La caída de Vodafone: así se hundió el mayor operador móvil del mundo
Vodafone hace tiempo que pasó a un segundo plano. Años atrás, la firma británica se anunciaba enérgicamente como alternativa premium en España. Incluso más allá, se atrevía a disputarle (incluso ganó algún envite como en 2007) a la todopoderosa Telefónica. Pero eso ya pasó. Ahora se contenta con arañar clientes vendiéndose a cualquier (bajo) precio. Una caída en picado continuada que, sin embargo, es el fiel reflejo de un grupo en decadencia cuyos máximos directivos apenas logran mantener en pie.
Quizás el mejor ejemplo del ocaso directivo en Vodafone es que todos aquellos grupos que han estado en la órbita de la firma han acabado mucho mejor por su cuenta. Y, por descontado, mejor que la propia firma británica.
Empecemos por el ejemplo más reciente: su extraña relación con MásMóvil. La operadora británica dejó de jugar en la liga de los mayores, en el tramo premium, hace años cuando renunció a comprar los derechos del fútbol. Así, Vodafone prefirió abalanzarse sobre el enorme grueso de clientes que prefieren precios más bajos y pocos servicios. Un plan que todavía no ha fructificado en nada decente. De hecho, el 2019 lo empezó con su tercer ERE y lo terminó con pérdidas récord.
Al año siguiente, a lo largo del 2020, ni siquiera fue capaz mejorar sus ingresos frente al “difícil” 2019. Por el contrario, la operadora amarilla no ha parado de crecer hasta el punto de que esa pequeña operadora, que apenas inquietaba a nadie hace un lustro, se compró por más de 3.000 millones de euros. Un precio generado por unas cifras de negocio brillantes que, en su día, atrajeron a la firma británica. Pero obviamente hace tiempo que Vodafone quedó fuera de ese juego. Ahora, las opciones pasan por suplicar una fusión o ser adquirida directamente.
El fracaso de Vodafone en Estados Unidos
Lo ocurrido con MásMóvil es un triste episodio más en largo el historial de fracasos de Vodafone. Una lista llena de nombres que en su día fueron parte de la firma británica, o que estuvieron en su radar, y que ahora mantienen una valoración que deja en evidencia el tamaño de la operadora roja. Algunos de esos casos realmente sangrantes fueron los de Verizon, AT&T Wireless o J-Phone
Para conocer los primeros de ellos hay que remontarse hasta el 2004, cuando Vodafone era la firma de telefonía más grande del mundo. Así, a comienzos de dicho año la firma británica intentó ejecutar la adquisición de AT&T Wireless aprovechando que sus propietarios la habían puesto en venta por sus malos resultados. Pero el movimiento implicaba un dilema de difícil solución dado que había un tercero en discordia, Verizon Wireless. El problema para la compañía roja es que mantenía un porcentaje representativo en dicha empresa, con un 45%, pero que no le permitía operar bajo su marca ni controlarla.
Lo anterior era una anomalía para Vodafone, puesto que prácticamente poseía una posición dominante en todas sus subsidiarias. Eso llevó a que se contemplase la salida de Verizon para comprar íntegramente AT&T. Pero la dificultad de la negociación, las ya altas ofertas existentes encima de la mesa y que la compañía a adquirir ofrecía una menor rentabilidad que Verizon llevaron a los ingleses a renunciar. Aunque tampoco se optó por la alternativa opuesta que conllevaba una ofensiva para incrementar su posición en su filial estadounidense.
La inmovilidad de la firma inglesa al respecto dejó libre, y barata, la adquisición de AT&T. Y, por último, le dejó en continua desventaja dentro Verizon Wireless hasta que se vio obligado a vender en 2013. Ahora, en pleno 2021, las dos compañías dominan con mano de hierro el sector de las telecomunicaciones en Estados Unidos.
Un futuro incierto
El pago obtenido por Verizon Wireless tampoco ha servido para justificar la inacción del equipo directivo en aquel momento. De hecho, Verizon Communications pagó a Vodafone hasta 98.000 millones de euros por Verizon Wireless para convertirse en un gigante. En la actualidad, el entramado tiene una capitalización bursátil de 200.000 millones, lo que supone duplicar su valor respecto al que tenía en 2013. Por su parte, Vodafone ha perdido un 60% de su valor en el mercado, lo que supone haber volatilizado más de 60.000 millones.
Otro de los nefastos negocios de Vodafone se ejecutó en Japón. La operadora inglesa entró en el mercado nipón en 2001 cuando adquirió al tercer operador móvil del país, J-Phone. En 2003 la filial tomó el nombre de Vodafone y operó durante unos años. Pero nunca se llegó a adaptar a las exigencias tecnológicas del mercado japonés y en 2006 vendió dicha división a Softbank por 12.000 millones de euros. Ahora, la misma firma vale muchísimo más dinero. En 2018, el conglomerado japonés decidió sacar un 37% de la misma a Bolsa y logró recaudar más de 20.000 millones. A día de hoy, la marca sigue valorada en unos 60.000 millones.
En España, la firma inglesa va camino de repetir tan angustioso final, tras años de caídas en ingresos, pérdidas récord y múltiples ERE. Los directivos se excusan en el difícil entorno competitivo del sector para explicar su declive. Pero los casos de éxito como MásMóvil, y otras pequeñas firmas como Digi, y las desastrosas referencias históricas empiezan a sacar los colores al equipo ejecutivo de la operadora.