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¿Están tus secretos a salvo? Aparece la primera máquina capaz de leer la mente

Pedro Ruiz| 19 de mayo de 2023

La ciencia sigue avanzando a pasos agigantados. La revolución en genética ha generado un campo con el potencial de curar enfermedades que ni siquiera se conocían. El nuevo nivel que ha alcanzado la inteligencia artificial (IA) ayudará a los humanos a hacer su vida más fácil o, incluso, también a salvar muchas vidas, ya que ya se está utilizando para desarrollar medicamentos o vacunas. Pero esos avances también tienen un reverso oscuro bien conocido: lo último es la llegada de una máquina capaz de leer la mente de leer y/o descifrar nuestra mente y revelar con ello nuestros secretos.

“Una interfaz cerebro-computadora que descodifique lenguaje continuo a partir de grabaciones no invasivas tendría muchas aplicaciones científicas y prácticas”, resume un artículo científico reciente en el que se ha intentado crear (con cierto éxito) la primera máquina capaz de leer la mente humana. Y es que ese tipo de utensilio podría ayudar a un gran número de personas, que van desde aquellas que no pueden hablar a otras que no son capaces de comunicarse eficazmente o ayudar a quienes atraviesan por problemas y buscan el suicidio como salida.

Pero ese estudio, y todo lo que puede suponer en un futuro, deja sin embargo algunas otras preguntas que resultan preocupantes: ¿Cuál es el desarrollo real de esta tecnología? ¿Puede leer la mente humana de forma general o de forma más precisa? ¿Qué se puede hacer para asegurarse de que tales desarrollos no sean mal utilizados? Por suerte (o por desgracia), para las primeras tenemos una respuesta más o menos satisfactoria, mientras que para la segunda todo está en el aire.

 

¿PUEDEN LEER NUESTROS SECRETOS?

Hasta hace relativamente poco, la posibilidad de que una máquina nos pudiera leer la mente parecía estar acotada a las películas. Pero eso cambió a principios de mayo, cuando en un estudio publicado en Nature Neuroscience, los científicos informáticos Alexander Huth y Jerry Tang de la Universidad de Texas en Austin y sus colegas presentaron una máquina integrada por un sensor de imágenes de resonancia magnética funcional (FMRI, por sus siglas en inglés) y equipada con IA de lenguaje extenso (LLM), que son la base de herramientas como ChatGPT, capaz de generar oraciones que captaban el pensamiento de los participantes en el experimento.

 

El resultado del experimento fue que la máquina para leer la mente fue capaz de captar la esencia de lo que cada individuo pensaba.

 

Ese ha sido el primer experimento (conocido) capaz de plasmar en un papel el pensamiento de una persona, sin que ésta medie. ¿Cómo lo han conseguido? El estudio involucró a tres voluntarios a los que se les acostaba en un escáner FMRI, mientras se registraba la actividad cerebral al escuchar hasta 16 horas de podcast cada uno. Con ello, los científicos podían medir el flujo de sangre a través de los cerebros de los voluntarios e integrar esta información con los detalles de las historias que estaban escuchando. Finalmente, se usó la capacidad de los modelos de LLM para comprender cómo las palabras se relacionan entre sí.

El resumen es que al monitorizar todo ello, los investigadores desarrollaron un mapa codificado de cómo el cerebro de cada individuo responde a diferentes palabras y frases. Por último, se volvía a utilizar la resonancia magnética mientras los participantes escuchaban una historia, imaginaban contar una o veían una película sin diálogo. Entonces, al ver la evolución de los flujos de sangre y contrastar los patrones anteriormente clasificados para cada individuo se podían extraer frases de lo que supuestamente estaban pensando cada uno de ellos. El resultado fue que la máquina para leer la mente fue capaz de captar la esencia de lo que cada individuo pensaba. Incluso, “hizo un trabajo bastante preciso al describir lo que la gente estaba viendo en las películas”, explican los científicos que han seguido el experimento.

 

LA MÁQUINA PARA LEER LA MENTE: RUDIMENTARIA, PERO INQUIETANTE

Pese a que esos resultados son extraordinarios, y un comienzo de algo más grande, también demostraron que este tipo de tecnología está en pañales. Así, si bien los investigadores eran capaces de captar lo que la persona podía estar pensando, no utilizaba las palabras adecuadas, por lo que en la práctica fallaba en su cometido. “Muchas de las oraciones que produjo eran inexactas”, reconocen algunos científicos que siguieron el desarrollo de la prueba. 

También demostró ser bastante fácil de engañar. Cuando los participantes pensaban en una historia diferente mientras escuchaban una historia grabada, la máquina no podía determinar las palabras que se estaban produciendo en la mente de los voluntarios. Además, el mapa codificado también difería entre los individuos, lo que significa que los investigadores no pudieron crear una máquina que realmente pudiera funcionar en todos, lo que complica la idea de que pueda crearse una máquina para leer la mente que resulte igual para todos (como puede pasar con el polígrafo de la verdad).

En definitiva, los resultados demostraron que la tecnología puede llegar a funcionar, pero en un futuro lejano. Adina Roskies, filósofa científica de la Universidad de Dartmouth en Hanover, New Hampshire, explicaba en Nature (la revista que ha publicado el estudio) que la tecnología es demasiado difícil de usar, y demasiado inexacta para representar una amenaza en la actualidad. Aunque eso no la hace menos inquietante. 

“No llamo al pánico, pero el desarrollo de tecnologías sofisticadas y no invasivas como esta parece estar más cerca de lo que esperábamos”, dice el bioeticista Gabriel Lázaro-Muñoz, de la Facultad de Medicina de Harvard en Boston. Y es que, conviene recordar, entre el primer desarrollo de la IA que sostiene ChatGPT y la presentación del producto final (que ha impresionado al mundo) solo pasaron cinco años. Por ello, quizás políticos, reguladores y científicos deberían tener en su agenda repensar las innumerables aplicaciones que pueden aparecer si esta nueva tecnología se mejora y se generaliza. 

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