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Las mutaciones detectadas en la viruela del mono confirman un genoma alterado

Raul Paz| 23 de mayo de 2022

La viruela del mono es el nuevo fenómeno del que todo el mundo habla. Y, más desconcertante, del que todo el mundo parece preocuparse. Una lista que incluye desde los políticos a los médicos y a los científicos. Incluso hasta el punto de que algunas personalidades ya están hablando de una situación: “profundamente preocupante”. Al fin y al cabo, nadie parece entender cómo una enfermedad históricamente limitada y reducida a un área geográfica concreta ha podido explotar así, salvo que haya sido ‘modificada’.

En la actualidad, ya se reconocen más de 300 contagios, en España solo hay cerca de 70 sospechosos en las últimas semanas. Pese a que no parece mucho, en realidad, sí lo es. Por un lado, porque supone que en apenas unos días han aparecido más casos que desde que fue detectada por primera vez fuera de África en 1970. Por otro, porque parece evidente que el aumento de los casos no ha hecho más que empezar, por lo que seguirá creciendo. “Esta rápida propagación es lo que tiene a los científicos en alerta máxima”, aseguran desde Nature.

Y es que los datos actuales son inusualmente anormales. En primer lugar por el salto que ha dado la enfermedad hacia el mundo desarrollado. Así, la viruela del mono, conocida así tanto por su parentesco con la viruela como por ser descubierto en simios, ha estado limitada durante décadas a África. Al fin y al cabo, la gran mayoría de animales de dicha especie vive en esa región. Un buen ejemplo es la República Democrática del Congo, donde están afincados un gran número de ellos, ha sido la región con más casos durante décadas. En Nigeria, otra región prolífica para estos animales, ha estado experimentando un gran brote desde 2017.

 

LOS CIENTÍFICOS: «PROFUNDAMENTE PREOCUPANTE»

El segundo dato que desconcierta a unos y a otros es la aparición en poblaciones separadas en todo el mundo. Además, entre las que en principio no ha habido contactos aparentes ni un elemento común desencadenante. Algo que tampoco había pasado nunca. Así, por ejemplo, cuando la viruela del mono llegó a Estados Unidos en 2003 sí hubo un factor propagador como fue los perritos de los pradera. En concreto, el evento se refiere a un cargamento de roedores de Ghana que propagó el virus a los perritos de las praderas en Illinois.

Pero aquello se saldó con apenas 70 contagios. Una cifra que, por ejemplo, en España se va a superar fácilmente en apenas unos días, lo que lleva a un tercer factor de alarmismo: la rápida propagación que está teniendo. También es el más importante. “Es revelador ver este tipo de propagación”, explica a Nature la epidemióloga de la Universidad de California en Los Ángeles, Anne Rimoin. Una voz autorizada que está entre las grandes eruditas mundiales del tema, tras estudiar dicha enfermedad durante más de una década en el Congo. Su homóloga del equipo de poxvirus de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU., Andrea McCollum, dice que es «profundamente preocupante».

Una de esas preocupaciones es que los datos no concuerdan con lo que se sabía de la enfermedad, lo que la hace más desconcertante. Así, a diferencia del covid, la viruela del mono se propaga por el contacto cercano con fluidos corporales, como la saliva al toser, pero no por aerosoles. Eso la hace menos infecciosa. Pero la rapidez de la propagación de los casos lleva a los científicos a repensar esa circunstancia. Eso es otro problema añadido.

 

¿UNA NUEVA VARIANTE DE VIRUELA DEL MONO CON UN GENOMA MODIFICADO?

Las mutaciones en los virus, y la rapidez a la que se producen, es una de las características más importantes. La viruela del mono se trata de un tipo de virus con una cadena de ADN, no de ARN como el covid, eso implica que es más grande y pesada, lo que significa que es difícil pensar que haya mutado repentinamente para empezar a infectar a humanos de manera más agresiva. Pero el incremento de casos está ahí.

Al final, la suma de todas esas preguntas sin respuesta hasta ahora no hacen más que acrecentar las especulaciones. Una de las más propagadas es la de que se ha podido mutar en un laboratorio y utilizarla como bioterrorismo. Esa idea parte de varios pilares: por un lado, como se ha visto, que por sí solo el virus no es capaz de mutar de forma repentina. Por otro lado, que precisamente muchos países como Estados Unidos tengan entre las enfermedades probables de bioterrorismo a la propia viruela. De hecho, tiene vacunas y antivirales para ello. Por último, que su descubrimiento hace más de 50 años se produjo en animales de laboratorio con los que se ha seguido experimentando.

En la actualidad, los primeros estudios al respecto tampoco son alentadores para combatir esas informaciones. Así, el estudio del genoma en Portugal detectó unas 40 mutaciones frente al mismo virus estudiado en 2018 en Israel. Eso son demasiadas para un virus con una cadena de proteínas tan pesada. De hecho, de confirmarse un número tan alto, los expertos no descartan que “tenga un comportamiento de transmisión ligeramente alterado”. Por si fuera poco, el último análisis a un paciente belga ha encontrado, a su vez, hasta 47 mutaciones distintas de las de Portugal e Israel. Eso complica y retuerce aún más las cosas.

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