GIVENCHY, ADIÓS AL MODISTO DEL CINE
El legendario diseñador ha muerto a los 91 años. Vistió a las grandes actrices de la época y se convirtió en el modisto más codiciado de los años 60 a los 80. Un visionario, un genio, un maestro de la elegancia ‘a la francesa’.
Que el cine es arte, nadie lo duda. Que la moda no es más que una expresión formal de la belleza, tampoco. ¿Y qué ocurre cuando cine y moda se juntan? Que tenemos el binomio perfecto.
La unión de estos dos factores –cine y moda- es la clave del triunfo de una de las secuencias más famosas de todos los tiempos. ¿Quién no recuerda la escena más célebre de Breakfast at Tiffany´s, donde una lánguida Audrey Hepburn miraba la cristalera de la mítica joyería, mientras mordisqueaba un croissant con aquel vestido negro tan elegante?
Pues sí, la escena más famosa de ‘Desayuno con diamantes’ lleva la firma de este francés de alta cuna que soñó desde niño con vestir a mujeres magníficas. Lo consiguió, sin duda. Gracias, Givenchy, por tanto talento.
Ser hijo de un marqués y descendiente de una familia de las más acaudaladas del país, al contrario de lo que muchos puedan pensar, no es pasaporte directo al éxito si detrás no hay un gran talento. Y eso, precisamente, a él le sobraba.
Hubert James Marcel Taffin de Givenchy era el hijo menor del Marqués de Givenchy -de familia procedente de Venecia- y descendía también de una madre de familia acomodada con raíces en el mundo del arte.
Esos orígenes nobles y acaudalados le dieron ese halo de “niño bien”, de exquisitez, de distinción. Era un genio con una sensibilidad especial y una creatividad a la que debía dar forma. Y así lo hizo. En 1944 se trasladó a París para estudiar en la École des Beaux-Arts y en 1952 abrió la «Maison Givenchy», su primer taller en la capital francesa. Por aquel entonces también conoció a la actriz Audrey Hepburn, quien se convertiría en su gran amiga y musa. Y de la que ya no se separaría jamás.
Aquella escena frente a la joyería Tiffany´s le catapultó a la fama mundial y le abrió las puertas de Hollywood, consiguiendo otras clientas de la talla de Grace Kelly, Elizabeth Taylor, Greta Garbo, Lauren Bacall o Marlene Dietrich.
Pero además del cine, poco a poco, Hubert también se hacía con el mercado de las señoras más influyentes del panorama social, vistiendo a personalidades como la Duquesa de Windsor o Jackie Kennedy.
Hepburn, dijo de él lo siguiente: «Él me dio un look, una clase, una silueta. Vestida por él, no tengo miedo.» Algo que resume a la perfección lo que otras muchas mujeres a lo largo del tiempo han sentido gracias a su trabajo.
Sinónimo de clase y buen gusto, evitar lo superfluo y lo accesorio fue su máxima. Givenchy siguió siendo el director creativo de su marca hasta su adiós oficial en 1995. Desde entonces, en la paz de su chateau, Hubert viajaba, cuidaba sus plantas, dibujaba y escuchaba música clásica.
El sábado pasado por la noche, «Monsieur de Givenchy murió mientras dormía». El aristócrata de la moda nos ha dejado. Desde entonces, en la bóveda celestial, los querubines visten exquisitos trajes de seda, nada de simples calzones. ‘Le grand’ ya se encarga de poner su nota de elegancia allá arriba, menudo es él.
MPY.