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La intrahistoria de Roland Garros 2022: la épica conquista de Nadal

Pedro Ruiz| 6 de junio de 2022

“Va a ganar Roland Garros 40 años seguidos. Va a tener 65 años y va a seguir ganando”. Las palabras, aunque parezcan lo contrario, no son de ahora, ni siquiera de la última década. En realidad, las expresó Nico Almagro a medio camino entre la frustración y el reconocimiento durante un partido frente a Rafael Nadal en 2008. Por entonces, parece que la apabullante superioridad del tenista balear ya hacía presagiar lo que ha ido ocurriendo.

Quizás por ello, el vídeo se ha hecho viral precisamente en este 2022. Al fin y al cabo, Nadal se convirtió en el tenista más veterano en ganar una final de Roland Garros con 36 años y dos días. Un récord que se resistía desde hacía cincuenta años cuando el también español Andreu Gimeno levantó el trofeo con 34 años y 10 meses. No son los 65 años del profeta Almagro, pero no está nada mal. También hay que recordar que detrás de Gimeno estaba el propio tenista balear, con 34 años y unos pocos días cuando ganó el torneo galo en 2020.

Pero esos números –además de los 14 torneos, ganar todas las finales, sus 112 victorias y solo 3 derrotas por ‘marcianadas’ inexplicables- son el final. La intrahistoria de la épica —probablemente más que nunca— victoria de Nadal en París arranca en otra ciudad europea de renombre a unos miles de kilómetros: Roma.

 

NADAL EXPLOTA EN ROMA: “ESTO YA NO ES DIVERTIDO”

Ya la cara durante el partido, que aguantó en píe por respeto al público, lo decía todo. Pero aún así quiso refrendarlo durante la rueda de prensa: «No estoy lesionado, soy un tenista que convive con una lesión. No es nada nuevo, pero lamentablemente, mi día a día es difícil. Me estoy esforzando mucho, pero hay momentos en los que es complicado aceptar esta situación, es frustrante ver que durante días no puedo entrenar con continuidad. Hoy empecé a sentir un gran dolor a mediados del segundo set y era absolutamente imposible jugar para mí. No quiero quitarle mérito a Denis, se ha merecido ganar y ha hecho méritos para ello».

 

Nadal
Rafael Nadal con dolores evidentes en el Master 1.000 de Roma

 

Las palabras de Nadal después de perder en octavos de final contra Denis Shapovalov no solo encendieron las alarmas, sino que probablemente hicieron un nudo en el estómago al mundo del tenis. Y es que una lesión en su pie izquierdo que casi lo retira con apenas 18 años, ahora lo tenía contra las cuerdas con casi 36. No era para menos. Primero por el fuerte dolor que infringe al tenista que, además, se agrava al seguir jugando. Segundo, porque a esa edad y tras ganarlo todo, la cabeza piensa de forma diferente. Tercero, porque seguir jugando implica un daño irreparable para toda la vida.

El propio tenista resumiría ese pesar de la siguiente manera: “El dolor me quita la felicidad, llegará un momento en que mi cabeza diga basta. No solo por el tenis, sino por mi vida. Me gusta jugar, me gusta competir, pero vivir con dolor es muy duro. Solo espero que mi pie me permita seguir compitiendo”.

 

ROLAND GARROS, LA ÉPICA Y CÓMO VENCER AL DOLOR

Lo siguiente que diría dejaría todo en el aire. “Lo primero que necesito es no tener dolor para poder entrenar. Ahora mismo me es imposible jugar, pero quizá en unos días las cosas estén mejor. En París voy a tener a mi médico junto a mí y eso puede ayudarme, pero no sé. Estoy muy triste hoy, pero no me queda otra que aceptar lo ocurrido y luchar para seguir adelante, aunque no sea nada fácil para mí en estos momentos. No sé cómo estaré en unos días, voy a hablar con mi médico, pero espero poder ir a París”.

Pero si Nadal ha demostrado algo a lo largo de su carrera es que nunca hay que enterrarle. El tenista es capaz de sobreponerse a la adversidad y sorprender una y otra vez al espectador. En París no sería diferente.

