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Scranton esconde 500M de deuda con BBVA, Santander y Caixa avalada con activos de Grifols

Pedro Ruiz| 18 de enero de 2024

El expediente Grifols no se ha cerrado. Si la semana pasada el caos provocado por el informe de Gotham City Research se encargó de zarandear la cotización de la firma, ahora es el turno de las distintas revelaciones que van apareciendo. Una de ellas es la ingente cantidad de deuda que atesora Scranton, el vehículo de inversión de la familia Grifols -con sede en Países Bajos- con el que controla también su participación en la farmacéutica, avalada directamente con activos de la compañía. En concreto, el conglomerado mantiene créditos por cerca de 500 millones con los tres grandes bancos del país, lo que supone una cifra mucho más elevada de lo previsto inicialmente.

La relación entre esos casi 500 millones de deuda -más concretamente, son en torno a 470 millones-, la propia Scranton y Grifols es, en cierta medida, sibilina. Nada nuevo, por otro lado, ya que como desveló Gotham y pusieron de relieve los directivos de la compañía catalana, la relación entre ambos es tan opaca como intensa. En este caso, los créditos que esconde la sociedad holandesa están aparcados en dos sociedades aparentemente de carácter inmobiliario afincadas en España: Centurion Real Estate y Quadriga Real Estate. Ambas, controladas por Scranton (único accionista), y vinculadas a Grifols.

Tanta es la conexión con la compañía catalana, que en realidad una de ellas, Centurion, es su casero, después de que la farmacéutica hiciese lo que se conoce como sale and leaseback (compra con posterior arriendo) en 2011. De hecho, los propios responsables de Grifols aclararon el pasado jueves 11 de enero que la farmacéutica paga 6,3 millones de euros anuales por su sede central en Sant Cugat del Vallés (Barcelona). Además, tanto ésta como Quadriga están detrás de la comercialización del histórico edificio Velázquez 21, en la milla de oro madrileña, por la que pagaron más de 50 millones de euros.

SCRANTON USA A GRIFOLS COMO GARANTE DE PAGO ANTE LOS BANCOS

El hecho de que Centurion sea el casero de Grifols no es un dato más, sino que tiene su importancia. En primer lugar, desde el punto de vista contable, ya que la práctica de vender y alquilar tu sede es una fórmula válida para cancelar deudas o mantener bajo el endeudamiento, pero si al final ambas firmas consolidan conjuntamente, como desliza el informe de Gotham, la operación no es más que un truco contable. Uno más de los que denuncia el fondo oportunista y que le ha supuesto tanto dolores de cabeza a la firma catalana.

Sede de Grifols en Sant Cugat del Vallés

Pero esa relación va mucho más allá porque Scranton, a través de Centurion, estaría usando ese edificio para garantizar los préstamos millonarios que mantiene en su balance. En concreto, la firma señala que mantiene un acuerdo con BBVA de “derecho real de prenda a su favor, sobre los derechos de crédito de los que [Centurion] es titular frente a los arrendatarios de determinados inmuebles sitos en Sant Cugat del Vallés [sede Grifols] y Barcelona, así como sobre los derechos de crédito que se derivarán para la Sociedad de los futuros contratos de arrendamiento [con Grifols] que sobre dichos inmuebles pueda firmar hasta el total cumplimiento de las obligaciones garantizadas”.

En ese caso, Centurion ha solicitado préstamos a BBVA por más de 90 millones de euros desde el 2018. Una cifra que el banco tiene garantizada con ese “derecho real de prenda”, esto es, grosso modo, que la entidad retiene la posesión de esos activos hasta que la compañía cumpla con la obligación de pago. De hecho, la firma señala que mantiene hasta 71,6 millones en garantías inmobiliarias con la entidad vasca. Aunque no es la única, ya que con Caixabank mantiene a su vez otros 69,4 millones. Y, por último, Scranton también ha utilizado a Centurion para avalar un préstamo de 30 millones que ha recibido recientemente.

Por su parte, Quadriga también se ha utilizado para canalizar préstamos a empresas del grupo utilizando activos de Grifols. En concreto, la sociedad ha concedido también garantías hipotecarias a los bancos que le financian, en este caso, por valor de 30 millones a CaixaBank. Aunque más importante es su relación con Banco Santander. Y es que recibió hasta 250 millones de la entidad cántabra, que ocupa casi la totalidad del balance de la sociedad. Para ello, Scranton tuvo que utilizar a Deria, la sociedad española de la familia Grifols, con la que controla parte de la compañía y pignorar, ceder su control (no la propiedad), un paquete de 25 millones de acciones de Grifols.

EL INMOBILIARIO PODRÍA SER UNA TAPADERA

Pese a esas garantías, y también el nombre, tanto Centurion como Cuadriga hace tiempo que dejaron de ser sociedades inmobiliarias para convertirse en vehículos financieros. Más concretamente, en brazos financieros con el que surtir de créditos al resto de compañías del conglomerado y que están avalados directa o indirectamente por la propia Grifols. 

Así, por ejemplo, Centurion dejó de aplicar la contabilidad especial de SOCIMI en 2017, aunque de las dos es la que mantiene más volumen de activos inmobiliarios. En concreto, en las últimas cuentas presentadas mantenía un total de 109 millones, frente a los 114 millones que tenía un año antes. Mientras, su balance revelaba que en inversiones en empresas del grupo, tanto corrientes como no corrientes, sumaba ya 91,2 millones, un 80% más que hace un año. Por su parte, el balance de Quadriga deja pocas dudas, ya que la práctica totalidad del balance está compuesto por los 194 millones en inversiones en empresas del grupo.

En definitiva, como se puede comprobar, Grifols termina apareciendo de una u otra manera en los préstamos millonarios que Scranton canaliza en todo su conglomerado de empresas. Esa situación, per sé, no sería un problema porque al fin y al cabo son activos del grupo que puede utilizar como le convenga. Aun así, la operativa deja muchas dudas como ya demostró Gotham y ha podido comprobar Influencers, no solo en inversores y analistas, sino también de los acreedores. Al final, eso puede terminar suponiendo un problema grave en próximas financiaciones y refinanciaciones de la deuda del grupo, aunque es evidente que algo se temían ya al ver las elevadas garantías que llevan años exigiéndole en cada crédito.

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