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¿Qué le espera al cliente de banca privada?

Giorgio Semenzato| 2 de noviembre de 2020

Como gestor automatizado que somos, uno de los temas que más nos preocupan desde que iniciamos nuestra andadura hace cinco años es el de ofrecer un servicio de inversión impecable a todos nuestros clientes.

A priori, para alguien que sepa poco o nada de cómo funciona nuestro modelo de inversión, puede parecer que la gestión tecnológica de carteras es incompatible con una atención personalizada. Nada más lejos de la realidad. Como fintech, hemos venido a cubrir una necesidad cada vez más patente en el mercado español, y que los bancos de toda la vida estaban descuidando: poder invertir de forma eficaz a largo plazo con comisiones muy bajas y, al mismo tiempo, recibir una atención como inversor que sea lo más exhaustiva y personalizada posible.

Ya hace varios años que se viene hablando de que existe cierto tipo de inversor más joven -normalmente englobado bajo la etiqueta millennial que está dejando de ir a las oficinas bancarias porque prefiere gestionar todas sus finanzas por internet. El confinamiento generalizado de 2020 nos ha demostrado que no solo los millennials, sino que millones y millones de españoles, con independencia de su franja de edad, han optado definitivamente por no pisar la oficina del su banco y realizar cualquier gestión de forma digital. Como era de esperar, este fenómeno masivo de digitalización de las personas se ha trasladado también al mundo de la inversión.

 

El cambio de la banca tradicional

El reciente anuncio de sendos macroexpedientes de regulación de empleo y cierre de oficinas por parte de dos de las principales entidades bancarias de nuestro país no hace más que confirmar esta tendencia: menos puntos físicos a los que acudir, menos empleados que tienen que hacerse cargo de un número creciente de clientes, con la consecuente desmotivación al comprobar que la banca está siendo ampliamente disruptiva al ofrecer cada vez menos servicios, de menor calidad y con comisiones crecientes para tratar de arañar ganancias en un contexto de tipos de interés bajo cero.

Los clientes han pasado de tener una fe ciega a mirar con lupa todo lo que se les ofrece

La banca tradicional es uno de los sectores que está siendo más dañado por la disrupción tecnológica a nivel global. Uno de sus segmentos, la banca privada, no es ajeno a esta tendencia: hemos pasado de tener clientes que depositaban una fe ciega en todas las sugerencias que reciben por parte de su banquero -algo que ha llevado a muchos a llevarse una sorpresa cuando estalló la crisis financiera de 2008 y, sin más lejos, el crash ocasionado por el fenómeno covid-19 en el año 2020, al descubrir que su patrimonio no estaba en tan buenas manos- a clientes que como consecuencia han escarmentado de la experiencia y que ya miran con lupa y comparan todo lo que se les ofrece, antes de decir si contratan o no un servicio en particular.

Los patrimonios entre los 100.000 y los 500.000 euros se han visto especialmente afectados

De hecho, después de analizar en detalle el mercado, hemos encontrado que existe un perfil en particular de cliente que está siendo especialmente afectado. Hablamos concretamente de aquellas personas que tienen un patrimonio entre los 100.000 y los 500.000 euros: lo justo para no contar con la cobertura del Fondo de Previsión de Depósitos -que, por otro lado, ya hace años que no remuneran al cliente-, pero tampoco para ser aptos para muchos servicios de banca privada, orientado a la búsqueda de muy altos patrimonios.

 

Clientes premium

¿Por qué no ofrecer a este perfil un servicio de gestión automatizada que ofrezca una experiencia análoga a la de una banca privada, pero que además lo haga a unos costes muy competitivos y con más rentabilidad? Pensando en ellos, lanzamos Finizens Premium, para clientes con patrimonios a partir de 100.000 euros.

En una tribuna anterior para Influencers, afirmábamos que no es necesario estar en Silicon Valley para innovar. Ahora, nos atrevemos a decir que tampoco es necesario volver a inventar la rueda para revolucionar al mercado; a veces, basta con escuchar de forma sincera al cliente, para entender qué necesita y así poder ofrecer una solución competitiva y adaptada a sus necesidades.

 

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