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Elon Musk, del más rico del mundo a no tener dinero para comprar Twitter

Pedro Ruiz| 21 de abril de 2022

Elon Musk se ha adentrado en una tarea titánica: encontrar 43.000 millones de dólares (unos 39.600 millones de euros) en apenas 10 días para compra Twitter. El trabajo no parecería demasiado difícil para la persona más rica del mundo. De hecho, ya tiene en su cuenta una cuarta parte cosechada de la venta de acciones de Tesla hace algunos meses. Aunque es mejor no engañarse. Musk está trabajando día y noche en encontrar socios para tal empresa, incluso ha prometido poner de su bolsillo otra cuarta parte (que hará una mitad). Pero sigue faltando dinero.

Y también ganas. Así, todo lo que rodea a la opa hostil de Musk por Twitter es poco o muy poco atrayente para cualquier inversor. Al menos, en principio. Así, se puede empezar por la figura del propio multimillonario. Para las grandes masas se trata de un héroe y visionario capaz de redescubrir el futuro para aprovecharse de él. Las comunidades de criptofanáticos le adoran cuál mesías, hasta el punto de que sus palabras casi se tallan en piedra. Pero ese aura de grandeza que le envuelve es un ‘marrón’ para cualquier socio que quiera sacar provecho de su inversión.

En primer lugar, porque Musk es incorregible. Si el propio regulador de los mercados de Estados Unidos, la llamada SEC, lo ha intentado en varias ocasiones sin grandes resultados, poco más pueden hacer bancos de inversión, fondos privados u otras compañías. En segundo lugar, porque el propio magnate ha asegurado que no se trata de una compra ‘rentable’ en términos económicos, sino que es más bien un movimiento moral. Una especie de lucha para restaurar la libertad de expresión no solo en la plataforma, sino también en el mundo. Entonces, poner 20.000 millones sin la ilusión de un retorno aceptable es difícil.

 

TWITTER, UNA BOMBA DE RELOJERÍA

Pero si la figura de Musk es controvertida, qué se puede decir de Twitter como compañía. La red social está a la altura de Facebook, que se está quedando rezagada, como una de las plataformas políticamente más inestables e investigadas del mundo. De hecho, al igual que ocurre con la compañía fundada por Mark Zuckenberg ha estado en el ojo del huracán durante los últimos años en los sucesos más lamentables que se recuerdan. Desde el Brexit a la toma del Capitolio han estado bajo sospecha por la influencia de la inteligencia rusa para aprovechar el descontento social.

Incluso la victoria del propio Donald Trump estuvo siendo investigada por este tipo de interferencias extranjeras. La suma de todos esos factores convierte a Twitter en una compañía a la que no todo el mundo se quiere acercar. De hecho, hace unos años la propia Disney se lo planteó bajo el mandato de Bob Iger, pero rápidamente desecho la idea por el tipo de contenido. Y ahora sería peor, ya que el objetivo de Musk es cambiar a la compañía de arriba abajo. Eso supone mayor libertad para expresar las ideas, pero también más polémica. Aun así, el magnate sigue creyendo que puede encontrar un caballero blanco.

El nombre clave en este punto es el gigante Morgan Stanley. El banco de inversión es el encargado de recaudar el dinero, contratado por Musk, para poder lanzar oficialmente la opa. La firma ha estado llamando sin descanso a toda su agenda, que es más grande que la del propio Julio Iglesias, para apuntalar ese financiamiento, aunque sin respuesta. Aunque ya han sido saliendo nombres como los de Blackstone, Vista Equity Partners o Brookfield Asset que ya han dicho que no participarán. El único (hasta ahora) que podría sacar la chequera para el proyecto de Musk es Apollo, aunque todavía no es oficial.

 

¿QUIERE MUSK REALMENTE COMPRAR TWITTER?

Todo hace pensar que sí. Y todavía no ha llegado la oferta pública oficial, y vinculante, porque simplemente lleva tiempo recaudar una suma de dinero tan grande. Pero a medida que la historia avanza no parece tan claro que finalmente Musk pueda llegar a lanzar su ofensiva. De hecho, los inversores lo están medio descartando al no comprar más acciones a los precios actuales. Twitter cotiza en 45,8 dólares, mientras que el precio que se ha filtrado que podría pagar el magnate superaría los 54 dólares.

Lo normal, entonces, es comprar. Más si cabe, cuando se puede forzar la maquinaria algo más, al fin y al cabo, hace exactamente seis meses Twitter cotizaba por encima de los 65 dólares. Pero los inversores no solo no están comprando, sino que están en retirada, ya que con las primeras noticias el valor había escalado a los 51 euros. ¿Qué ocurre? Los inversores no se terminan de creer ni que Musk pueda ir en serio (no sería la primera vez) ni que sea capaz de hacerse con la compañía aun encontrando la financiación, ya que la junta directiva de la firma activó una cláusula recientemente contra el movimiento del multimillonario.

En definitiva, la situación no es sencilla. Pese a ser el hombre más rico del mundo, la gran mayoría de sus bienes están inmovilizados. Pese a ser uno de los personajes más famosos del mundo, y también más seguidos y alabados, los inversores no terminan de tragar con sus excentricidades. Y pese a su carisma y visión empresarial y de futuro, el equipo directivo de Twitter no le quiere ver ni en pintura. Musk, por el momento, ya ha levantado el ánimo de muchos con alguno de sus tuits (“es la noche”, rezaba uno). Pero el dinero y la confianza son otras cosas.

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