Así, llegó a su adorada tierra batida en la capital de Francia con las ideas claras: ‘si arriesgo mi salud, que sea por ganar’. Y según lo ideó en su mente, lo ejecutó sobre la pista. Algo que solo unos pocos elegidos pueden hacer. Nadal jugó un tenis de gran calidad, con mucho empuje y sin miedo a atacar cuando tocaba y a defender cuando no quedaba más remedio. Al fin y al cabo, nadie en la historia se ha sentido tan cómodo como el balear más allá de la llamada línea de fondo.

El resultado fue impecable, de verdad. Pese a ir por el lado del cuadro menos amable, en especial, cuando la cosa se puso interesante, el tenista español nunca dio la sensación de estar contra las cuerdas. Obviamente, tuvo momentos difíciles, especialmente durante algunos tramos de las semifinales contra un Alexander Zverev convertido en un martillo pilón. También tuvo que tirar de sangre fría en el quinto set contra Auger-Aliassime o aguantar el chaparrón de Novak Djokovic, aunque amainó pronto.

 

Casper Ruud: “Todos sabemos el campeón que eres. He sentido lo que es jugar contra ti en la final. No es fácil, pero no soy la primera víctima, hubo muchas antes (risas)»

 

Pero hasta ahí. Como si todo no fuera más que un guion en su cabeza, un rival tras otro iban sucumbiendo. Djokovic, agobiado y desgastado porque el balear no le dejó, salvo en algunos momentos, llevar la iniciativa. Zverev, porque pese a hacer un partido monumental no era capaz de doblegar a Nadal y antes de lesionarse iba perdiendo un partido que debería ir ganando dos sets a cero. Y la final, ¿qué decir del pobre Casper Ruud?

 

EL CASO NADAL: ¿RIVALES O FANS?

El tenista noruego empezó dubitativo. Si hablábamos antes del vídeo de Almagro como el más viral del torneo, solo tendría la competencia de la grabación de los minutos previos a la final, cuando Ruud parecía ya abatido mientras Nadal correteaba por toda la habitación. Y aunque muchas veces eso de la procesión va por dentro, la forma de empezar el partido hace sospechar que el jugador nórdico podría haber sentido eso que se llama miedo escénico.

Al fin y al cabo, se enfrentaba al mejor jugador de todos los tiempos, en su superficie favorita y en su torneo favorito —donde no ha perdido una final—. Eso realmente asusta. Y así fue. Ruud aguantó el tirón en el primero creyendo que el partido largo le favorecía, al igual que había pasado dos días antes cuando doblegó a Cilic pese a recibir un terrible castigo en el primer set. Pero Nadal no estaba por la labor, obviamente. El noruego rompió a Nadal para colocarse 3-1 en el segundo set, pero sería el último juego que le concedió el balear. De hecho, de ahí en adelante (once juegos), Ruud solo ganaría diecisiete puntos.

Así, solo pudo rendirse a la evidencia. “Todos sabemos el campeón que eres. He sentido lo que es jugar contra ti en la final. No es fácil, pero no soy la primera víctima, hubo muchas antes (risas)». La final dejó también algo curioso: la edad y logros de Nadal han reconvertido a algunos de sus rivales en unos fans más del balear. Antes, pasaría en Madrid con Carlos Alcaraz. Y, por último, para ser justos con el noruego, recordar que dos años antes, en otra final en París, el balear dio en hora y media un repaso mucho mayor a Djokovic. Tampoco hay que tenérselo en cuenta a Ruud.

Lo mejor de todo es que todos esos logros los consiguió jugando con el pie dormido. La única opción que encontró el equipo de Nadal para mantenerlo sobre la pista y que habla a las claras de sus problemas. También deja un nudo en el estómago de lo que suponía cada mañana cuando se despertaba el tenista y esa parte del cuerpo se despertaba. Próximamente, se intentarán otras fórmulas menos exigentes para intentar hacer el dolor más llevadero. Pero quizás eso sea un nuevo episodio de otra nueva proeza, ya que en unas semanas arranca Wimbledon.

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