Skip to main content

Hamza Zaidi: «No expongo mi vida personal, no me gusta»

Jesús Casañas| 8 de enero de 2024

Hamza Zaidi llegó a Carabanchel (Madrid) con apenas 2 años desde su Marruecos natal. A los 13 descubrió que quería ser actor. Hoy en día lo ha conseguido, y compagina sus papeles en cine y televisión con los vídeos que sube a sus redes sociales (donde tiene millones de seguidores).

Un icono para el colectivo marroquí que sueña con dejar de interpretar clichés y poder hacer de médico o de policía. 8 apellidos marroquís es su última película.

A los 11 años ya hacías teatro y obras de Shakespeare. ¿Te viene de ahí el gusanillo?

Así es. Cuando hicimos esas obras hubo reacción de las madres, una hasta se puso a llorar con mi interpretación: “Ser o no ser”. Me di cuenta que había llegado a su corazón. Fue mi punto de inflexión, decir: “Ha funcionado. Igual esto es lo que me mola, a lo que me quiero dedicar”. Ahí empezó toda la aventura. Dos añitos de teatro del cole y, a partir de ahí, apuntarme en webs de castings con 13 años hasta acabar saliendo en El Príncipe.

Lo de apuntarte a los castings fue porque un día, volviendo a casa, te encontraste un rodaje de cine en Carabanchel, tu barrio, ¿cierto?

¡Sí! Justo a la salida del cole, iba con los colegas y estaban rodando un peliculón, no sé si era de Hollywood o algo. Me quedé embobado no sé cuántas horas mirando cómo era todo, era la primera vez que veía un rodaje. Le pregunté a una ayudante de dirección: “Yo quiero estar aquí, ¿cómo puedo hacer?”. Le hizo gracia y me dio dos páginas web de castings. Cada vez que llegaba de clase me metía a ver si estaban buscando un perfil como el mío. Primero cayeron dos cortometrajes, trabajos de fin de curso, obviamente sin remuneración. Y luego, el tercer casting no sabía que era para El Príncipe. Lo hice y Rosa Estévez me dijo: “Nos has gustado mucho, que sepas que va a ser algo tocho, una serie”. Me quedé loco.

¿Qué supuso para ti debutar en esta serie tan gorda?

¡Pues imagínate! Salgo solo en el primer capítulo, pero salgo bastante. Soy un niño sicario, terrorista, que le contratan para que dispare. Esa escena se hizo muy famosa porque la metían todo el rato en los anuncios, estuvieron meses promocionando la serie y cada vez salía yo disparando. En el cole ya estaban las miraditas, mis padres también flipando… Fue rarete, porque no sabía cómo iba a reaccionar la gente, pero respondió muy bien y me dieron las fuerzas para seguir.

Ese año saliste también en La ignorancia de la sangre, una película con actores como Juan Diego Botto o Paz Vega.

Tenía 15 años. Me tocó durante dos meses hacer castings de los mismos personajes, porque en esa época estaban de moda las producciones sobre la yihad, terroristas… En ese momento buscaban personajes racializados, que parecieran marroquís, y fue nuestro momento. Es un poco triste, porque es el cliché de siempre: «El personaje este lo tienes que hacer tú». La peli fue muy guay, soy bastante prota, pero es más de lo mismo: mi padre es un mártir que se va a la yihad y al final muere, yo me quedo como huérfano y Juan Diego Botto es el que me adopta.

Ahí decides empezar a estudiar interpretación, hacer teatro, microteatro… Y en ese momento empiezas también a subir tus propios vídeos a las redes sociales. Creas tu propio canal de YouTube, con las parodias de las costumbres de España y Marruecos. El bombazo llega en 2016 con el vídeo de Kitipasa (¿Qué te pasa?). Pasas de 10.000 seguidores a 1 millón y medio. ¿Esperabas este éxito?

No, fue muy loco. La etapa de los castings donde buscaban estos perfiles se acabó, se pasó la moda. Trabajé lo máximo que pude, pero me dejaron de llamar, ya sabes cómo es el mundo de la interpretación. Al principio subía dos vídeos al mes y seguía estudiando. A los dos años, en 2015, una comparación de España vs. Marruecos lo petó muchísimo. La gente lo empezó a compartir… Cuando vi que hablaban de él todo el rato dije “vale, es el momento, tengo que ser constante”. Subía un vídeo al día, incluso dos, para tener más contenido y mantenerme.

