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Cristóbal Molleja: «El empresario de este país no está ni reconocido ni valorado»

Miguel Angel Gomez| 14 de septiembre de 2023

Montajes Delsaz, la empresa que fundó el empresario Cristóbal Molleja (Madrid, 1968) hace 30 años para el montaje de salas blancas en los laboratorios farmacéuticos, inicia su cuarta década de historia en su mejor momento.

 

Desde que puse un pie por primera vez, noté que no es un edificio empresarial al uso. La actual sede de Montajes Delsaz cuenta con un diseño biofílico, esto es, un diseño que aumenta la conectividad de los ocupantes con el entorno natural mediante el uso de la naturaleza directa, la naturaleza indirecta y las condiciones del espacio y del lugar.

Un entorno en el que se fomenta la colaboración entre los trabajadores, eliminando las tradicionales barreras entre departamentos y creando espacios comunes que invitan a interaccionar. No nos resistimos a ponernos a los mandos del futbolín para disputar un derbi bajo la modalidad de ‘gol de oro’ (no hay tiempo para más). Cristóbal es acérrimo atlético y, un servidor, ferviente madridista. Victoria rojiblanca. Felicitación al ganador y rápido a la mesa. Las apretadas agendas no conceden revanchas.

 

Un Fiat Tipo tuvo la culpa

Iniciándose la década de los 90, Cristóbal estaba trabajando de soldador en una empresa que se dedicaba a la soldadura de estructuras y tuberías, al tiempo que estudiaba en el CEU un grado medio de Administración de Empresas y Marketing. “Suspendí selectividad y, como no tenía dinero para pagar el CEU, me puse a trabajar de siete a tres de soldador. Mi padre me había enseñado a soldar y aproveché esa formación”.

En el año 1992 le enviaron a Laboratorios Alter a soldar tubería. Y ahí germinó su gen emprendedor. “Vi que una multinacional francesa, Neu Aerodinámica (que ya no existe), venía a Alter a montar una sala blanca. En aquellos años empezaba en España una nueva legislación que obligaba a los laboratorios a fabricar los medicamentos en ambientes controlados y zonas estériles. Le dije a mi jefe que por qué no hacíamos nosotros salas blancas. Yo era un trabajador de solo 22 años y, como es normal, mi jefe no me hizo mucho caso”.

Fue entonces cuando Molleja decidió que montaría su propia empresa, aunque previamente trabajaría con Neu Aerodinámica durante un año para aprender. “Ya en 1993 me proponen que haga las obras en el edificio de Lilly. Les dije que yo no tenía dinero ni infraestructura, pero me fui al INEM a contratar gente y los franceses me  proporcionaron todo el material. Yo solo tenía que suministrar la mano de obra y las herramientas para hacer el montaje”.

“Tuve que vender el coche que tenía, un Fiat Tipo, para comprarme una C15 de ‘octava mano’ y herramientas de segunda mano. Incluso algunas las alquilaba. Recuerdo que mi amigo Toni me dejaba su Hilti y su furgoneta (una Renault F6) para poder llevar andamios a una o dos obras, montaba los andamios, hacía los agujeros con la Hilti y regresaba para devolverle sus cosas. Luego volvía para seguir montando”.

A partir de ahí, empezaron a llover contratos: Baxter (en Valencia), Boehringer (en Barcelona), Faes (en Bilbao)… y así fue como empezó a montar salas blancas por toda España. Cuando empezó a aparecer la competencia, lejos de quitarle cuota de mercado, le proporcionó aún más proyectos: “Una compañía que se llama Telstar me subcontrataba la mano de obra de sus proyectos de salas blancas. Y, a partir del año 94, empezaron a surgir pequeñas empresas para las que también iba trabajando: ellos vendían el proyecto y me subcontrataban a mí el montaje de las salas blancas”.

 

¿De dónde viene el nombre de la empresa?
Pues estaba en clase de Economía a las nueve de la noche, en el CEU, y le dije a mi compañero que iba a montar una empresa de montaje de salas blancas y que tenía que buscar un nombre. Entonces, me dijo: “¿Tú no eres de Fuente el Saz? Pues Montajes Delsaz”. Mi primer despacho lo tuve en el sótano de la casa de mis padres, y con un amigo que sabía de informática compramos un ordenador e hicimos la primera hoja Excel para facturar. Los fines de semana me dedicaba a la parte administrativa, mientras que de lunes a sábado al mediodía me dedicaba a montar.
Los diez primeros años yo trabajaba 24/7, como se dice ahora. Trabajaba todos los días y tuve que renunciar al fútbol, a los estudios, a salir… Y todo por estar dedicado a que saliese adelante Montajes Delsaz.

