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Julián López: «’Muchachada’ ha quedado como algo de culto»

Jesús Casañas| 15 de marzo de 2024

Julián López (El Provencio, Cuenca, 1978) comenzó estudiando música con la trompa como especialidad, uno de los instrumentos más difíciles de tocar. Pero aunque se siga sintiendo músico, la vida le llevó por otros derroteros. Fue parte del legendario elenco que dio vida a La hora chanante y Muchachada nui, dos programas de humor que marcaron un antes y un después en nuestra historia televisiva. Se convirtió en cabeza visible de una nueva generación de cómicos, y supo reconducir su carrera hacia el mundo del cine. Desde Pagafantas (2009) no hemos dejado de verle en pantalla grande, ya como protagonista. Matusalén (en cines el 5 de abril) es su nueva película, una comedia coral a ritmo de hiphop.

Estudiaste Magisterio en Educación Musical en la Facultad de Educación de Cuenca. ¿Es algo que te ha gustado de siempre?
Sí, la música me ha acompañado desde niño, prácticamente desde la cuna; en casa había mucho ambiente musical. A mis padres les gustaba cantar, ponían muchos discos, entonces hemos crecido mis hermanos y yo en un ambiente de amor a la música. Elegir esa carrera en la universidad fue por el componente musical. Confieso que no tenía pasión por ser maestro de colegio, pero impartir clases de música sí que me habría gustado. Nunca llegué a ejercer, solo en prácticas.

Fue en aquella época cuando conociste a Joaquín Reyes, Ernesto Sevilla, Raúl Cimas, Carlos Areces… ¿Cierto? ¿Cómo recuerdas aquello?
Sí, pero no a todos de golpe. Sí que conocí a Raúl y a Ernesto en la universidad. En la residencia, porque ellos estudiaban Bellas Artes y yo no. Congeniamos a la primera en todo: en el humor, en el cachondeo, en la manera de ver la vida… Y más tarde conocí a Joaquín y a Carlos. Empezamos a hacer cortometrajes, ellos lo hacían mucho en Bellas Artes y me utilizaban de conejillo de indias. A mí me hacía evadirme de mis clases de música para hacer algo que ya estaba germinando en mí: “Esto creo que se me da bien, hacer el payaso de esta manera delante de una cámara”. En la universidad uno descubre muchas cosas de sí mismo.

En 2002 se estrena La hora chanante en Paramount Comedy y tú estás ahí. Debió haber algo que te despertó al mundo de la interpretación.
Cuando acabó la universidad mantenía el contacto con Ernesto. Empezó a hablarme de este proyecto, y yo en ese momento voy a Madrid para retomar los estudios de conservatorio. Le dije: “Yo ando por aquí, para cualquier cosa del programa ya sabes”, y Ernesto es el que piensa “oye, pues vamos a tirar de los que conocemos y tenemos conexión”. Me llamó a mí, a Raúl, a Carlos… Fue conformando ese grupo de una forma azarosa y natural, nada premeditada, a ver qué iba saliendo.

«Muchachada ha quedado como algo de culto, todavía nos siguen rememorando»

En 2007 se traslada el programa a TVE bajo el nombre de Muchachada Nui, hasta 2010. Actualmente es una obra prácticamente de culto, no sé si teníais esa sensación por aquel entonces de la trascendencia que tendría.
En aquel momento intentamos hacer las mayores locuras posibles, pasarlo bien, tratar de mejorar cosas de la etapa Chanante y transitar por otros campos. Ahí empezamos a experimentar con algunos sketches que no solo eran de comedia pura, sino que dejaban otros posos. Cuando tú haces eso tampoco eres muy consciente de si le va a gustar a la gente o no, quieres que te guste a ti. Hicimos lo que queríamos hacer y por suerte nos dejaron. En ese momento no éramos muy conscientes. Luego sí hemos sabido que igual que a nosotros nos influenciaron otros que vinieron antes, nosotros hemos quedado como algo de culto, que todavía nos siguen rememorando y que ha calado en otros cómicos que han venido después. Es algo muy bonito, te sientes muy orgulloso.

