Skip to main content

Álvaro Morte: «No he querido encasillarme como El Profesor»

Jesús Casañas| 5 de junio de 2023
(C) Lupe de la Vallina

 

El talento de Álvaro Morte ha sido reconocido con numerosos premios: Ondas 2021, Platino 2020, Fotogramas de Plata 2020, Iris 2019… casi todos gracias a El Profesor, el personaje que le catapultó a la fama mundial gracias al éxito de La casa de papel. La serie fue el antes y el después en su carrera. No obstante, ha sabido escoger bien sus papeles posteriores para no quedarse encasillado. Sin olvidar el teatro, su gran pasión: llegó a montar una compañía que quedó en stand by con la pandemia y que sueña con reflotar cuanto antes. Director, guionista, profesor de interpretación, coach de actores… Recorremos junto a él las mil y una caras que ha tenido.

 

Le copiaste tu apellido artístico a una amiga tuya, María Morte. ¿Qué tal se lo tomó?
Al principio muy bien, muy orgullosa. Hasta que la gente empezó a contactarla vía redes sociales, pensando que era familia mía. Hay gente por ahí que para acceder hasta ti lo intenta por todas las vías que puede, y hubo un  momento en que me dijo: “Madre mía, en qué momento me pediste el apellido” [risas]. Pero siempre desde el humor.

 

Tus inicios en televisión se remontan a 2002, con papeles episódicos en series como Hospital Central o Policías, en el corazón de la calle.
Sí, incluso antes, en Canal Sur, en Córdoba, también pasé por allí haciendo algunos papeles más largos, y luego capitulares en este tipo de series. Luego vinieron papeles un poquito más amplios en series de por la tarde, y  después llegaron ya protagonismos en prime time.

 

El primer papel fijo es en Planta 25, entre 2007 y 2008.
Creo que sí, como personaje largo fue el primero, o de los primeros desde luego.

 

“AL PRINCIPIO ES IMPOSIBLE VIVIR DE ESTO”

 

En aquellos inicios, ¿te daba para vivir de ello el oficio de actor o lo tenías que compaginar con otros trabajos?
Como todos los actores del país ―salvo tres al fin y al cabo, que pueden vivir solamente de esto―, necesitas buscarte la vida. No solamente cuando ya empiezas a trabajar, de estudiante ya intentas currar para poder llegar a fin de mes. He trabajado de camarero, haciendo vídeos para marcas comerciales, promocionales… Incluso de guía turístico. Vas intentando compaginar, al principio es imposible vivir de esto.

 

Y en 2012 creas tu propia compañía de teatro, 300 Pistolas, donde diriges clásicos como El Lazarillo de Tormes o La casa de Bernarda Alba.
Lo que me aportó, sobre todo, fue la tranquilidad de no tener que decir que sí a cualquier casting. Hay veces que te llegan algunos que no te gustaría hacer pero te puedes ver obligado, depende de cómo sea tu estabilidad económica. O a trabajar en un proyecto que no te llama demasiado la atención. La compañía no era para tirar cohetes, pero sí que daba una cierta estabilidad, poder llegar a fin de mes, y de esa manera podías ser un poco más selectivo a la hora de escoger los proyectos en los que te metías.

 

¿Cómo te ayuda tu faceta actoral a la hora de dirigir a otros intérpretes?
Ha sido algo que siempre he tenido ahí. Desde muy temprano, cuando me meto en arte dramático, empiezo a dirigir algunas escenas de compañeros, secuencias en las que también participan. Me gustó muchísimo el arrancar a dirigir. Luego surgió la cosa de poder montar una compañía a ver qué tal, y la experiencia fue muy bonita.