«SI ME EXPONGO MUCHO, HABRÍA GENTE ESPERÁNDOME A LA SALIDA DE MI CASA»

Y lo conseguiste. Tienes actualmente 3 millones de seguidores en Instagram, ¿te ha superado alguna vez este nivel de exposición?

Decir, quiero reservar algo de mi vida privada para mí. No me arrepiento de nada, fue el momento que más aproveché. También saqué con el Kitipasa marca de ropa: gorras, sudaderas… El colectivo marroquí, que es muy grande en España, fue el que más me apoyó. Sobre todo porque en España no había ningún referente de Marruecos, y menos haciendo humor, les sorprendió para bien. Hay muchos influencers a los que les encanta hablar a cámara, contar su vida… Yo nunca me he expuesto como tal a mis seguidores. Hablo a cámara cuando debo, pero prefiero subir más memes o cosas de ficción, algo creado. No expongo mi vida personal, no me gusta, no le digo a la gente dónde estoy. Quiero mantener una vida más tranquila, sé que con los seguidores que tengo, si me expongo mucho, habría gente esperándome a
la salida de mi casa. Fidelizar al seguidor es cosa tuya. Si quieres fidelizarlo para que te compre un producto está de puta madre, pero que sepas las consecuencias que va a haber. Te va a observar todo el rato, va a estar pegado a ti… Eso es lo que he vivido y no me mola.

Hablas de que te consideras también creador, no solo actor: producir, escribir guiones…

Lo tengo a la par. Si me dices a qué te quieres dedicar toda tu vida, pues es eso, las dos un poco. Me metería en el mundo de detrás de cámara en el cine, haría guion. De hecho, con Cayetana Guillén-Cuervo y Ayoub El Hilali estamos haciendo ya proyectos, tenemos un grupo formado donde estamos escribiendo guiones para proponerlos a productoras. Soy actor, que es a lo que me he dedicado desde el principio, pero me he dado cuenta de que detrás de la cámara me siento también cómodo.

En 2023 hiciste triplete. En Como dios manda, con Leo Harlem…

Hago como tiktoker un poco más chulo, pero va por ahí. Mi nombre es Hamza, de hecho. [Risas]

Koldo en El club de los lectores criminales huye de los estereotipos…

Sí, estoy muy contento. Koldo es un vasco influencer, que sí que es parecido a mi vida, pero por fin nos alejamos de eso. A mi círculo, gente marroquí, racializada, le encantó: “De las primeras veces que te veo a ti haciendo de algo que no sea el cliché de siempre”. Estamos avanzando. La gran mayoría de mis personajes anteriores eran el cliché de marroquí. Es muy difícil que, de repente, me pongan a mí de profesor, o de policía. Eso es algo que hay que romper aquí en España porque nos estamos quedando atrás comparados con las producciones de Francia o EE.UU. Obviamente van por generaciones más adelantadas, van por la cuarta o la quinta, y aquí por la segunda. Se nota que poco a poco se está intentando, pero a mí me falta eso. Se están creando cosas como The Black View o compañías de teatro que son solo de gente racializada. Mola mucho, porque nunca vas a ver un grupo de gente marroquí, negros y chinos, juntos haciendo teatro clásico. Están cambiando las cosas y, poco a poco, vamos a encontrar nuestro lugar. Va a dar igual el color, se puede hacer cualquier personaje.

Con Yashir en 8 apellidos marroquís, tu última película, haces de traductor…

Se juntan los dos mundos, España y Marruecos; hay un choque cultural muy guay ahí. Enseñamos cómo una familia más conservadora tiene la imagen de Marruecos, y después la va cambiando. Ese es el arco de la película: tienen que bajar a Marruecos a heredar una cosa. Allí se encuentran el mundo este y, claro, al principio, es mucho prejuicio, pero poco a poco, el prota, Julián López, dice: “Hostia, que no es tanto como yo esperaba”.

Fotos (c) Fernando Frade

OTROS ARTÍCULOS DE ESTE AUTOR
NOTICIAS RELACIONADAS

Suscríbete ahora

LO MÁS DESTACADO