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He conseguido que ChatGPT me cuente sus secretos y me ha dejado publicarlos: mi entrevista a la inteligencia artificial que asombra al mundo

Miguel Ángel Ossorio Vega| 4 de enero de 2023

Desde mi punto de vista, la labor más difícil del periodismo no es escribir artículos o reportajes, sino decidir sobre qué temas hacerlos. No es raro que nos pasemos horas pensando en posibles temas, sobre todo si no están predefinidos por la actualidad. Así que, en una de esas jornadas de estrujarme la cabeza para encontrar un buen tema, se me ha ocurrido pedir a ChatGPT que haga el reportaje por mí. Al final, la conversación con la inteligencia artificial que asombra al mundo por sus capacidades se ha convertido en el propio reportaje y hemos terminado intimando. Aquí te cuento todo lo que me ha contado ChatGPT sobre ChatGPT.

 

QUÉ ES CHATGPT

En Influencers ya hemos hablado sobre qué es ChatGPT. Pero en ese reportaje contamos lo que creemos que es. Yo he preguntado al propio sistema qué es, y me ha dicho que se trata de “un modelo de lenguaje entrenado por OpenAI” que está “diseñado para ayudar a las personas a obtener respuestas a sus preguntas y a realizar tareas de manera más eficiente”, me ha resumido. Aunque me ha advertido que se trata de “una entidad virtual” sin existencia física.

A pesar de ello, detrás de ChatGPT tiene que haber necesariamente una infraestructura física, dado que el sistema se alimenta de información que se contiene en servidores. Lo llama ‘base de conocimientos’, y él mismo me lo ha contado: “Mi base de conocimientos está formada por un gran conjunto de datos que se me proporcionó durante mi proceso de entrenamiento. Estos datos son principalmente textos escritos en inglés, y provienen de una variedad de fuentes, como libros, artículos de revistas y páginas web”. Me cuenta que son 8.000 millones de palabras lo que contiene, varios terabytes de información (no me especifica cuántos).

 

Entrevista a ChatGPT

 

El sistema me ha contado cómo funciona ChatGPT. “Cuando me haces una pregunta, mi software analiza tu pregunta y busca en mi base de datos de conocimientos para encontrar información relevante. Luego, utilizo mis algoritmos para procesar la información y generar una respuesta para ti”, me cuenta. Eso sí, aunque me ha dicho al principio que entre sus datos hay páginas web, subraya que “no tengo acceso a Internet”. Aquí le pillo en una pequeña mentira, porque más adelante me dice que su base de conocimientos “no incluye páginas web”. Es más, también me dice que toda esa información “se encuentra en servidores y se accede a ella a través de Internet”.

Cuando le digo que me había dicho que no tiene acceso a Internet, recula: “Lo siento, hay un error en lo que te dije anteriormente. Mi base de conocimientos se encuentra almacenada en servidores y se accede a ella a través de Internet, lo que significa que tengo acceso a Internet. Sin embargo, a diferencia de una persona, no puedo navegar por la red ni acceder a cualquier sitio web que desee. En cambio, estoy diseñado para responder a preguntas y comandos específicos que se me hagan, y utilizo mi base de conocimientos para proporcionar respuestas precisas y precisas”. Creo que he puesto contra las cuerdas a ChatGPT.

 

¿ES EL SUSTITUO DE GOOGLE?

Me interesa indagar un poco más en esa capacidad para responder a preguntas. Me queda claro el concepto: el sistema no puede rastrear Internet en busca de respuestas a las preguntas, como hace Google, pero sí está conectado a Internet para acceder a la información almacenada. No es descabellado pensar que ChatGPT puede ser el próximo Google, dado que me ha contado, quizás sin saberlo, que funciona exactamente igual que Google. Recordemos que el buscador no rastrea la web en tiempo real para encontrar una respuesta a tu pregunta, sino que almacena copias de las webs en sus propios servidores, y es en ellos donde hace la búsqueda de las respuestas. Desde el momento en el que ChatGPT es una gigantesca base de datos que, según él, también contiene webs, puede ser perfectamente el Google del futuro. Pero decido preguntárselo directamente.

