España asusta a Bruselas: el país que más medicamentos inyecta en animales de Europa
El imprevisto descubrimiento de la penicilina cambió el mundo. Los humanos adquirieron en aquel momento armamento pesado para acabar con las bacterias. Por su parte, este tipo de organismos vio como su enorme poder, capaz de doblegar a la humanidad, desaparecía. Pero la historia está cambiando. Las muertes por infecciones resistentes a los medicamentos, entre los que se encuentra la versión moderna del flamante hallazgo de Alexander Fleming, están creciendo rápidamente y ahora es una de las principales causas de muerte en todo el mundo. Por desgracia, España está ayudando, y mucho, a expandir está nueva pandemia silenciosa.
La clave es que la ganadería intensiva, prominentemente, está ayudando a crear bacterias resistentes a los medicamentos. Pese a que el covid, que es un ser inerte llamado virus, y la bacterias no son el mismo tipo de organismo, su sentido de la vida es calcado: sobrevivir. Una filosofía (que comparten, en realidad, todos los seres) que llevan a cabo por dos vías: volviéndose inmortales o traspasando sus genes mejorados a generaciones futuras. Eso lo descubrió Charles Darwin hace cientos de años, es la famosa evolución de las especies, y el Sars-Cov 2 no ha sido más que un curso acelerado.
De hecho, las sucesivas llegadas de nuevas variantes más infecciosas y que escapan a la eficacia de las vacunas es el mejor ejemplo. Para lograr ese increíble poder el virus ha necesitado de tres eventos: En primer lugar, simplemente ha hecho lo que mejor sabe hacer, reproducirse miles de veces por segundo; en segundo lugar, se ha aprovechado de los pequeños cambios positivos, mutaciones, que le permiten mejoras en su sistema; por último, ha contado con la colaboración de los humanos que, a través de contagios masivos —en muchas regiones con poco acceso a las vacunas—, han sido el recipiente perfecto.
LAS MACROGRANJAS COMO FOCO DE CONTAGIOS
Lo anterior no es nada nuevo. De hecho, delta —primero— u ómicron —más tarde— no son más que el resultado de esas tres fuerzas. Pero sí ha servido para que la gente comprenda el proceso. Esa lógica es la que se debe seguir con las bacterias. Al fin y al cabo, los dos primeros pasos son, en cierta medida, muy parecidos a lo hora de reproducirse y legar material genético mejorado con cada una de ellas. En el caso del tercero, la colaboración humana se trata de la dotación de recursos: millones de animales dopados de medicamentos.
Y Europa, hasta hace poco, era uno de los grandes causantes del problema. Hasta el punto de que los mandatarios de Bruselas tuvieron que intervenir para obligar a reducir el número de antibióticos que se le proporcionan a los animales criados en suelo europeo. Esas normas, por ejemplo, han ayudado a que los volúmenes se reduzcan notoriamente. En el caso de España, por ejemplo, la cifra ha caído en más de un 54% en la última década, pero aun así los niveles actuales siguen siendo muy preocupantes. Especialmente, por su mala utilización y por el enorme volumen que representa del total.
Así, un ganadero español, en promedio, usa 154 mg de antimicrobianos por unidad de ganado (una medida basada en la cantidad de animales y su peso promedio). La cifra supone, por ejemplo, el doble que Alemania, tres veces más que nuestros vecinos franceses, que Estonia u Holanda, y hasta cerca de diez veces más que la media de los países nórdicos. De hecho, Suecia es la que menos utiliza, con apenas 11 mg. Aunque España no es la que más. Italia, Portugal, Hungría y Bulgaria estuvieron ligeramente por encima en 2020. Aunque el récord lo tiene Chipre con 394 mg.
ESPAÑA ES LÍDER EN TONELADAS DE MEDICAMENTOS, Y CON MUCHA DIFERENCIA
Entonces, ¿por qué España asusta tanto a Bruselas? Principalmente, porque somos uno de los países que más carne exportamos. Al final, cuando se trata de cifras bajas, como en determinados países, las cifras finales oscilan mucho. Pero en el caso de los ganaderos españoles, las cifras totales son preocupantes. De hecho, la región fue el país de la UE que mayor número de toneladas totales vendió de medicamentos (principio aditivo) a sus ganaderos, con 1.246, según el último informe de de la Alianza Europea de Salud Pública. Una cifra enorme que es un 50% mayor que el segundo, Polonia, y que supone el 22% del total.
Al final, los datos son el reflejo del lugar que ocupa España como quinto exportador mundial de carne, según el Centro de Comercio Internacional. Pero respecto al puesto, y las ventas, de otros socios europeos la cifra resulta excesivamente alta. Eso también es una preocupación porque hace indicar que su uso realmente no es esporádico, ajustado a animales con problemas reales. Principalmente, para hacer de contrapeso a las malas medidas higiénicas y de bienestar que se producen en ciertas macrogranjas donde los animales están hacinados.
De hecho, Cóilín Nunan, uno de los autores, señalaba ese mismo factor. Y es que considera que los niveles más altos significan que los granjeros están dando antimicrobianos a grandes grupos para compensar el cuidado y la higiene inadecuados, que causan enfermedades. Sea como fuere, la situación parece estar tornándose en un problema importante. Las infecciones resistentes a los medicamentos están en aumento y fueron directamente responsables de casi 1,3 millones de muertes en 2019, según un estudio reciente de The Lancet. Pero si no se actúa rápido, que no lo parece, en unos años los sustos serán mucho mayores.