EDWARD SNOWDEN, EL ESPÍA CONVERSO
Publica simultáneamente en todo el mundo «Vigilancia permanente», donde explica cómo ayudó a construir un sistema de vigilancia masivo.
Ha sido soldado, analista de inteligencia, agente de la CIA y, ya en el exilio, activista por el derecho a la privacidad. En sus esperadas memorias, Snowden relata la crisis de conciencia que le llevó después a destapar ese sistema de vigilancia poniendo en jaque a las instituciones.
Edward Snowden se ha pasado al otro bando. Hoy es un luchador por el derecho a la intimidad premiado por organismos de Derechos Humanos que sigue obligado a refugiarse porque continúa abierta su caza y captura internacional. Ha pisado demasiados callos. Por eso tienen tanto interés las memorias en primera persona de uno de los hombres más buscados del mundo, el joven analista que provocó el mayor escándalo diplomático de la historia y que, desde el exilio en Moscú, ejerce hoy de voz de la conciencia en la era digital. Memorias que se abren con esta reveladora sentencia: “Me llamo Edward Snowden. Antes trabajaba para el gobierno, pero ahora trabajo para el pueblo”.
Su vida alejada de familia y amigos, le permite sin embargo gracias a la era tecnológica estar conectado con el mundo y ejercer de conferenciante para varias entidades y universidades.
En 2013, Edward Snowden fue responsable de la mayor filtración de inteligencia en la historia y sacudió al mundo revelando que el gobierno estadounidense tenía la capacidad de leer cada correo electrónico, escuchar cada llamada y entrometerse en los rincones de la vida privada de todos y cada uno de los ciudadanos del mundo. Nacido en Elizabeth City (Carolina del Norte) es Ingeniero de sistemas de formación, sirvió como agente de la CIA y trabajó como experto informático para la NSA. Un joven prodigio que con veinte años ya estaba al cargo de la seguridad nacional, que con 21 se alistó en el ejército y estuvo a punto de entrar en los Navy Seal. A los 24 fue reclutado por la CIA y ejerció de agente en Viena; y a los 29, escandalizado por el uso que el Estado estaba haciendo de nuestra información más íntima, decidió revelar a la prensa la red de vigilancia masiva para así ponerle fin. Ha recibido numerosos premios por su servicio público y preside la fundación Freedom of the Press de Estados Unidos.
En «Vigilancia permanente» nos alerta sobre la deriva autoritaria de los Estados, denuncia la colaboración entre el espionaje y las grandes multinacionales de la era digital, destapa cómo nos vigilan y de qué manera se comercia con nuestra información personal. Porque como anuncia en su libro, “la lucha por el derecho a la intimidad es la nueva lucha por nuestra libertad”.