Vera Wang y su influencia en la moda en las últimas cinco décadas
A sus 73 años, Vera Wang demuestra que la edad no es un simple dígito. Ni es una resta rápida. Es una operación a la que han desprovisto de su objetividad. Un hurto, eso sí, que no ha dejado huellas en su armario. Mucho menos, en sus diseños.
Ajena a los convencionalismos, la diseñadora luce los estilismos que ella desea. No sigue la norma. En cada una de sus apariciones públicas, se desquita de ella con auténtica elegancia. Incluso en la alfombra roja de los premios BAFTA, el nombre de Vera Wang terminó ocupando las portadas por su aplaudido atuendo. Para la ocasión, volvió a emular el efecto cut-out; se decantó por un top negro de corte bandeau y una túnica blanca de corte helénico que dejó al descubierto su vientre.
Una decisión que ha favorecido no solo que su nombre se diferencie del resto de diseñadores y modistos de manera continua, sino que se imponga y se mantenga en la industria de la alta costura. Aunque, esto, no fue siempre así.
Vera Wang, ¿por qué se decantó por la moda?
No es necesario ser un defensor acérrimo de la moda para haber oído hablar de Vera Wang. La diseñadora goza de reconocimiento a nivel internacional. Sobre todo, en el terreno de la moda nupcial, donde su firma lleva más de treinta años en alza. De hecho, se estima que su marca es una de las más aclamadas en la industria textil estadounidense.
Sin embargo, a diferencia de otros grandes diseñadores, Vera Ellen Wang no nació con el sueño de ser diseñadora. Era su plan B. O, según se mire, el C.
Nacida en el seno del Upper East Side de Manhattan, Wang acudió a las escuelas privadas más prestigiosas de la ciudad. Una enseñanza que compaginó con una de sus grandes pasiones: el patinaje sobre el hielo. Sin embargo, cuando a los 18 años no consiguió clasificarse para las olimpiadas de EE.UU., dejó de participar en la competición.
Sin la vocación que había protagonizado su estilo de vida, Vera Wang decidió marcharse a París para proseguir sus estudios durante un semestre. Allí comenzó a interaccionar con el diseño en una de las principales capitales de la moda. Aunque, paradójicamente, decidió comenzar sus estudios en Historia del Arte tras regresar a Estados Unidos.
Los inicios de Vera Wang en la alta costura
Tras trabajar en la tienda de Yves Saint Laurent, Frances Patiky Stein (editora de Vogue) quedó fascinada por su buena presencia y estilo. Así, tras terminar sus estudios, Vera Wang comenzó a trabajar en Vogue. Era la asistente del director de moda. Un cargo que, entre ascensos, rápidamente dejó atrás. Se convirtió en una de las editoras de moda más jóvenes de Vogue.
No obstante, a finales de la década de los ochenta, Vera Wang buscó un cambio. Dejó su puesto en la revista y empezó a diseñar para la prestigiosa firma de Ralph Lauren. Sin embargo, su vocación, hasta la fecha irresuelta, no fue subsanada hasta, años más tarde, cuando tras probarse varios vestidos de novia para su enlace con Arthur Becker observó que los vestidos de novia apenas habían evolucionado. Diseñó su vestido y, de paso, se propuso renovar la industria nupcial.
Fundó su propia tienda de vestidos y, aunque en un inicio solo ofrecía prendas trazadas por otros diseñadores, pronto empezó a poner en las perchas las suyas. La acogida fue tal que en la boutique pronto solo hubo diseños suyos.
Vera Wang y sus atrevidos (y característicos) diseños
Pese a su nueva pasión, la diseñadora se ha mantenido ligada al patinaje y, aunque solo patina sobre hielo por ocio, sí aceptó dibujar el traje de algunas patinadoras como, por ejemplo, Nancy Kerrigan o Michelle Kwan. Diseños que, asimismo, favorecieron que su nombre empezase a alcanzar una repercusión más internacional. Así, la exclusiva etiqueta de Vera Wang comenzó a tener cabida hasta en las alfombras rojas.
¿El secreto? Su atrevido trazo ajeno al protocolo más estricto, sus prendas se alejan de la tradición. Se saltan décadas. Representan el balance perfecto entre la elegancia y la sensualidad.
De esta manera, la diseñadora ha conseguido no solo que sus desfiles sean uno de lo más codiciados, sino que su marca aparezca entre las perchas o, incluso, nombrada en películas o series enfocadas a la moda como, por ejemplo, Sexo en Nueva York o Gossip Girl.
Los atrevidos bocetos de la diseñadora toman la alfombra roja
Por ejemplo, abogando por ese equilibrio, Vanessa Hudgens se decantó por una gabardina de organza de seda color marfil con las iniciales de la diseñadora para acudir a los Premios CFDA. Una prenda que dejaba completamente a la vista la falda negra hasta el suelo y el sujetador negro de encaje de la firma.
Por otro lado, con un diseño más sutil, pero igual de atrevido, Olivia Wilde también se decantó por las siglas de la diseñadora estadounidense. En este caso, lució un vestido negro con una falda abombada, recreando un elegante efecto globo. Mientras que la faceta atrevida de la diseñadora recaía en el diseño del busto con los tirantes finos y el escote cuadrado.
Ahora bien, pese que el marfil y el negro suelen protagonizar sus creaciones dotándoles de ese aire clásico, el color y los estampados también se encuentran. Por ejemplo, Wang se adelantó al auge de los tonos neón con este conjunto amarillo de dos piezas amarillo que lució Gwen Stefani. Una combinación con su característico sello de dejar al descubierto parte de su abdomen y agregar volumen o volantes en las partes inferiores.
Asimismo, Zendaya también recurrió a la combinación clásica de la diseñadora acudiendo a los pasados premios CFDA con esta propuesta en un elegante tono rojo.
Diseños que, en definitiva, han conseguido diferenciar el trazo de la diseñadora con los de otros y que, demuestran, que el dibujo de Vera Wang se desquita del patrón clásico. No deja de ser renovado. Y, eso, es lo que favorece que no pase desapercibido.