 

«Los chicos que empezaron, y que hoy siguen conmigo, estuvimos siete u ocho meses sin cobrar nada»

 

¿Tuviste algún momento especialmente malo?
Pues mira, el primer año, en el que empiezo a trabajar para esta compañía francesa, facturé 7 millones de pesetas; y de ellos, por la suspensión de pagos de Neu Aerodinámica, me dejaron a deber 5 millones. Con lo cual, me quedé sin nada. Los chicos que empezaron, y que hoy siguen conmigo (Paco, Josepi, Dani, Antonio, Jesús, Cándido, que en paz
descanse), estuvimos siete u ocho meses sin cobrar nada. Aunque no cobramos ninguno, todos me apoyaron y creyeron en el proyecto. Éramos jóvenes, sin grandes cargas familiares todavía, y podíamos aguantar unos meses sin cobrar. Luego empezamos a hacer otras obras para otros clientes y, aunque nunca recuperamos aquellos 5 millones, ellos pudieron empezar a cobrar. Yo ingresé mi primera nómina cuando me casé, con 33 años. Hasta entonces, yo tenía mis nóminas en contabilidad, pero nunca saqué el dinero. Con ese dinero comprábamos  herramientas, otra furgoneta y la primera nave en San Sebastián de los Reyes. Todo era reinversión, reinversión y reinversión.

 

¿Qué harías diferente si pudieras volver atrás?
Estudiaría una carrera: Ingeniería o Farmacia. Me formaría más de lo que pude, porque la empresa me pasó por encima. Toda la formación que he tenido ha sido del día a día y a demanda del mercado. También le digo a mis hijos que, si hubiera aprendido inglés correctamente y me hubiese formado más, habría conseguido muchas más cosas. Pero ellos me contestan: “¿Te parece poco lo que has conseguido?”. Yo creo que hay que inculcar a los hijos no solo el esfuerzo, sino que la formación es fundamental.

 

Siempre has apostado mucho por la formación.
Siempre. De hecho, tenemos un proyecto que es Net-Pharma Academy para formar y ayudar a la gente joven. Por desgracia, hoy en día, ni en la FP ni en las universidades los chicos tienen un conocimiento real del mercado laboral. Me gustaría que los profesores sean capaces de transmitir a los alumnos las posibilidades que hay y los caminos que les da una carrera como Farmacia, más allá de estar en una farmacia de la calle.

 

¿Cómo definirías hoy Montajes Delsaz?
Es la empresa de referencia en el montaje de salas blancas en España y te diría que la más longeva de todas. La definiría como una empresa volcada totalmente en el cliente, obsesionada con la calidad, con el servicio y con capacidad para seguir creciendo y ser puntera tecnológicamente en salas blancas, incluso, a nivel mundial.

 

Hablando de ser puntera, ¿qué importancia le das a la innovación y cómo impacta en tu empresa?
Pues te diría que el éxito de Montajes Delsaz está en la innovación. Cuando empezamos, en el año 1993, a los pocos meses fuimos la primera empresa (en nuestro sector) que trabajaba con mediciones y nivelaciones de equipos láser. Cuando en España se utilizaba solo en la construcción de la Torre Picasso como algo novedoso, yo traje de Alemania un equipo láser que me costó 1 millón de pesetas. Fuimos los primeros en utilizar sistemas hidráulicos para la elevación de las instalaciones, que no los utilizaba nadie. Y fuimos de los primeros en exigir a los trabajadores que utilizasen calzado y equipos de seguridad.

 

Y, hoy en día, ¿sigue siendo innovadora?
Sí, pero ahora más en cuanto a producto. Ya no solo montamos salas blancas, sino que fabricamos numerosos productos de última generación que garantizan el correcto funcionamiento de las instalaciones: puertas de junta hinchable para esterilización, SAS con filtros HEPA y equipos que, en definitiva, dan servicio a las salas blancas. Desarrollamos un I+D constante de la mano de nuestros clientes: desarrollos o innovaciones que los clientes o las nuevas normativas nos obligan a cumplimentar dentro de las instalaciones.

