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Carlos Sobera: «Todavía me piden que levante la ceja»

Miguel Angel Gomez| 5 de marzo de 2024

Carlos Javier Sobera Prado (Baracaldo, Vizcaya, 1960) no solo es un presentador de televisión, sino que también es actor y empresario teatral. Y no necesariamente en ese orden. Una triple dedicación que le ha convertido en uno de los rostros más queridos del entretenimiento de nuestro país y, por qué no, en la portada del número de marzo 2024 de la revista Influencers.

Corría el año 1980 cuando, mientras estudiaba Derecho en la Universidad de Deusto (Bilbao), tuvo su primer contacto con el mundo teatral, creando el grupo La Espuela. Lejos de lo que pudiera pensarse, Carlos Sobera no tuvo formación alguna en interpretación porque, según explica, “yo soy de los años 60, y cuando empiezo a acercarme al teatro con 17 o 18 años es muy difícil encontrar centros de formación teatral en España. Te lanzabas a la calle y tenías como maestros a los que eran mayores que tú, o te fijabas en grandes como Marsillach, Rodero, Luis Varela…”.

Ya en 1987, al tiempo que ejercía como profesor de Derecho de la Publicidad en la Universidad del País Vasco, fundó el Aula de Teatro de la Universidad, donde realizó labores de interpretación, dirección y producción hasta 1995. “Era un aula que llevaba quince años erradicada en la UPV y la recuperé de la mano de Pedro Barea, que era crítico teatral, y nos unimos para construir juntos el aula de teatro que lanzamos”.

Si el lector se pregunta dónde está la relación entre el Derecho y la interpretación, Sobera lo tiene claro: “No hay nada más parecido al teatro que la judicatura, la abogacía y la fiscalía. Fíjate que las películas y series que más triunfan son las que tienen que ver con los procesos judiciales. Son todas maravillosas, sobre todo las que tienen que ver con el proceso judicial americano. Acuérdate de la serie Ironside. Yo quería ser abogado precisamente por él, porque era un abogado extraordinariamente inteligente, intuitivo, iba en silla de ruedas y ganaba todos los casos. Era maravilloso”, recuerda Carlos, y concluye: “Son dos mundos superinterrelacionados”.

«Yo no me había planteado nunca el mundo de la presentación, porque no era algo que me atrajera»

Sobera quería ser inicialmente actor, pero, al no hablar euskera, no podía acceder a la ficción que se hacía para el canal ETB1 por la política lingüística que, en los años 80, desarrollaron el Gobierno vasco y la propia ETB (para promover al máximo el euskera). “En ETB2, que era en castellano, no existía la ficción, solo había entretenimiento, y no hubo entonces oportunidad.

Pero con el paso del tiempo, al conocerme como actor y como guionista, me llamaron para hacer un casting para presentar un programa. Yo no me había planteado nunca el mundo de la presentación, porque no era algo que me atrajera, pero era lo que había y me dije que había que aprovechar esa oportunidad. Y así fue, me dieron un programa que se llamaba Ciudadanos, allá por 1995, y ahí empezó mi carrera televisiva… ¡que podría haber acabado allí mismo, pero afortunadamente continuó!”.

Lejos de terminar, acometió a continuación el magacín diario Arde la tarde, junto al actor conocido como Torbe. “ETB me encargó hacer un late night y dibujamos uno al estilo del de Pepe Navarro, que estaba triunfando en ese momento con Esta noche cruzamos el Mississippi. Era un programa irreverente, muy chocante, que buscaba un poquito despertar al público vasco a esas horas. Y creamos a un personaje, que era el Superhumano, una especie de héroe sin ningún tipo de poder, un desastre absoluto, que trataba de resolver los problemas que tuvieran los ciudadanos normales en la calle. Entonces, un buen día, como ocurre en televisión, alguien decidió que lo que iba a ser un late night se tenía que convertir en un programa de sobremesa. Yo pensé que alguien se había vuelto loco.

Carlos Sobera

Si hacíamos a las cinco de la tarde lo que habíamos diseñado para un late night probablemente el 80% de las personas que nos viesen infartarían. No tenía ningún sentido, pero se empeñaron y lo hicimos. En dos o tres semanas tuvimos que cambiar la línea editorial del programa porque, efectivamente, ‘nos llamaron desde Urgencias de varios hospitales porque estaban infartando los telespectadores’. Una de las víctimas fue ese personaje del Superhumano, que hacía Nacho Torbellino. Luego lo reformamos, lo convertimos en un programa más tranquilo y… fracasó. Yo creo que la primera impresión que causamos fue tan lamentable que luego no fuimos capaces de superar aquel juicio negativo”.

