con todo el aparato de contingencia -que incluye el personal y el equipo- hay que sancionar a la empresa, que tiene que estar preparada para estas eventualidades”, señaló Ramírez.

 

REPSOL MINTIÓ DESDE EL PRINCIPIO ACERCA DEL VERTIDO

Asimismo, el ministro ha puesto la mirada especialmente en el hecho de que la compañía mintió desde un principio acerca del vertido. En concreto, en las primeras horas del suceso Repsol notificó la existencia de una mancha iridiscente de apenas 2,5 metros. Un borrón producido, según la compañía española, por el derrame de una cantidad equivalente a poco más de una décima parte de un barril. Pero el desastre ha resultado ser de dimensiones mucho más grandes. En la actualidad, la mancha que inunda las costas peruanas tiene una longitud de 18.000 metros cuadrados equivalente a seis barriles de crudo.

En otras palabras, el resultado final, a la espera de que pueda extender todavía más, es que el desastre ha sido cerca de 40 veces más grande de lo notificado por Repsol en primera instancia. De ahí que las autoridades peruanas hayan explotado porque entienden que esa postura ha agravado el problema. “En realidad la falta de información ha generado que no se actúe a tiempo, más aún teniendo en cuenta que ellos tienen un aparato de contingencia desde el momento que vienen operando en el estudio de impacto ambiental y debían reaccionar rápidamente”, explicó Ramírez.

 

 

Las peticiones del ministro han puesto ya en marcha a los responsables de la IPAE, la Asociación Empresarial, para que obligue a Repsol a dar a conocer todos los detalles de la situación. De hecho, la propia organización emitió un comunicado en el que explicaba que ya estaba trabajando en el asunto con el objetivo de “determinar las causas, responsabilidades, sanciones y reparaciones que correspondan”. Así, a Repsol le queda un largo camino por delante. La firma española deberá hacerse cargo de la limpieza, los costes del desastre y la justicia peruana.

 

DE LA MALA IMAGEN A LA MALA EXCUSA

Aunque sigue sin reconocer haber actuado mal. A pesar, incluso, de sus primeras mentiras. Así, la compañía emitió un comunicado que hizo llegar principalmente a la prensa del país latinoamericano para excusarse de la situación y para dar a conocer los pasos que está siguiendo. En cuanto al derrame, como ya se ha explicado, se achaca simplemente al perturbador efecto de la explosión del volcán en la isla de Tonga que generó un un “fenómeno marítimo imprevisible”.

Además, para esas primeras informaciones, más bien mentiras, hechas por Repsol, la compañía también ha tenido excusa. Aunque eso sí aderezadas con una sensación de pedir perdón que, en parte, ya delata que algo no se hizo bien: “Lamentamos no haber transmitido de manera adecuada todos nuestros compromisos y acciones realizadas y asumidas para atender el impacto generado por el derrame de petróleo… Asimismo, queremos informar que, desde que ocurrió el accidente, se activó nuestro plan de contingencia y hemos desplegado una serie de acciones”. A pesar de ello, nadie ha quedado demasiado convencido.

En definitiva, la situación para Repsol en Perú dista mucho de ser la ideal. El desastre provocado no solo hará mella en las cuentas de la compañía, ya que tiene que asumir todos los gastos de limpieza, según recoge la legislación internacional acerca de estos desastres. Sino que también tendrá un efecto importante en materia de degradar su marca. Las imágenes virales de playas inundadas de vertidos tóxicos y de cómo arrasa la fauna se harán virales, como se pudo comprobar hace algunos años en España. Además, se produce en un momento en el que hay una mayor sensibilización.

Por último, una desagradable batalla judicial, si el Gobierno opta por esta vía, también será un calvario. Además, porque ante un juez sí que está prohibido mentir.

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