 

¿Cómo afectó la pandemia a una empresa como la vuestra?
Nos generó un parón en la época más crítica porque no podíamos entrar a trabajar en los laboratorios; bastante tenían ya con administrar su propio personal como para hacerlo con los que veníamos de fuera. En cuanto a la fabricación de salas blancas no ha afectado, pero con la bajada de precio en los medicamentos genéricos, todo el sector farmacéutico se está reinventando. La industria farmacéutica tiene fama de ganar mucho dinero, pero eso era hace diez años. El paracetamol y el ibuprofeno son productos muy habituales, pero si la caja vale 0,95 euros, imagínate el margen. Todo el mundo está buscando nuevas formas farmacéuticas, nuevos sistemas de fabricación, optimizando las instalaciones por los costes energéticos, y ahí es donde Montajes Delsaz es fuerte, porque ya no solo hacemos el montaje, sino que también estudiamos y analizamos el proyecto con el cliente desde el punto de vista de lo que tiene que fabricar y con la perspectiva de optimizar costes, espacios, volúmenes, digitalización, mano de obra, automatización, etc. De manera que nuestros clientes pueden ser más competitivos en el mercado gracias a nuestro asesoramiento.

 

¿Crees en la sostenibilidad a nivel empresarial?
Totalmente. En Montajes Delsaz tenemos placas solares, vehículos eléctricos, reciclamos todos los productos que son reciclables y, en este momento, estamos metidos en un proyecto para el reciclaje de las conchas de las almejas y mejillones para fabricar un polímero, y con él, paneles para el mobiliario farmacéutico. También estamos en otra colaboración para recuperar las redes del fondo del mar para fabricar redes de los campeonatos de tenis de la ATP. Y en otro proyecto en el que, con las sábanas viejas de los hoteles, generamos una materia prima para fabricar mobiliario. Estamos inmersos y colaborando en proyectos de sostenibilidad, pero tengo que reivindicar que el sector farmacéutico no valora todavía todas estas medidas. El coste que estas medidas sostenibles tienen no es valorado por el sector. Cuando competimos, lo hacemos con empresas que no tienen esta dedicación por la sostenibilidad, pero no nos preocupa; si los márgenes no son los que nos gustarían, no vamos a dejar de invertir en sostenibilidad porque el mercado en algún momento reconocerá el esfuerzo que Montajes Delsaz hace en esta línea. Ahora estamos en un proyecto con un piloto de GT4, Alejandro, que compensa la huella de carbono que produce en sus carreras con la siembra de árboles en Alcobendas (donde soy embajador empresarial).

 

Ahora que comentas lo de embajador empresarial, ¿crees que se reconoce adecuadamente al empresariado español en nuestro país?
Uf, vaya pregunta. Para mi desgracia, el empresario de este país no está ni reconocido ni valorado. Una gran parte de nuestra ciudadanía y, sobre todo, nuestros políticos, ven en muchos casos al empresario como a un delincuente. No se dan cuenta de que la riqueza de un país empieza por el empresario: es el que arriesga su dinero, es el que invierte, el que se pasa varios años de su vida arrancando un proyecto, sin vacaciones, sin dinero, sin atender a los amigos, sin hobbies… y, de repente, a los veinte años, porque le ven con un coche mejor, ya es un ladrón y un sinvergüenza que está explotando al trabajador. Nadie mira hacia atrás, donde hay una carrera muy complicada.

Pero no es solo Cristóbal Molleja, es, desde Amancio Ortega, Roig, Pérez… hasta el 80 o el 90% de los empresarios de este país que venimos desde abajo, vendiendo un coche para comprar unas herramientas y una C15. A nivel político, yo reivindico constantemente la palabra ‘esfuerzo’. Ellos no saben lo que significa esta palabra. Esfuerzo
es con lo que construye un empresario todos los días, lo que transmitimos a nuestros trabajadores. Y si no hay esfuerzo, no hay ilusión por lo que haces, si no hay educación de crecimiento y de mejora, no puedes tener un país sostenible.