La llamada que lo cambió todo

La popularidad a Sobera le llegó como actor a raíz de su participación en la serie Al salir de clase, ya que esta logró un éxito inesperado, incluso, para el propio Sobera. “Fíjate que, aunque seguro que alguien pensaría que Al salir de clase iba a triunfar, las papeletas que tenía al principio eran justo las contrarias: se emitía a las tres de la tarde, contra los informativos, lo que suponía un experimento de horario tremendo, pero también de segmento de público, porque estaba enfocado a los chavales más jóvenes, que se supone que estarían en el colegio a esa hora… Pues fue un pelotazo. Pero luego me sacaron de esta serie para protagonizar Quítate tú pa’ ponerme yo y, al final, terminaron quitándonos a todos, porque no funcionó”.

Si aquella serie juvenil había servido para poner a Sobera en el prime time de la interpretación, el espaldarazo definitivo a su carrera lo lograría como presentador gracias a una llamada totalmente inesperada. Corría el año 1999, cuando Telecinco se traía entre manos un concurso que revolucionaría las tardes: 50×15 ¿Quién quiere ser millonario?, pero no terminaba de decidir quién lo presentaría. “Yo creo que me lo propusieron por desesperación, porque a mí me llamaron una semana antes de empezar a grabar el programa después de que, según me dijeron (que no sé si sería verdad o no), hubieran pasado más de trescientas personas por el casting. Al no encontrar a la persona que ellos consideraban ideal, entiendo que por desesperación, alguien se acordó de mí y dijo: ‘¡Coño! ¡Sobera!, el que ha estado en Al salir de clase… ese que hemos quitado con el Quítate tú. Estaba en ETB de presentador, llamadle, que no perdemos nada’. Y me acordaré toda la vida: estaba yo en el Patio de los Leones de la Alhambra de Granada, escondiéndome detrás de las columnas porque acababan de llegar cuatro autobuses de chavales, perfil de Al salir de clase, y estaba yo pensando que me iban a ‘brasear’ en cuanto me viesen. Suena el teléfono, se dan la vuelta ¡y me ven! Me escondí como pude y respondí al teléfono:

  • ‘Oye, ¿a ti te importaría venir a hacer una prueba para presentar un concurso?
  • Vale, pero ¿cuándo tiene que ser esto? Porque…
  • Mañana.
  • ¿Pero cómo que mañana? ¡Si estoy en el Patio de los Leones!

Total, que me fui para allá e hice la prueba. Siempre recordaré que, cuando fui a entrar al plató, salía una periodista que yo admiraba muchísimo: Mari Pau Domínguez, de una belleza extraordinaria y muy buena comunicadora. Cuando la vi me despreocupé, porque tenía claro que iban a coger a Mari Pau. Me explican mientras estoy en sastrería (porque me querían ver ya vestido de traje) cómo es el formato, me meten al plató, que ya estaba totalmente terminado, y me puse a presentar el programa. A los dos días me llaman y me dicen ‘has sido tú el elegido’. Me sorprendió muchísimo”.

¿Utilizó entonces su popular gesto de levantar la ceja?
Lo de la ceja vino después, ni siquiera lo hice en el casting. Y surgió porque a mí me parecía un programa muy difícil de presentar. Era: plano del concursante, plano del presentador, y así sucesivamente. Una especie de lenguaje entre los dos. Yo pensaba qué hacer para meter al público dentro del programa, que se sintiera como un concursante más. Y como no te dejaban levantarte, porque si lo hacías te salías del campo de luz y te quedabas a oscuras, empecé a poner caras, porque había un momento en el que ya me aburría. Desarrollé un lenguaje fruto de la necesidad de comunicarme con la gente, con el público del plató y con el concursante. Fíjate que aquello cayó en gracia y, como el concurso de por sí era muy bueno, se elevó a los altares.

Pero esa primera etapa en Telecinco duró poco más de un año. ¿Qué ocurrió?
En mi opinión fue un abandono equivocado y, probablemente, injusto. Desde el año 2000, Pasapalabra le venía haciendo daño claramente a ¿Quién quiere ser millonario? Pierde el liderazgo y se decide emitir el programa una vez a la semana, porque se había abusado mucho: cada vez que fallaba una serie o un programa, ahí que iba ‘el millonario’ a cubrir el hueco, porque era garantía para que la audiencia se mantuviera. Pero claro, lo mucho cansa. Se decide entonces que solo se emita los jueves por la noche. Y justo cuando estrenamos ese día, se estrena una serie en TVE que ha sido un bombazo que ha durado 22 años. ¿Sabes cuál es?

