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Javier Fesser: «El éxito de ‘Campeones’ fue inesperado»

Jesús Casañas| 4 de agosto de 2023

 

Ahora que se dispone a estrenar su segunda parte, Campeonex (18 de agosto en cines), puede que el éxito de Campeones nos parezca un antes y un después en la carrera de Javier Fesser (Madrid, 1964), pero lo cierto es que ha dado que hablar con cada película desde que debutase con El milagro de P. Tinto en 1998, obra de culto a día de hoy.

Marcó desde sus inicios un estilo muy personal, mezclando el humor surrealista de la España profunda con un dominio técnico poco visto en nuestro país. Elementos para poder ser la persona que llevase a la gran pantalla a los personajes de Mortadelo y Filemón. Algo que no le ha impedido explorar otros géneros y formatos: drama, documentales, spots publicitarios, sus queridos cortometrajes… Un director tan original como comprometido.

 

Tras licenciarte en Ciencias de la Imagen por la UCM, creas en 1986 Línea Films, productora orientada al mercado publicitario. ¿Cómo era aquel mundillo en los años 80?

Empezamos haciendo vídeos industriales muy pequeñitos, incluso alguna que otra boda en VHS. Los spots publicitarios y los vídeos de gran presupuesto era algo que estaba por llegar si te lo currabas bien. Pero el objetivo desde el principio era hacer cine.

 

En 1992 fundas, junto a Luis Manso, la productora Películas Pendelton, ya orientada al mundo del cine.

La decisión fue “vamos a trabajar todo lo que podamos en publicidad para ahorrar y poder hacer nuestro primer corto”. Y así lo hicimos. Al cabo de dos o tres años de montar la productora, en 1994, pudimos producirnos Aquel ritmillo, el primer corto en 35 milímetros. Luego pudimos hacer El secdleto de la tlompeta, que ya nos permitió poner en marcha nuestra primera película, El milagro de P. Tinto. Los cortos fueron nuestra carta de presentación.

 

El milagro de P. Tinto (1998) a día de hoy es una película de culto. No sé si tienes tú esa percepción.

Hace 25 años ya. Estoy muy contento y muy orgulloso de todo lo que he tenido la suerte de hacer. Con todos sus fallos y sus errores. Me encanta verlos con el tiempo porque noto que hemos ido aprendiendo por el camino. Ahora mismo en El milagro de P. Tinto me parece que hay cosas que son de principiante, pero lo miro con muchísimo agradecimiento y ternura. Ahora tengo más experiencia, lógicamente. Pero cuando vuelvo a visitar trabajos anteriores, también soy consciente de que hay cosas que se van perdiendo por el camino, espontaneidad y cosas que haces por la cara sin preguntarte tanto por qué y para qué…

 

Tu llegada al nuevo milenio está marcada por la Editorial Bruguera: La gran aventura de Mortadelo y Filemón (2003), el anuncio de La Casera con los personajes de 13, Rue del Percebe, la película de animación Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo

Mortadelo y Filemón es una película para la que me llevo preparando desde que tenía 6 años. Los tebeos de Ibáñez son un elemento fundamental en mi cultura visual y narrativa. Me reía, me hacían volar, soñar, imaginarme cosas que no hay en la vida real. Aparte del placer de trabajar con esos personajes que amo, tuve la suerte de que Ibáñez me diera su confianza: “Estos son mis hijitos, pero los dejo en tus manos y haz con ellos lo que quieras porque me fío de ti”. Cuando nos conocimos quedó patente que yo amaba y conocía profundamente sus personajes, y él como autor se relajó.

 

Camino (2008) dio mucho que hablar. Tuvo muchos premios, entre ellos seis premios Goya, pero también levantó mucha polémica. ¿Cómo recuerdas todo aquello quince años después?

Con inmensa emoción. Todas las películas me han dado cosas bonitas, pero Camino casi la que más. Es muy especial para mí, tiene mucho que ver con cosas muy íntimas. Es la primera película en la que yo me enfrenté a un retrato de la realidad, no solamente un cuento que salía de la imaginación. Eso, primero, requirió una documentación y un estudio previo muy grande; y, segundo, una aproximación a la historia diferente a la que había utilizado en otros momentos. Fue una narración dramática. La tengo mucha estima porque también es una película que me enseñó a querer y a respetara todos tus personajes, aunque lo que hagan y digan no solo no te guste, sino que en algunos casos lo aborrezcas.