Y eso lo estamos viviendo en España ahora. No puede ser que yo, y cualquier empresario de este país, paguemos más del 80% de lo que ganemos en impuestos. Ese dato no lo va a creer quien no sea empresario… Te lo detallo [coge papel y bolígrafo]. De lo que un empresario factura, tiene un beneficio. De ese beneficio, se paga un impuesto de sociedades que puede rondar el 25%; y de lo que queda, si el empresario se lo quiere llevar para pagar sus necesidades personales (casa, alimentación, etc.), el Estado se queda otro 25%. Ahora, todo lo que el empresario compra con el dinero que le queda tiene un IVA, generalmente, del 21%. Añádele impuestos del gas, la luz, el patrimonio, el solidario y toda la batería de tributos que hay… al final está pagando más del 80% en impuestos. El empresario está arriesgando su dinero, su salud (muchos enferman o mueren por infartos, estrés, etc.), su familia (por no poder atenderla) y, si sale bien, se paga ese porcentaje al Estado; pero si sale mal, asume el empresario toda la pérdida.

Mira los Presupuestos Generales del Estado y verás que tenemos 17.000 millones (que pagamos con nuestros impuestos) para subvencionar, en gran parte, a parásitos que están sentados en las plazas de los pueblos y que tienen sanidad, educación, alimentación… todo gratis. Estamos repartiendo el esfuerzo de los demás para pagar a gente que, además, no quiere trabajar. ¿Cuántos vienen del paro y te dicen que no quieren trabajar, que le selles el papel del paro y se marchan? Estoy a favor de la inmigración sostenible y controlada, pero que trabajen los que ya están aquí.

 

¿Hay talento suficiente en España?
El gran problema que tiene España no es que no haya talento, sino retenerlo. La gente que formamos en nuestras universidades se va al extranjero. Y, por otro lado, nuestras universidades tienen un déficit de doctorados, y por tanto, de profesores, brutal. Las altas notas de corte de las universidades que dejan fuera a tantos niños de las carreras que quieren estudiar no son porque sean torpes los niños, sino porque las universidades no tienen profesorado. Mientras, tenemos la desgracia de que las universidades privadas llevan cinco años creciendo a doble dígito porque no hay plazas en las universidades públicas. Y los padres tienen que hacer verdaderos esfuerzos para matricular a sus hijos en las privadas si quieren que tengan una titulación universitaria.

 

Pero ¿por qué sucede esto?
Porque quién va a querer hacer un doctorado si las plazas están tardando hasta veinticinco años en adjudicárselas a sus titulares. Que le confirmen la plaza a un profesor ya con 50 años, llevando más de veinte de interino (cobrando treinta o cuarenta mil euros), cuando en la empresa privada va a ganar una persona bien formada un treinta o un cuarenta por ciento más… Y esto en España, que si se va al extranjero puede cobrar el doble o más.

 

Como empresario con cientos de empleados, ¿cómo ves que se haya anunciado la ampliación del permiso de paternidad y maternidad a veinte semanas?
Es una barbaridad hasta para el propio empleado. No se dan cuenta de que un ingeniero que se pasa veinte semanas ausente se queda obsoleto para la compañía. Con el ritmo al que vamos, cuando el empleado vuelva ya no es útil para la empresa. ¿Y qué pasaría si el que se va veinte semanas de la empresa es el empresario? No firma nóminas, no firma contratos… en esto no piensan.

 

¿A quién admiras como empresario en España?
A Paco Cosentino, sin lugar a duda, y a Amancio Ortega. Pero además de admirar a estos grandes, a todos los estudiantes de Formación Profesional entre los años 1965 y 1975 que empezaron a trabajar desde muy jóvenes, y que han construido la pequeña y mediana empresa que paga el 95% de los impuestos de este país.

 

¿En cuántas sociedades participas actualmente?
Pues ahora mismo estoy participando o apoyando de alguna manera a veinte o veinticinco empresas, aproximadamente. En general, son gente joven, que no saben cómo dirigirse al mercado o que no tienen fondos financieros, y a los que apoyamos con dinero y con lo que yo llamo smart money (conocimiento y experiencia para ayudarles a montar su negocio y a que alcancen sus sueños).