Cuéntame cómo pasó.
Exacto, y nos deja en una cifra ridícula. La cadena piensa que el programa está agotado y, en vez de cambiarlo de día, lo retira de la parrilla. Pero fíjate si no estaba agotado que nos sustituyen con Hospital Central. Y le pasa exactamente lo mismo que a nosotros: Cuéntame lo deja barrido. Pero claro, habían grabado ya trece episodios y no podían tirarlos a la basura, así que los emiten otro día, los martes, ¿y qué pasó? Que Hospital Central, que había sucumbido, se convirtió en otro fenómeno televisivo que duró doce años. Fíjate si no estaba muerto ‘el millonario’ que pocos años después ‘resucita’ en Atresmedia y consigue las más altas cuotas de audiencia que jamás se hayan alcanzado en este concurso.

En 2002 abandona Telecinco para volver a los canales autonómicos. ¿Era un paso atrás?
Me intentaron fichar en Antena 3, pero no me dejé. Yo tenía muchas ganas de seguir haciendo cosas que me gustaran y me dieron la oportunidad de presentar Date el bote, en ETB, y pensé: “No lo voy a desperdiciar, porque me parece un programa superfresco y divertido”. Yo creo en las buenas ideas, y cuando una idea es buena hay que apuntarse a ella.

Pero dos años después sí recaería en Antena 3 para conducir varios concursos: ¿Hay trato?, Números locos, 1 contra 100, El invento del siglo, Jeopardy… la mayoría cancelados antes de lo previsto por sus resultados de audiencia.
Bueno, en realidad Números locos estaba funcionando, pero la directiva no se lo pensó dos veces cuando una productora le ofreció los derechos de ‘el millonario’. Lo emitieron [con el título ¿Quién quiere ser millonario?] sustituyendo a Pasapalabra, que no les funcionaba entonces, y ‘el millonario’ les funcionó mejor que nunca.

Ciertamente, logra convertirse en el concurso más visto de televisión en España en 2006, con más de tres millones de espectadores y un 23% de cuota de pantalla, obteniendo dos premios TP de Oro al mejor concurso en 2005 y 2006. ¿Por qué se marcha entonces a Televisión Española?
Porque no me apetecía hacer locuras. Hubo un momento en el que me propusieron presentar tres concursos a la vez en Antena 3, y yo no terminaba de entenderlo. Recuerdo que pensé que si hacíamos tres concursos a la vez, eso iba a ser el preámbulo de no hacer ninguno. Alguien me dijo: ‘No seas agorero’, y le respondí: ‘No, soy realista’. Un profesional no puede hacer tres cosas a la vez si son la misma cosa, como eran tres concursos con diferente mecánica. Y además sucediéndose el uno al otro. Al final, no me equivoqué y terminé no haciendo ninguno. Eso provocó una situación un poco incómoda para todo el mundo y me marché. Siempre he sido coherente en ese sentido.

Tras su paso por Televisión Española, 7RM de Murcia y ETB2, regresa por última vez a Antena 3 para recalar, finalmente (a principios de 2016) en Mediaset con un reto: First Dates, un formato desconocido hasta ese momento.
Pues esa es, precisamente, la cuestión. Lo que más me atrajo de First Dates es que era una vuelta de tuerca a los datings de toda la vida. De repente, se planteaban citas reales en un contexto que pretendía ser real y con cámara al estilo del Gran Hermano. Y me pareció que era una frescura extraordinaria hacerlo, además, con gente corriente de la calle, porque eso era algo que se estaba perdiendo en televisión. De hecho, se ha perdido: ya no hay gente corriente ni en los concursos, son todos profesionales.

¿Qué esperaba de un programa como este?
Todo y nada. Nunca sabes lo que va a ser un éxito y lo que no, es imposible. A veces las buenas ideas se pierden en el camino y, otras veces, las malas se conservan. Y no sabes por qué, son misterios de la vida… o de la tele. Pero a mí me parecía una idea buena y luego se ha visto que era maravillosa y que ha dado un juego extraordinario.

¿Qué criterio siguen en el casting?
Hay un equipo extraordinario que se dedica a seleccionar y busca siempre gente que tengan algo que ofrecernos, pero que representen a todo el mundo. De hecho, hay parejas de todas las edades, de todos los sexos, de todas las inclinaciones u orientaciones sexuales, de cualquier tipo de ideología política o que sigan cualquier tipo de doctrina alimentaria. Buscamos la máxima representación, pero dentro de ella se busca gente, no que sea anodina, sino que sea capaz de abrirse, de mostrarse, empáticos… eso es muy importante. Luego los hay más peculiares o menos, pero la peculiaridad, que es lo que llama mucho la atención, no se ve hasta que están realmente en la barra.

¿Quieres saber la razón de la única cita del programa que no se pudo llegar a emitir nunca? ¿Qué otros proyectos tiene Carlos Sobera entre manos? ¿Fichará por Atresmedia?

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