Influencers que cambiaron el mundo: Stephanie Kwolek
Stephanie Kwolek (1923-2014) nació en New Kensington (EE.UU.), muy cerca de Pittsburg, en el seno de una familia de inmigrantes polacos. Desde pequeña, mostró predilección por las ciencias naturales. En aquellos años soñaba que sería diseñadora, y no andaba muy desencaminada, aunque por la ruta quizás menos esperada, tanto, que cambiaría el mundo para siempre.
Aún no sabía a lo que acabaría dedicándose, pero sí tenía claro su propósito existencial, el que marcaría su trayectoria: salvar vidas. En 1946, se graduó en Química en el Instituto Tecnológico de Carnegie (actual Universidad de Carnegie Mellon) y enseguida comenzó a trabajar para la que sería una de las más grandes empresas químicas del mundo: DuPont, en Buffalo (Nueva York), inventores de materiales tan revolucionarios como el nailon, la licra, el neopreno o el teflón. Cuatro años más tarde, por su buen hacer, Stephanie fue transferida a la sede de la compañía en Delaware, donde descubriría el tejido que salva vidas.
Por aquel entonces, apenas empezaban a existir las fibras sintéticas con las que convivimos cada día –el nailon se inventó en 1938– y DuPont estaba buscando grandes innovaciones, productos cotidianos que cambiasen la vida de las personas. A esta motivación se sumó la escasez de gasolina de 1965. Entonces, la compañía animó a su equipo a buscar la siguiente fibra de alto rendimiento que pudiera sustituir al alambre de acero de los automóviles y el material de las llantas para hacerlos más ligeros y, así, contribuir al ahorro de combustible.
Sucedió por accidente, como tantos otros inventos que habrían de cambiar la Historia. Kwolek andaba trabajando con polímeros para la nueva quimera de DuPont, cuando, de pronto, dio con un líquido acuoso y opalescente, muy distinto a las sustancias que habían hecho hasta entonces, mucho más viscosas y pesadas, y que todos sus compañeros no dudaron en descartar como error.
Sin embargo, Stephanie no lo descartó, sino todo lo contrario, y siguió trabajando hasta transformar el descarte en una fibra cinco veces más resistente que el acero, flexible y ligera con cientos de usos: el Kevlar. Actualmente, forma parte del tejido con el que se hacen los chalecos antibalas. Y no solo. Es también el material utilizado para tender puentes con cuerdas ultrarresistentes y transmitir mensajes a través del océano como protector de los cables submarinos de fibra óptica. Y tiene muchas otras aplicaciones, desde ropa protectora para atletas y científicos hasta canoas, neumáticos o sartenes. Kwolek acababa de materializar la resiliencia, definida como la capacidad de adaptación frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos. Así tituló su portada la revista Time en 1966, el año que patentó la nueva materia.
A lo largo de su vida, Kwolek cosechó una carrera sembrada de éxitos, entre los que destacan 17 patentes y numerosos reconocimientos. En 1995 fue incluida en el Hall of Fame de los Inventores Nacionales de Estados Unidos, tan solo la cuarta mujer entre sus 113 miembros. La mujer que, con una tela y un gran tesón, salvó millones de vidas.