 

Al final todos mueren (2013) fue tu primer largometraje colaborativo. ¿Qué tal la experiencia?

Me invitaron los cuatro directores, a los que conocía y admiraba por Notodofilmfest y por sus trabajos. Me encantó participar en ese proyecto. Lo hice de una forma diferente, no era una historia más sino que puse el prólogo y el epílogo, en animación y en un tono distinto al resto de las historias. Pero ayudando a hacer de todas ellas una  película más que una colección de cortometrajes.

 

En 2020 haces algo parecido, pero ya de tu propia cosecha, con Historias lamentables. Dio la sensación de que volviste a tus orígenes.

Totalmente. Me apeteció mucho recuperar aquel momento del principio en el que la narrativa y la realización las tenía pensadas casi al milímetro. Llego al rodaje habiendo decidido prácticamente todo: los colores de todo lo que aparece, el tamaño de los decorados, el ángulo que voy a utilizar, cómo va a ser el efecto final…

 

«El éxito de Campeones no está relacionado con cifras»

 

 

Dos años atrás habías estrenado Campeones. Fue un éxito rotundo: 3,5 millones de espectadores, casi 20 millones de euros de recaudación… ¿Lo esperabas?

El éxito de esa película no está relacionado con cifras, que es maravilloso y fue totalmente inesperado. El éxito es  que la película fue capaz de cambiar la mirada de los espectadores hacia los protagonistas de la película, hacia el colectivo de las personas con discapacidad intelectual. Fue el mayor regalo y la mayor sorpresa. El objetivo era hacer una película divertida y emocionante, y de repente se convierte en otra cosa. El tratamiento que tiene tan natural hacia personas ‘diferentes’ hace a los espectadores tener una mirada más abierta y espontánea. Pensar que con tu trabajo eres capaz de cambiar un poquito la sociedad para bien no se puede comparar ni al Oscar ni al Nobel.

 

Ahora estrenas Campeonex, la secuela de Campeones, escrita junto a Athenea Mata. Secuela, pero cambiando el esquema: cambio de protagonista, cambio de deporte, inclusión del metaverso…

Nunca nos lo hemos planteado como una secuela, ni como Campeones 2, por eso no se llama así… Es una película nueva, pero con todos los elementos de la primera: el sabor, el espíritu, los personajes, los colores, incluso la localización, esa cancha mítica. Pero no necesitas haber visto nada de la primera para entender nada de lo que pasa en la segunda. Y sin embargo, si has visto la primera, disfrutas enormemente la segunda porque hay un montón de guiños. La historia es nueva, más sorprendente. Tiene nuevos personajes, alguno que otro muy potente. No es una segunda película en el sentido de que no tiene lo que cabría esperar de una secuela.

 

“El mundo de la discapacidad intelectual tiene muchas cosas que contar”

 

Afirmas que, ahora que tienes la atención del gran público, has aprovechado para profundizar más.

El éxito de la primera película también te pone un poco en una responsabilidad. No puedo hacer una segunda película al uso para meter a la gente en el cine, me parece que tengo que aprovechar que el mundo me da una  oportunidad de lanzar una película que ya a priori despierta interés. La otra demostró que el mundo de la discapacidad intelectual tiene muchas cosas que contar, mucha capacidad para emocionarnos, hacernos reír y hacernos un montón de preguntas. Pues utilicemos esa ventaja para profundizar en el mundo de la discapacidad.

 

Puestos a hacer secuelas, ¿te imaginas haciendo una segunda parte de El milagro de P. Tinto?

La verdad que no. Esa sí que es una historia que empezaba y terminaba en esa película. Evidentemente tendría posibilidades de coger una parte y desarrollarla, pero no siento la necesidad. Pertenece a otro momento y a otro  rollo, está ahí muy bien como está. Hay tantas cosas que investigar, que contar, que descubrir, que las que ya hemos descubierto, descubiertas están.

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