Antes de que terminase Muchachada tú ya empezaste a hacer otras cosas, como monólogos. ¿Cómo fue enfrentarse al público por primera vez a solas?
Muy duro, es de las cosas más duras que he experimentado en mi faceta como artista. Aunque he de decir que como músico de clásica, tocar en una orquesta, en una formación de cámara o solista incluso se asemeja bastante. Te expones mucho, no te permite fallar. Pero lo del monólogo vino un poco dado. Donde más disfrutaba era haciendo sketches, haciendo personajes. Germinaba una semilla. A mí lo que más me gustaba era la ficción, interpretar un personaje y defenderlo, y luego hacer otro y enfrentarlo de otra manera, si puedo hablar de otra forma, con otros amaneramientos… En los monólogos es verdad que me partía de risa con mis compis, lo hacían muy bien. Yo lo experimenté, creo que también se me daba bien, y era muy bonito tener al público delante. Pero confieso que tampoco era lo que a mí más me motivaba. Yo quería seguir con la ficción, apostar por eso. Cuando proyectas algo también te empieza a venir, porque ahí ya es cuando empiezan a llamarnos a todos para hacer capitulares en una serie, programas de entretenimiento… Era como “estamos haciendo las cosas bien, estamos llamando la atención”.

Episódicos en Aída o La familia Mata. También das el salto al cine, en películas como Pagafantas o Spanish movie. Juancarlitros, el personaje mítico de No controles… Vas cogiendo cada vez más protagonismo.
Borja Cobeaga es el primer director que apuesta por mí con Pagafantas, es mi primera película en el cine. Me daba vértigo ese salto, pero de igual modo, por la juventud o lo que fuera, te subes a ese tren y para adelante. Tanto La hora chanante como Muchachada nui se hacían de un modo muy parecido a como se podía hacer una serie de televisión o una película de cierto empaque, salvando las distancias del presupuesto, que eso también te limita en cuanto al tiempo, equipo, etcétera. Pero todos íbamos aprendiendo lo que era un rodaje, con sus marcas, sus códigos. Con lo cual hacer una película no fue llegar de primeras, sino que sabías ya ciertas cosas.

Esto nos lleva hasta la película que estrenas ahora, Matusalén. Un rapero cuarentañero que vive con sus padres y se apunta a la universidad como en las pelis de EE.UU., pero yo creo que es más un retrato del síndrome de Peter Pan de nuestra generación.
Totalmente. Es algo que nosotros abrazamos mucho, pero hay gente que lo repudia. El propio director de la película, David Galán Galindo, es muy peterpanesco, él mismo lo reconoce. Pese a ser un tío que tiene sus dos hijas, un tío adulto. Pero de alguna manera escribió esto pensando en su propia vida, es un amante del hiphop hasta la médula y quería darle esa visión cómica a una situación que se puede dar en nuestra generación, estar en medio de no se sabe muy bien qué etapa en la cual te gustan ciertas cosas, vistes de determinada manera y, sin embargo, a los chavalines les pareces un carroza. Por eso le llaman Matusalén, está en un limbo muy curioso el personaje. Estoy rodeado de compañeros y compañeras fenomenales, hay casi cuatro generaciones de actores y cómicos. Es muy bonito ver a todas estas generaciones juntas.

Matusalén es la nueva película de Julián López, en cines el 5 de abril. Foto (c) Flins & Pinículas

Dice el director que se ha basado en las comedias corales de Berlanga o Cuerda.
Sí, la comedia universitaria americana es una etiqueta bastante habitual, y no negamos que tiene ese toque, pero mezcla muy bien con la tradición de la comedia española. Hay escenas muy corales, en las que suceden muchas cosas.

Vuelves a trabajar con Carlos Areces y Raúl Cimas, ¿es como jugar en casa?
Totalmente. Eso David lo notó desde el principio. Vio cómo no nos tenía que decir nada: con leer un poquito el texto y hacer un ensayo, uno sugerir algo en el ensayo o en la propia toma y el otro recibirlo, eran automatismos que ya teníamos tan interiorizados que salían a la primera. Fue muy divertido. Te das cuenta que aquellos años dejaron un poso en el espíritu cómico de todos que te permiten esas cosas.


Foto principal: (c) Jorge Alvariño

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