Samanta Villar: «Tuve que irme de RNE»
Samanta Villar (Barcelona, 1975) es presentadora, conferenciante, escritora y, sobre todo, una de las reporteras de mayor envergadura de nuestro país, curtida en el mundo de los docu-realities, esos pedacitos de realidad que, en su caso, son lecciones de vida.
Aunque se muestra titubeante con el término degradado, ella es uno de los activos ejemplos de quienes ejercen la influencia de verdad, la que proyecta el entendimiento hasta el corazón y la vida de las personas. Y ‘como no es lo mismo verlo que vivirlo’, mantenemos una conversación con la barcelonesa inmersa en nuevos proyectos, de los que todavía “no me dejan adelantar nada”.
Samanta, ¿qué es para ti lo más gratificante de esta profesión?
Lo que más me gusta de esta profesión es contar las historias que conoces porque, por un lado, el relato es muy interesante y, por otro, ayudas mucho a la gente que te que necesita para que cuentes su historia, y eso es lo que más me apasiona.
Tu último proyecto ha sido vivir La Vuelta desde dentro, la primera vuelta ciclista femenina en España. Cuéntanos, ¿cómo ha sido vivir esta experiencia?
Esta ha sido la primera edición y ha sido un exitazo de convocatoria, de gente, de interés de los medios, y demuestra que había un hueco que no se estaba cubriendo, que era el de las mujeres en el ciclismo, y cuanto más interés despierte, como siempre, más financiación habrá, más medios y, con lo cual, el nivel deportivo podrá subir también. Vivirlo así desde dentro ha sido muy interesante para entender cómo se gestiona, cómo lo viven las corredoras, cómo Carrefour, que es el patrocinador principal, articula todo el entretenimiento alrededor de la vuelta, el marketing, etc.
¿Cómo ves la situación de los medios en la actualidad?
Yo creo que los medios de comunicación ahora tienen una oportunidad de oro de recuperar el prestigio perdido en los últimos años, porque con las fake news, que a la gente ya le están llegando y entiende y ve que hay confusión, se va a necesitar un prescriptor. Va a hacer falta el prestigio y la confianza en un medio de comunicación riguroso. Así que yo tengo esperanzas, si hacemos un buen trabajo podemos recuperar el interés del público.
Muchas personas te conocen y les gustaría seguir tu trayectoria. Desde tu experiencia, ¿qué consejo le darías hoy a alguien que está empezando y que quisiera seguir tus pasos?
Que persevere, que se forme bien y que persiga su sueño porque se alcanza con el tiempo.
En 2016 decides hacer un programa sobre tu propia realidad como madre, a pesar de las críticas que vendrían, con 9 meses con Samanta, un formato revolucionario por aquel entonces que hoy simulan muchas celebrities en otras plataformas. ¿Cómo fue la acogida del programa? ¿Esperabas que fuera recibido así?
La verdad es que el programa batió todos los récords de audiencia de Cuatro de aquel año y fue muy bonito que el público acogiera el formato con ese cariño y ese interés. Desde el punto de vista profesional, fue una buenísima oportunidad para mostrar realidades de la maternidad que, habitualmente, son desconocidas y que se alejan del tópico de que ser madre es siempre fácil y siempre maravilloso.
Creaste polémica con tus afirmaciones sobre la maternidad, que no es como nos la pintan. ¿Qué reflexión haces hoy de esto? ¿Ha cambiado tu visión con los años?
Lo que ocurrió es que, de repente, una mujer conocida destacaba los aspectos negativos de la maternidad que existen y eso hasta entonces no se había hecho. Cuando ocurre algo así, cuando alguien rompe con la narrativa imperante hasta ese momento, siempre hay una resistencia, así que la polémica la veo como algo normal. Pero algo normal a un hecho que es necesario: tenemos que avanzar. Y, de hecho, mis declaraciones, para lo que han servido, es para que muchas otras mujeres puedan empezar a hablar en público de las dificultades de la maternidad que también existen.
«TUVE QUE IRME DE RNE PORQUE NO ME PERMITÍA CONCILIAR»
En tu libro La carga mental femenina, afirmas que la conciliación no existe. ¿Cómo gestionas tú esto en tu día a día?
Como mejor puedo y con algunas decepciones importantes. He trabajado en empresas públicas, el año pasado mismo, por ejemplo, en Radio Nacional de España, que no me permitieron conciliar. Cuando ves que ni siquiera una empresa pública pone a la familia y las necesidades de conciliación en el centro, ¿qué podemos esperar de la empresa privada?
Con el tema en el ojo del huracán del debate público hoy más que nunca, ¿cuál es tu opinión sobre la gestación subrogada?
Depende mucho de la realidad de cada país. Yo estoy siempre a favor de la protección de los derechos de las mujeres. Entonces, creo que hay que proteger los derechos de las gestantes, y protegerlas significa no permitir que una mujer se ofrezca a gestar por una necesidad económica porque esto se basa en la desigualdad y eso no puede ser, pero al mismo tiempo sí que creo que mujeres que no sufren esa desigualdad y les parece bien gestar para otras, también tienen sus derechos y también deben ser protegidos. Ellas deben poder decidir qué hacen con su propio cuerpo. Así que yo, en principio, estaría a favor de una gestación subrogada altruista, por ejemplo, o mínimamente remunerada por las molestias y, por supuesto, jamás en mujeres que lo hagan por necesidad económica.
Con más de 150.000 seguidores, ¿te consideras a ti misma influencer? ¿Qué te evoca el término?
Pues no mucho, la verdad, porque veo que hay gente que tiene millones de seguidores y debe de ser mucho más influencer que yo. Yo creo que tengo una gran influencia en un público masivo; más que la influencia, tengo la oportunidad de expresar opiniones o de mostrar realidades que pueden ayudar a gente a vivir su propia vida o a ser consciente de cuáles son sus derechos o a luchar por la vida que quiera. Eso me debe convertir en una influencer, pero creo que tiene mucha diferencia con las influencers de las redes sociales.