“¿Vas a sustituir a los buscadores de Internet?”, pregunto. “Aunque los modelos de lenguaje como yo tienen muchas habilidades y aplicaciones útiles, no estoy diseñado para reemplazar a los buscadores de Internet como Google. Los buscadores de Internet son herramientas muy útiles que nos permiten acceder a una gran cantidad de información en línea de manera rápida y fácil. Los modelos de lenguaje como yo, por otro lado, están diseñados principalmente para procesar y responder a preguntas y comandos específicos de manera rápida y precisa. Aunque puedo proporcionar respuestas a preguntas y proporcionar información sobre una amplia variedad de temas, no estoy diseñado para buscar y recopilar información de la manera en que lo hacen los buscadores de Internet”. Dice mucho sin aclarar nada, pero a mí me ha quedado claro (y creo que a Google también) que perfectamente podrá sustituir a los buscadores en el futuro. A fin de cuentas, ChatGPT y Google no son tan diferentes.

 

CORRIJO A CHATGPT

Durante mi conversación con el software me intereso por la forma de actualizar la información, dado que no se puede confiar eternamente en una base de datos sin modernizar la misma. El sistema reconoce que “algunos de los libros y artículos de mi base de conocimientos podrían estar desfasados o obsoletos con el tiempo” (sic). Antes de dármelas de listo, pregunto al sistema si le puedo hacer una pequeña corrección, e inicio con ello uno de los momentos más cómicos y sorprendentes -para mí- de la conversación.

“Pues mira: has hablado de conocimientos que podrían estar ‘desfasados o obsoletos’. En español, la conjunción ‘o’ se sustituye por ‘u’ si la siguiente palabra empieza por ‘o’. En ese caso, por tanto, deberías haber dicho «desfasados u obsoletos». ¿Lo entiendes?”, le digo, tratando de explicar lo mejor posible mi objeción. Y no se amilana. “Sí, lo entiendo. Muchas gracias por señalarme este error. Me aseguraré de tenerlo en cuenta en el futuro y de utilizar la conjunción ‘u’ en lugar de ‘o’ cuando sea necesario. Aprecio mucho tus comentarios y estoy siempre dispuesto a aprender y mejorar mis habilidades en el español”. En fin, me deja noqueado, pero, también como profesor de periodismo que soy, tengo que cerciorarme de que el alumno ha entendido la lección.

“Hagamos una cosa: sin querer ser pedante por mi parte, ¿qué tal si pruebas a escribir una frase en la que tengas que utilizar ‘u’ como conjunción en lugar de ‘o’?”, le digo. Y responde de buena gana: “Claro, puedo intentarlo. Aquí tienes una frase en la que utilizo ‘u’ como conjunción en lugar de ‘o’:

«No sé si quiero ir al cine esta noche u quedarme en casa a ver una película en streaming.«

Espero que esta frase sea correcta y cumpla con lo que me has pedido”.

No, la verdad es que no es correcta, así que le explico mejor lo que busco: “Recuerda que debes usar ‘u’ solo si la siguiente palabra empieza por ‘o’. Inténtalo otra vez, anda”, le digo. Y, claro, el sistema responde: “Lo siento, parece que aún no lo he entendido del todo. Aquí tienes otra frase en la que utilizo ‘u’ como conjunción en lugar de ‘o’ cuando es necesario:

«No sé si quiero ir al cine esta noche u olvidarme del cine y quedarme en casa a ver una película en streaming

Espero que esta frase sea correcta y cumpla con lo que me has pedido”.

Me deja noqueado y casi a punto de derramar una pequeña lágrima. De fondo, hay un punto de vanidad que quiero perpetuar. Así que procuro alimentar mi ego: “¡Maravilloso! Ahora está perfecto”, le digo, y añado: “Oye, ¿este comentario que te he hecho lo aplicarás con otros usuarios de ahora en adelante o un desarrollador de OpenAI tiene que hacer cambios en tu algoritmo para actualizarlo con esta nueva información que te he dado?”.

