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Ni la reina Letizia, ni Lady Di: el precursor del estilo ‘royal’ fue él

Marina Vazquez| 14 de febrero de 2024

Eduardo VIII fue uno de los monarcas británicos más efímeros. Su noviazgo con (la dos veces divorciada) Wallis Warfield Simpson desencadenó ese final. Decidió abdicar. Dejó su corona para, un año más tarde, contraer matrimonio con ella. Se convirtieron así en los duques de Windsor. Eso es todo lo que se suele decir sobre ellos, relacionado con la corona; sus elecciones estilísticas se encargaron de protagonizar el resto de la conversación. Marcaron tendencia. De ahí a que en buena parte –por no decir todas– de las citas públicas programadas que llevaron a cabo y se recogieron en los periódicos de la época dedicasen unas líneas del reportaje o de la noticia a describir y aclarar el conjunto lucido por la pareja o, de manera individual, en las ya citadas apariciones.

Por eso mismo, a los duques de Windsor se les suele atribuir que ellos, más allá de modernizar el acabado regio que parecía prevalecer en los armarios de las diferentes casas reales en aquella época, dieron pie a ese interés que, hoy por hoy, se ha ido acrecentando.

Aunque siendo estrictos con la verdad, el interés por las prendas que lucían los diferentes miembros de la realeza, el atractivo que les sigue actualmente –tan solo hay que recordar el debate que suscita hablar de quién es, por opinión popular, el miembro de la realeza que mejor viste en Europa– ya se había instaurado antes de que el rey Eduardo VIII decidiera dejar la corona para ser el duque de Windsor.

Bajo el mismo nombre, fue uno de sus antecesores –el príncipe de Gales– el mismo que, tras el fallecimiento de la reina Victoria, se convirtió en el rey británico Eduardo VII, el que consiguió que su armario monopolizará una gran expectación e interminables conversaciones.

Eduardo VII, el monarca británico que creó el actual interés por el armario de la realeza

Eduardo VII con traje
Eduardo VII renovó la idea del traje clásica (Crédito: royal.uk)

A principios del siglo XX, la tradicional forma de vestir comenzó a sufrir una renovación. La aristocracia desempeñó un papel crucial en la fijación de las tendencias. Aunque, como bien evidencian los archivos, fue el príncipe Eduardo quien terminó por popularizar muchos de los estilos que todavía prevalecen.

De hecho, tras su investidura como príncipe de Gales, el heredero al trono británico comenzó con sus puestas a impulsar una predilección por prendas menos rígidas por todo el mundo, lo que le terminó de conferir un perfil en la moda masculina. ¿Ejemplos? Los chalecos de punto Jacquard y los sombreros Homburg, una prenda que se caracterizaba por su ala rígida con acabados ribeteados los cuales popularizó tras su visita diplomática a la ciudad de Hesse, Alemania.

Empero, fue el traje su contribución estilística más laureada en aquellas décadas. En su prolongado periodo como príncipe de Gales, siempre fue fotografiado vistiendo un sastre. El motivo recaía en que, si bien su armario fue conocido por abogar por la comodidad y la elegancia, para el monarca era esencial ceñirse a los códigos de etiqueta. En ese sentido, por ejemplo, sentía cierto rechazo hacia los atuendos que lucían los estadounidenses porque tendían a decantarse por acabados con estampados extravagantes y colores intensos que rompían la norma.

No obstante, pese a ser un purista sobre la importancia de cómo vestir, Eduardo VII fue uno de los principales defensores de la incursión del traje de tres piezas. Un conjunto mucho más sencillo con el que se simplificó el código sartorial de la época. Es más, en los periodos de caza, el príncipe solo permitía dos cambios: el tweed de caza y, para cenar, el de etiqueta. Aunque este último, no tardó en sufrir una renovación cursada por él; pidió que se cortase la cola abierta de su sastre para dotarle una mayor comodidad. Una innovación que, rápidamente, secundó y copió toda Europa.

Las aportaciones del monarca británico al actual armario

Eduardo VII
Eduardo VII, Archivo de la Biblioteca Nacional de España

Si bien es cierto que ha transcurrido más de un siglo y la industria de la moda no ha cesado de renovarse, las contribuciones del monarca Eduardo VII crearon tal interés por esas prendas y sus actualizaciones que no solo favorecieron que se estudiase con detalle cada apuesta estilística que, hoy por hoy, ofrecen los distintos miembros de la realeza, sino que, además, poseen presencia en la mayoría de los armarios.

Por ejemplo, los zapatos masculinos con tacón de la época, En aquella, el monarca contaba con el actual refuerzo elástico para que resultasen más cómodos. Asimismo, contaban con una altura de unos cuatro o cinco centímetros con suela ligera y un cerco inglés que todavía persiste.

Al igual que las corbatas de o con efecto seda ganaron una popularidad que, todavía, persiste. En aquella década, ganó bastante aceptación por el pequeño espacio visible con el que contaba pues la chaqueta abotonada de los trajes empezaban muy arriba. Contribuciones que enfatizaron la importancia en el terreno estilístico que ganó este monarca responsable de crear tendencia. Una aportación que se caracterizó por una ruptura de lo preestablecido que sus sucesores (como el duque de Windsor) han seguido defendiendo. Y nada apunta que vaya a cambiar.

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