 

Por esas fechas, de hecho, es cuando empiezas a conseguir papeles fijos en series de época: Bandolera (2012-2013), Amar es para siempre (2014), El secreto de Puente Viejo (2014-2017)… ¿Fue entonces la compañía la que te permitió decir: “Venga, me voy a dedicar a papeles ya que me gustan”?
Todo fue llegando al mismo tiempo. A veces era muy loco compaginar una cosa con la otra, pero bueno, fue una época muy productiva, la recuerdo con muchísimo cariño. Ahora mismo la compañía la tenemos un poco más  parada desde la pandemia. Al ser privada y no percibir ningún tipo de ayuda ni subvención, no podíamos mantenernos con la mitad del aforo o con el tanto por ciento de aforo que se permitía en aquel entonces, que sabes que iba variando. Ahora estamos pensando de qué forma volver. Es algo que echamos muchísimo de menos.

 

 

Instagram @alvaromorte

 

 

En 2017 llega La casa de papel. Primero se emite en Antena 3, y después llega el éxito global cuando la adquiere Netflix. Tu compañero Jaime Lorente me comentaba en otra entrevista que aquello fue como una especie de resurrección, ¿lo viviste así tú también?
Absolutamente. Resurrección es la palabra. Antes de emitirse en Netflix todos sufrimos un duelo por abandonar esos personajes que pensábamos que podían dar un poco más que hablar. Tú estás en ese proyecto, ves el esfuerzo del equipo, ves cómo la gente se deja la piel… como en cualquier producción, pero veías que había algo ahí, un germen que se podía desarrollar, en términos de desarrollo del personaje y de las posibles tramas que pudiera haber. Y daba pena que se quedara en aquellas dos temporadas. Pena relativa, porque también cuando entramos en este proyecto iban a ser dos temporadas y ya está, desde el principio. Lo que pasa es que una vez que estás montado en ese caballo, dices: “Ay, qué pena que esto no se hubiera estirado un poquito más”. Y bueno, te despides del personaje y ya está, pasas página y te metes en otra cosa. Pero, de pronto, surge el estallido de éxito que tuvo a nivel mundial, y de repente pues vamos a hacer más, y tienes la oportunidad de reencontrarte con alguien, en mi caso, con El Profesor; en el caso de Jaime, con Denver. Es interesante, porque ahora lo ves desde un punto de vista sociológico. Hay mucha responsabilidad, por supuesto, porque entiendes que estás volviendo porque le ha gustado a mucha gente en diferentes sitios, pero también como con cierta calma: esto ya lo hemos hecho, sabemos que lo podemos hacer, volver a confiar en el equipo que tenemos alrededor y que va a salir bien. Y ahí vinieron las otras tres temporadas.

 

“LOS PREMIOS SON MUY GRATIFICANTES, PERO MUY INJUSTOS”

 

Además del éxito, te trajo el reconocimiento de la profesión, con premios como el Iris o el de la Unión de Actores. ¿Qué suponen para ti?
Siempre digo que los premios son muy injustos, porque, con lo difícil que es entrar en un trabajo en este país, levantar un personaje… Aunque suene a frase manida, es verdad. Cuando, de repente, es un premio como el de la Unión de Actores, que la misma profesión reconoce un trabajo que has hecho, o el de Fotogramas, con todo el cariño de la gente, porque son los lectores los que votan y demás… Todos los premios son maravillosos, o los Platino, que también son gratificantes, el pensar que en un festival de Latinoamérica tú puedas hacer eso. Es muy gratificante pero muy injusto, porque cualquiera de los que están a mi lado y cualquiera de los que no están nominados merecerían una parte de ese premio también. Me hacen muchísima ilusión, no voy a decir que no, me encanta recibir premios como a todo el mundo, pero procuro darles la importancia justa, para seguir manteniendo los pies en el suelo y no creerte nada más, porque en esto un día estás arriba y otro día estás abajo, y los premios un día te lo dan a ti y otro día se lo dan a otro y ya está.

 

 

Si quiere leer la entrevista completa, pida la revista Influencers en su quiosco.

OTROS ARTÍCULOS DE ESTE AUTOR
NOTICIAS RELACIONADAS

Suscríbete ahora

LO MÁS DESTACADO