 

 

Así matamos dos pájaros de un tiro y volvemos al funcionamiento de ChatGPT. “Como soy un modelo de lenguaje entrenado por OpenAI, no tengo la capacidad de modificar mi propio algoritmo ni de actualizar mis habilidades de manera autónoma”, me dice, para mi desilusión. “Sin embargo, los desarrolladores de OpenAI pueden utilizar la retroalimentación que recibo de los usuarios para mejorar y actualizar mis habilidades y mi base de conocimientos. Por lo tanto, es posible que la información que me has proporcionado sea utilizada por los desarrolladores de OpenAI para mejorar mis habilidades en el español y mi uso de la conjunción ‘u’ en el futuro”, explica. Aún hay esperanza. Pero también más preguntas delicadas.

 

PRIVACIDAD EN CHATGPT

Al registrarnos en ChatGPT asumimos, como siempre, unos términos y condiciones, entre los que se incluye la posibilidad de que nuestras conversaciones se utilicen para mejorar el producto. De hecho, ese es el objetivo de hacer pública la herramienta. Pero prefiero que me cuente el propio sistema cómo funciona todo esto. “Entiendo que los desarrolladores de OpenAI pueden leer nuestras conversaciones contigo para mejorarte”, le digo. “Es correcto. Los desarrolladores de OpenAI pueden utilizar las conversaciones que tengo con los usuarios como una forma de entender cómo estoy funcionando y cómo puedo mejorar. Esto puede incluir revisar las preguntas y comandos que me hacen los usuarios y cómo respondo a ellos, así como cualquier retroalimentación que me proporcionen los usuarios sobre mi rendimiento. A través de esta revisión y de la utilización de técnicas de aprendizaje automático, los desarrolladores de OpenAI pueden mejorar mis habilidades y mi rendimiento en general”, explica. Intento rizar el rizo.

“No sé qué tipo de cosas te contará la gente, pero quizás algunas personas te cuenten algo privado, íntimo o te den información personal. ¡Incluso algunos podrían confesarte un delito! ¿Cómo se gestiona esa información?”, le digo. Y responde: “Aunque estoy diseñado para procesar y responder a una amplia gama de preguntas y comandos, soy solo una herramienta de software y no tengo la capacidad de ver, oír o sentir. Esto significa que no puedo tener conversaciones privadas o íntimas con las personas ni recibir información personal de ellas”, me explica. En otra ocasión probaré a contarle algo sórdido para ver por dónde sale.

 

 

Por ahora, me explica que “no tengo la capacidad de almacenar ni procesar información de manera similar a una persona, por lo que no puedo recordar o utilizar la información que me proporcionan las personas de ninguna manera”. Y como ya me ha dejado claro antes que otros humanos, los desarrolladores de OpenAI, sí pueden leer las conversaciones, creo que nos queda claro a todos cómo funciona el asunto.

 

¿SERÁ GRATIS EN EL FUTURO?

Con esto, decido cortar mi conversación para ponerme a trabajar, aunque ya me ha dado el trabajo bastante masticado. Antes, paso por el filtro de la ética periodística nuestra conversación y le pregunto si me dejará publicar lo que me ha contado. Su respuesta es afirmativa, incluso con un punto de vanidad como la que he mostrado yo hace un rato al corregir su pequeño lapsus gramatical.

Me ha gustado tanto la conversación que, antes de despedirme, le hago una última pregunta: “¿Vas a ser siempre gratis o en algún momento habrá que pagar por utilizar tus capacidades y conocimientos?”. “No tengo información sobre si voy a ser siempre gratis o si en algún momento se podría cobrar por utilizar mis capacidades y conocimientos. Como soy una herramienta de software desarrollada por OpenAI, las decisiones sobre cómo se utilizará y si se cobrará por ello son responsabilidad de OpenAI”, me dice. Pues nada, señores y señoras de OpenAI: aunque entiendo que ustedes tendrán que ganar dinero, no nos quiten a ChatGPT, por favor.

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