 

¿Qué diferencias encuentras entre los jóvenes que hay hoy y los que había cuando montaste esta compañía hace treinta años?
Cuando yo empezaba teníamos una ilusión muy grande por hacer algo por nuestro futuro. Intentábamos buscarnos la vida para tener un salario y una vida normal, ni siquiera acomodada. Muchos empezamos porque no encontrábamos trabajo y buscábamos iniciativas para agarrarnos a algo. La gente que viene ahora tiene una vida más acomodada, con un Gobierno que les está dando ayudas, y entre los padres y el Estado estamos generando personas sin ilusión, que prefieren una vida acomodada a luchar por un piso, un coche o por unos objetivos que ellos ven inalcanzables, o porque consideran que no compensa ese esfuerzo para conseguir esos objetivos. Se pierden la maravillosa recompensa del esfuerzo y la ilusión. Por otro lado, percibo también una obsesión con el teletrabajo. Está muy bien teletrabajar, pero nos aleja de las personas. Y lo más importante de mi vida son las personas que me están acompañando en este viaje: clientes, amigos y compañeros. Yo prefiero que un amigo me llame para ayudarle a solucionar un problema que para irme a tomar unas cañas.

 

 

«Me gustaría mucho que mis empresas las compraran los profesionales que hoy en día están trabajando conmigo»

 

 

¿Qué valores crees que tienen en común los trabajadores de Montajes Delsaz?
Pues, lo primero, es que son unos enamorados de Montajes Delsaz. Lo segundo, que sienten la empresa como suya, y es algo que siempre he querido transmitir: que aquí Cristóbal, aunque sea el CEO o el dueño, no es el más listo de la clase y comete los mismos errores que comete cualquier persona; toma decisiones en la responsabilidad que yiene como CEO, pero también se equivoca. Mi gente está apasionada con Montajes Delsaz, y yo siempre les digo que no vengan a trabajar si no son felices. Aquí se trabaja de forma muy transversal y, aunque cada uno tiene sus funciones y sus misiones, somos un equipo. Siempre he tenido una relación muy familiar con todos, y eso ha ayudado a que apenas haya rotación. Aquí lo normal es que los empleados lleven diez, quince o veinticinco años.

 

¿Tienes algún reto en mente para los próximos años?
Seguir creciendo y generando más puestos de trabajo. Actualmente, sumando las empresas de las que soy propietario y aquellas en las que participo, calculo en torno a los quinientos empleados. Estamos trabajando para montar Net-Pharma en Barcelona y, en general, integrar el triángulo empresa privada–Administraciones Públicas–I+D, todo ello aderezado con el talento de las personas y el conocimiento.

 

 

Teniendo en cuenta lo que nos has contado, ¿recomiendas el emprendimiento?
Absolutamente. Necesitamos del emprendimiento. Y creo que el futuro pasa por que las empresas, dentro de veinte años, tengan muchos menos trabajadores en plantilla y muchos más como autónomos. Emprendedores que darán un servicio a esa compañía, pero desde su estructura empresarial.

 

¿Dónde te ves dentro de diez años?
Espero dedicarme solo a la parte personal y emocional de los proyectos en los que participe. Me refiero a un acompañamiento en temas estratégicos, de futuro, pero no quiero estar en el día a día de la gestión de la empresa. Quiero estar económicamente tranquilo, sin tener las hipotecas que tengo ahora, para poder disfrutar más de mi familia, de mis amigos, de mis aficiones, y para poder seguir estudiando y leyendo. Todo eso que ahora no puedo hacer pero que, a pesar de ello, tengo unos hijos y una esposa que me esperan, acompañan y quieren todos los días. Les estoy infinitamente agradecido por ello. También me gustaría transmitir a la gente joven que quiera escucharme toda mi experiencia.

 

¿Y qué pasará entonces con tus negocios?
Pues muchos de ellos estarán vendidos a gente que quiera seguir en el proyecto. Me gustaría mucho que mis empresas las compraran los profesionales que hoy en día están trabajando conmigo. Buscar fórmulas financieras para que no caigan en manos de gestores financieros, sino en las de los que me han ayudado a hacer realidad todos mis proyectos. Además, porque me gustaría que mis hijos disfrutasen con sus proyectos y luchasen por sus sueños, aunque yo me lleve menos dinero por ello.

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